«Nueva fase de guerra», nuevo nivel de «violencia y horror» en Gaza
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, afirmó ayer que la guerra en Gaza «va a ser larga y difícil», y confirmó que la «operación» iniciada el viernes es «la segunda fase de la guerra». Unrwa denuncia que el corte de las comunicaciones busca «impedir la respuesta humanitaria» y el secretario general de la ONU reitera su llamamiento a un alto el fuego humanitario inmediato.
Tras los peores bombardeos desde el inicio del conflicto llevados a cabo el viernes a la noche sobre Gaza, sometida a un apagón informativo, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, anunció ayer que su Gobierno ha aprobado una ampliación de la «invasión terrestre» en el enclave palestino y, por tanto, añadió que Israel ha entrado en una «nueva fase de la guerra contra Hamás» cuando se cumplen tres semanas del estallido del conflicto.
«En las primeras semanas de la guerra, lanzamos ataques aéreos masivos que asestaron un duro golpe al enemigo. Sin embargo, sólo estamos al principio. La batalla dentro de la Franja será difícil y larga; esta es nuestra segunda guerra de independencia», declaró Netanyahu, quien agregó que «esta es la misión de mi vida».
El primer ministro respondió a las preguntas de los medios de comunicación por primera vez desde el inicio del conflicto, y no dudó en rechazar que Israel esté cometiendo crímenes de guerra. «Quienes acusan a las Fuerzas de Defensa de crímenes de guerra son hipócritas», remarcó. Tampoco quiso asumir responsabilidades por la incursión perpetrada por Hamas el 7 de octubre. «Cuando acabe la guerra todos responderemos a todas las preguntas. Hubo una negligencia horrible», afirmó.
En cuanto a los 229 rehenes, Netanyahu se reunió ayer con sus familiares ante las presiones por los bombardeos del viernes. «Les he asegurado que agotaríamos todas las vías para conseguir la vuelta a casa de sus seres queridos», indicó el mandatario israelí. Mientras, el portavoz de las Brigadas Al Qasam, brazo armado de Hamás, Abu Obeida, pidió en un discurso televisado la liberación de todos los presos palestinos a cambio de la puesta en libertad de los rehenes israelíes.
Aunque todavía no hay constancia de una invasión a gran escala, Netanyahu advirtió a cientos de miles de personas que se alejen del norte de Gaza y señaló que «el enemigo utiliza cínicamente hospitales y refugios». «Se les está acabando el tiempo. Vayan al sur por su propia seguridad», señaló, por su parte, el portavoz militar israelí, Daniel Hagari, en un mensaje grabado en inglés y supuestamente dirigido a la población gazatí, incomunicada con el exterior y sin apenas suministros para subsistir, ya que la ayuda humanitaria llega con cuentagotas a través del paso fronterizo de Rafah. Precisamente, el comisionado general de Unrwa (la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos) denunció el apagón de comunicaciones, «una acción más para intentar impedir la respuesta humanitaria».
Los datos cambian practicamente hora a hora, pero los últimos informes del Ministerio de Sanidad de Gaza hablaban ayer de más de de 7.700 muertos y 19.000 heridos. Tras tres tres semanas de intensos bombardeos, y después de la ola de ataques llevada a cabo por las fuerzas israelíes el viernes en Gaza, el alto comisionado de la ONU para los derechos humanos, Volker Türk, subrayó que el conflicto ha alcanzado «un nuevo nivel de violencia y dolor».
REACCIONES INTERNACIONALES
En este contexto, la Asamblea General de Naciones aprobó el viernes por mayoría una resolución que pide «el cese de hostilidades» en Gaza. En esa misma línea, el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, afirmó ayer que se necesita «urgentemente» una «pausa en las hostilidades» para permitir el acceso humanitario a Gaza, y afirmó que la situación en que Israel está dejando el enclave «va en contra del derecho internacional humanitario». Asimismo, en ciudades europeas como Bilbo, Londres, Roma o Berlín, decenas de miles de manifestantes volvieron a exigir el fin de los bombardeos israelíes.
En Estambul, una manifestación multitudinaria de solidaridad con Palestina contó con la participación del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, quien afirmó que el país se está preparando para «exponer ante el mundo los crímenes de guerra de Israel» en Gaza.
Palabras que no gustaron en Tel Aviv, ya que el ministro de Exteriores israelí, Eli Cohen, reaccionó con la retirada de sus representantes diplomáticos de Ankara.
Además del deterioro de las relaciones con Turquía, con quien Netanyahu estrechó lazos hace un año tras más de una década de tensión, el acercamiento diplomático de Israel con Arabia Saudí, alentado con vehemencia por la administración estadounidense, también parece haberse congelado. El Ministerio de Arabia Saudí condenó ayer «cualquier acción terrestre» de Israel contra Gaza y alertó de que la operación en el enclave «tiene graves consecuencias para la estabilidad de la región».
Sin embargo, Netanyahu alardeó en la rueda de prensa de que cuenta con el aval de Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, el Estado francés «y muchos otros países euroepos», quienes «nos han expresado no solo su apoyo, sino su fuerte deseo de nuestra victoria».
Al menos 29 periodistas muertos
Durante las últimas tres semanas de intensos bombardeos israelíes sobre Gaza, el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) ha documentado el periodo «más mortífero» para los periodistas que cubren conflictos desde que la organización comenzó a realizar el seguimiento en el año 1992.
En un comunicado, el CPJ informó de que desde el 7 al 27 de octubre «al menos 29 periodistas se encuentran entre los más de 8.000 muertos en ambos bandos desde que comenzó la guerra». «Esta cifra mortal va acompañada de acoso, detenciones y otras obstrucciones a la presentación de informes en zonas que incluyen Cisjordania e Israel», añadió.
A medida que la capacidad de los periodistas para realizar su trabajo se vuelve cada vez más limitada, «la capacidad del público para saber y comprender lo que está sucediendo en este conflicto se ve gravemente comprometida, con probables ramificaciones en todo el mundo», advirtió la organización.
«Los periodistas son civiles que deben ser protegidos, y atacar deliberadamente a periodistas o a la infraestructura de los medios de comunicación constituye posibles crímenes de guerra», advirtió el CJP, que agregó que «en esta hora oscura», apoyan a los periodistas, a «aquellos buscadores de la verdad cuyo trabajo diario nos mantiene informados con hechos que arrojan luz sobre la condición humana y ayudan a exigir que el poder rinda cuentas». I.A.