EDITORIALA

Sin cambios profundos, la cárcel seguirá matando

El pasado sábado fue encontrado muerto en su celda de la prisión de Zaballa un hombre de 47 años con problemas de salud mental que se encontraba ingresado en el módulo de respeto. Con este ya son tres las personas muertas en las cárceles de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa en lo que va de año, y cuatro desde que el Gobierno de Lakua asumiera la competencia de prisiones hace ya dos años.

La consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Nerea Melgosa, confirmó que el fallecido estaba en tratamiento médico por sus problemas mentales. Por su parte, los compañeros de módulo han transmitido a sus allegados que, en los días previos a quitarse la vida, el preso se encontraba «anímicamente peor». A pesar de esas señales, los responsables de la prisión alavesa no detectaron nada y no consideraron conveniente incluirlo en el protocolo antisuicidios. Una decisión que se ha revelado fatal. Tras la muerte de dos presos en marzo, la consejera señaló que los protocolos para prevenir los suicidios estaban en continua revisión. Desgraciadamente, una vez más, han vuelto a fallar. Tal vez el problema no sea tanto de los protocolos como del hecho de que las condiciones de vida en prisión no son adecuadas para nadie, y mucho menos para aquellas personas que padecen enfermedades mentales. El aislamiento, la mala alimentación y las relaciones de subordinación con el entorno generan efectos devastadores en la salud mental y física de quien las padece. Por esa razón, no se trata solo de hacer bien lo que se hacía hasta ahora, sino de ir avanzando hacia otro modelo penitenciario con la aplicación, por ejemplo, de penas alternativas, un aspecto en el que apenas se ha avanzado en estos dos últimos años, como ha denunciado reiteradamente Salhaketa.

Continuar con la actual inercia cuesta vidas y tiene un importante coste físico y psicológico para las personas presas. Por todo ello se ha vuelto, si cabe, más urgente abandonar modelos caducos y aplicar un cambio de paradigma a la política penitenciaria. La transferencia de la competencia de prisiones a la CAV tiene que empezar a traducirse en un modelo diferente, más humano. Y Lakua tiene los resortes.