Raimundo FITERO
DE REOJO

Perplejidad ibérica

El primer ministro de Portugal, el socialista António Costa, en menos de veinticuatro horas, ha dimitido al ser investigado por asuntos de corrupción. Sin aspavientos, sin estar directamente involucrado, pero al ser detenidas personas de su entorno político cercano, ha tomado una digna decisión que puede ser de una trascendencia bastante notable, ya que la situación política es muy inestable y si se convocan elecciones, sin Costa, la derecha tiene bastantes más posibilidades de alcanzar el Gobierno con la ayuda inestimable de la extrema derecha de Chega. Iberia puede perder la hegemonía socialdemócrata y no se sabe dónde se ubicará en los próximos meses. Europa entera se puede resentir sin este Sur con vitola de socialista.

Porque en la otra parte de la península, lo que está claro y es evidente, es que estamos asistiendo a una orquestada acción de violencia política en las calles que no presagia nada bueno. Esa marcha de los facinerosos por el centro de Madrid, camino del Congreso acompañados a modo de escolta por los antidisturbios, «embolsados» les llaman, son imágenes que producen temblores, porque nunca se ha visto que actúe así la Policía ante unos miles de exaltados miembros de grupos perfectamente identificados de escuadras de extrema derecha que gritan eslóganes franquistas y de una violencia contra el poder constituido realmente contundente, que seguro que en el Código Penal tiene su ítem adecuado. Pero los jueces están en la misma orgía desestabilizadora. Seguimos mirando de reojo la realidad política porque podemos estar a las puertas del desastre.