Ane ROTAETXE TORRONTEGI
KOLABORAZIOA

Cuestionar los cuidados es reventar el sistema patriarcal

El año 2020 fue diferente, duro, especial, y también clarificante en muchos sentidos. Además de todo lo que nos pasó aquel año yo viví un golpe fuerte a nivel personal que me dolió y me descolocó a raíz de un encontronazo con un tipo, alguien a quien yo quería y pensaba que era mi amigo.

El tema central de la discusión giró en torno a los cuidados y los roles asignados en los mismos y la bronca que tuvimos fue de un calibre que supuso una fractura entre nosotros que no ha tenido vuelta atrás. También tuvo un coste social en nuestro entorno más cercano de amigos, conocidos y niños con los que compartíamos muchos fines de semana. Nunca nada fue igual ni lo iba a volver a ser. Yo me planteé muchas veces cuánto más fácil se da todo cuando las mujeres nos callamos para que no se lie petarda, y el coste emocional y de castigo social que supone no hacerlo.

Esta semana, 3 años más tarde de aquella bronca, el movimiento feminista convoca una huelga general, entre otras cosas, por lo que ese día yo no callé. Vamos a la huelga por un mundo más justo y equilibrado, vamos a replantearnos el temazo de los cuidados, vamos a ponerlos en la agenda y algunos van a tener que perder privilegios para que esto se dé, y claro está que, ni están por la labor de que lo de hasta ahora cambie, ni están dispuestos a palmar medio centímetro de poder.

Se está hablando mucho del derecho a lo público, a una red de cuidados pública y de calidad, y con ese objetivo seguiremos peleando. Porque el derecho a los cuidados debe ser universal y de calidad.

Pero hoy quiero poner el foco en esos discursos donde nos pretendían colar que «las mujeres cuidamos por amor, porque lo decidimos así, que las que han dejado los trabajos de fuera de casa para atender a sus hijos, a sus parejas, a sus mayores, es porque eligen eso, porque además lo hacemos mejor que los hombres, tenemos una especie de don del cuidado, una mano y una sensibilidad especial para cuidar enfermos, y que a muchas señoras ya ancianas le llena de alegría prepararnos un guisado y levantarnos el plato de la mesa a todos, y que cómo les vamos a decir que no lo hagan si ese es su terreno, si en casa la que manda es ella».

Eso que anteayer se defendía con una perversa naturalidad hoy apesta, se tambalea, no se sostiene y esta semana es motivo de huelga general. Casi nada.

Ya nadie nos va a arrastrar a relatos farsa y argumentos manipulados. Simplemente, porque a este sistema y todos los que se benefician de él se le acabó el chollo, se les cayó la máscara y ya no bailamos el agua a personas que defienden semejantes abusos. Sean quienes sean. Voten o no voten, voten a quien voten. Sean familia, supuestos amigos o compañeros de trabajo.

El feminismo está ganando terreno y seguridad, ya no nos callamos y se van quedando solos y sin argumentos. Avanzamos y lo saben.

Todas las personas, hombres y mujeres, que estamos por estos avances sociales y por exigir a los gobiernos profundos cambios en el sistema de cuidados pararemos el jueves 30 para que nos oigan alto y claro.

Etorkizun justoago baten alde grebara goaz, geldiezinak garelako! A30ean Greba Feminista Orokorra, Zaintza eskubide kolektiboen alde.