Ruben PASCUAL
Periodista
2009

Un día de claves para el futuro, no para las listas de Navidad

Arnaldo Otegi, frente a sus entrevistadores, en aquel fórum organizado por GARA en 2009.
Arnaldo Otegi, frente a sus entrevistadores, en aquel fórum organizado por GARA en 2009. (Jon URBE | FOKU)

Los revolucionarios tienen que ser pragmáticos, las listas de deseos son para Navidad». Son palabras del que fuera comandante del IRA Brian Keenan (1941-2007). En una entrevista ofrecida a “An Phoblacht” poco antes de morir, Keenan se refería así al nivel de satisfacción de los republicanos irlandeses con respecto a los Acuerdos de Viernes Santo. Venía a decir que lo pactado fue lo mejor que pudo sacarse con la relación de fuerzas de aquel momento y que, por tanto, de nada servía pensar que en un contexto diferente podrían haberse obtenido mejores resultados. La situación era la que era.

Apenas unos meses después de aquella entrevista, el 17 de enero de 2009, Arnaldo Otegi trajo a colación las palabras de Brian Keenan. Lo hizo en un fórum organizado en el Kursaal donostiarra para celebrar el décimo aniversario de GARA. Ante un abarrotado auditorio, el líder abertzale se sometió a una extensa entrevista por parte de Carmen Lira, directora del diario mexicano “La Jornada”, Giuliana Sgrena, periodista del italiano “Il Manifesto” e Iñaki Iriondo, cronista político de GARA.

Antes de desgranar lo que dio de sí ese jugoso encuentro, resulta necesario rememorar el marco general en que se produjo. Lo dicho: enero de 2009. Apenas unos días más tarde de constatarse el fin del proceso negociador desarrollado entre 2005 y 2007 entre el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y ETA -también una mesa política con Batasuna- con reuniones en Oslo y Ginebra, Arnaldo Otegi fue encarcelado en Martutene para cumplir una condena de 15 meses de prisión. Recobró la libertad el 30 de agosto de 2008.

Cuando acudió a la conferencia organizada por GARA, obviamente no lo sabía, pero tardaría apenas unos meses en volver a ser arrestado y encarcelado, esta vez en el marco de lo que se dio en llamar «caso Bateragune» -el TC español se pronunciará estos días al respecto- y en una redada que trató de obstaculizar el cambio de estrategia que ya estaba en marcha en el seno de la izquierda abertzale.

Precisamente por darse en ese periodo de impasse resultan especialmente valiosas varias de las claves que repasó un Otegi que habló mucho del pasado, pero más aún del presente y, sobre todo, del futuro. Comentó la necesidad de «pasar de las luces cortas a las largas» y apostar por un escenario de suma y acumulación de fuerzas de cara a construir en el país una alternativa desde la izquierda.

Ya para entonces, en otoño de 2008, con la izquierda abertzale todavía ilegalizada, Eusko Alkartasuna había roto con el PNV en una arriesgada apuesta por construir un polo soberanista, que no estuvo exenta de presiones de todo tipo. No faltaron incluso amenazas de ilegalización.

Esos primeros pasos entre ambas partes se materializarían en junio de 2010 en el acuerdo estratégico “Lortu Arte”, firmado en el Palacio Euskalduna de Bilbo, al que después se sumaría Alternatiba y, finalmente, Aralar.

Así, y con la legalización de Sortu en junio de 2012, fueron tejiéndose los mimbres de ese frente amplio que a día de hoy es EH Bildu. Así pues, a pesar de las no pocas trabas, el cambio de ciclo en Euskal Herria se hizo irreversible, también en el terreno más estrictamente vinculado a la actividad armada de ETA.

