Raimundo FITERO
DE REOJO

Papel de regalo

Miro los contenedores de papel de mi barrio y están a rebosar. La costumbre de envolver de manera atractiva lo que se entrega directa o indirectamente, forma parte de la liturgia de estas fiestas que me parece que mañana se vuelven definitivamente pasado. El envoltorio forma parte del simbolismo. Perdidos en las contradicciones y las propagandas cruzadas, seguiremos con la incapacidad para entender todo lo que se ha dado en llamar «blackface», es decir varones blancos, embadurnados de tinte marrón para simular ser africanos que se colocan en las cabalgatas oficiales de varios ayuntamientos disfrazados de rey mago. Por fin se entiende este asunto con claridad y se le llama como debe: racismo. Y no extendemos más la apreciación sobre otras tendencias racistas o xenófobas para no despistar.

No tengo totalmente elaborada mi postura ante una curiosa denuncia de la cadena Carrefour que asegura que no venderá en sus lineales más productos de PepsiCo debido a que suben los precios de manera desorbitada. ¿Solamente es esta marca la que tiene esa capitalista costumbre o se trata de algo más? Se recuerda a los presentes que esta cadena de distribución está señalada por su proximidad al Estado de Israel en asuntos directos con la actual guerra genocida. Conviene no sacar muchas conclusiones, pero una de ellas es que por la razón que sea, nos indica a los consumidores dónde está parte de la inflación en la cesta de la compra. Y que al igual que la distribuidora, cada uno de nosotros tenemos un poder limitado al comprar o dejar de comprar. ¿Se lo envuelvo para regalo?