Raimundo FITERO
DE REOJO

Anomalías a granel

Cuando se escucha a todos los reproductores de consignas baratas repetir una palabra, uno confiere que en los maitines de sus sedes centrales les han inculcado repetir consignas baratas, sencillas, que calen. Borja Mari repite casi sin sentido, como Cuca y todos los señalados, lo de anomalía, y le da lo mismo lo que siga, para ellos, como son anómalos, todo es una anomalía, aunque no acaben de rematar bien la jugada ya que, si todo es anómalo, casi nada es anómalo. O al revés.

Seguramente estamos viviendo un tiempo de anomalías a granel. Cuando los funcionarios hacen huelga, los que vivimos del día a día, encontramos una anomalía, aunque tengamos un reflejo automatizado de ponernos a su favor. Y seguro que tienen sus razones, pero los autónomos difícilmente podrán hacer huelga o ciertos empleados con contratos en precario. Si hasta los más pertrechados por leyes y reglamentos tienen esa necesidad, el resto de la sociedad debe tomar buena nota.

Las peleas callejeras cuerpo a cuerpo entre funcionarios públicos forman parte también de una anomalía estructural. Si los bomberos salen a la calle a reclamar mejores condiciones, ¿por qué les sueltan a los antidisturbios para reprimirlos? Imágenes anómalas, uniformes protectores y cascos de colores, todos pagados con los impuestos generales, a hostias por las calles.

Y la anomalía mayor es que Israel repudie a la ONU, pida la dimisión de su secretario general, monte un numerito universal y nadie les llame la atención. Repetir que Hamás son los new nazis, no les quita terror a sus vengativos bombardeos genocidas.