Aquella conferencia del Kursaal, que tendría su continuación en el mismo lugar siete años después y tras la nueva liberación de Otegi, aportó varias claves en este contexto. Por un lado, hubo varias alusiones al panorama abierto en América Latina, donde la izquierda había logrado crear un gran polo regional al alcanzar el poder en un buen número de países, gracias, en muchos de los casos, a la suma de fuerzas y a la articulación de grandes mayorías.

Posteriores casos de lawfare y golpes de Estado explícitos confirman que esos procesos de acumulación popular no son irreversibles y que no están exentos de riesgos de todo tipo, pero en el fondo sí que demostraron algo que apenas unos años o décadas antes era impensable en esa región: que era posible generar dinámicas liberadoras en términos sociales desde prácticas de masas y pugnas electorales.

Otro de los aspectos importantes que se citó fue la implicación internacional en el proceso vasco. La perspectiva de los años dejan a las claras que, por ejemplo, el final de ETA no fue probablemente como la propia organización hubiera querido, pero todo el proceso sí que contó con aliados a nivel internacional. Así se pudo comprobar en la Conferencia de Aiete de 2011, o en las aportaciones del Grupo Internacional de Contacto o la Comisión Internacional de Verificación.

¿UN «NEGOCIO RUINOSO» PARA EL PNV?

También hubo espacio, cómo no, para preguntar a Arnaldo Otegi por su lectura sobre la posición que en todo este contexto había jugado el PNV. En resumidas cuentas, venía a decir que tanto el cambio de ciclo político como los avances que pudieran darse en torno a la construcción de un Estado vasco ponían a los jeltzales en una posición complicada, ya que esos pasos positivos para el país -y que por tanto debería celebrar todo abertzale-, amenazaban la hegemonía que los jeltzales mantenían en los tres territorios de la CAV. «Un negocio ruinoso» desde ese punto de vista, como explicitó Otegi.

Es por ello que el PNV, como se apuntó en el Kursaal, optó en las mesas de diálogo por alinearse más con las tesis del PSE-PSOE que con aquellas que suponían avances en términos de construcción nacional.

Sin embargo, tampoco esto era algo novedoso. De hecho, se había acentuado desde que Xabier Arzalluz dejara la dirección del partido, que recayó en manos de Josu Jon Imaz, precisamente tal día como hoy, en el año 2004. Salvo contadas y honrosas excepciones, la mayor parte de burukides desde entonces han profundizado en esa línea.

El devenir de los acontecimientos ha puesto de manifiesto que la hegemonía del PNV está más erosionada que nunca y con EH Bildu en fase ascendente. Cerramos esta crónica con un augurio que planteó Otegi desde el Kursaal: «Estoy convencido de que la izquierda abertzale ganará las elecciones en este país». Solo el tiempo lo dirá, pero ahora parece más una opción factible que un deseo de Navidad.



[2004] Columna de Pablo Antoñana, «el escritor de la prosa violenta»

En una columna publicada en el suplemento “Mugalari” de GARA tal día como hoy en 2004, decía Pablo Antoñana que leer era para él «una pasión, un vicio, un achaque, que no han podido quitarme, a Dios gracias, los “ortodoxos” de este paisillo». Fue uno de los muchos escritos que este prolífico autor publicó en las páginas de un diario con el que estuvo comprometido desde su nacimiento.

Tras fallecer el de Viana en 2009, el también escritor Miguel Sánchez-Ostiz contó de él en GARA que fue «el eslabón entre la literatura de la generación previa a la Guerra del 36 y las nuevas generaciones», lo que le convirtió en referente para los que vinieron después. El artista Asisko Urmeneta destacó que tenía «una prosa muy violenta, escrita por alguien que sufrió mucho».

Pablo fue, sin duda, una de las firmas que ayudó a elevar la calidad de “Mugalari”, el suplemento que este diario publicó hasta el 4 de marzo de 2011, un espacio que acercó «al lector habitual de GARA -y a algunos no tan habituales- una dimensión de la cultura más profunda y menos banal de lo que suelen reflejar los medios de comunicación».