Raimundo FITERO
DE REOJO

La hora límbica

Ora cuando no sepas lo que significa ese extraño salpullido asintomático que te ocupa y preocupa cuando no entiendas si te regalan o te roban una hora. Porque esa hora se convierte en un interruptor que enciende o cierra todo lo que se llama sistema límbico y que desde nuestra centralita regula las emociones y el comportamiento. Ora cuando sepas demasiado de tu sistema límbico o de tu complejidad neuronal. Entonces puedes caer en una trampa que denominan infoxicación. Saber demasiado, desconocer que no lo sabes todo, dejarse influir por opiniones desgarradas y fuera de todo contexto, eso va engordando una especie de tumor de silicona que nubla la razón y te convierte en un ser dependiente de todos los edulcorantes de la realidad virtual o tangencial confluyentes en una opinión.

Antes de la redacción del definitivo pliego de descargo conviene acelerar un proceso de reconversión que allane ese camino hacia la nada. O hacia el todo. ¿Estamos todos inmersos o afectados por la pandemia de infoxicación? Y más allá de la autocompasión, lo importante es saber si existen vacunas para esa sobreexposición a los huracanes informativos descontrolados de manera premeditada por el control central, allá donde las horas no se crean ni se destruyen, sino que se transforman. Debería existir una gendarmería invisible, secreta, compuesta por un voluntariado ecuménico que fuera interviniendo todos aquellos mensajes que nos impulsan directa o indirectamente a la negación de lo Humano como medida universal del Arte y la Vida. Ora por la hora.