Koldo LANDALUZE
Crítico cinematográfico

La trinchera social de San Francisco y su detective accidental

Visionados dos episodios de “Detective Touré”, cabe destacar -y para bien- los cambios que se producen entre ambos y teniendo en cuenta que mantienen un hilo de conexión. En el primero, todo resulta más luminoso -a pesar de su duro trasfondo social- y tiene como objetivo presentar a la galería de personajes. Malcolm Treviño-Sitté realiza una aplicada interpretación de un muy suculento rol protagonista: Mahamoud Touré, un inmigrante guineano asentado en Bilbao y que sobrevive ejerciendo como vidente y asumiendo pequeñas chapuzas hasta que, de manera accidental, se ve convertido en un ocasional detective privado. Itziar Ituño y Unax Ugalde aportan veterania y empaque. Lo mismo se puede decir del resto de secundarios que dotan de sentido y sensibilidad a los vecinos de la calle San Francisco, una trinchera solidaria sobre la que pende la amenaza de la especulación inmobiliaria.

La serie goza de un notable diseño visual y un ritmo que alterna las distancias cortas y las carreras a las que casi siempre se ve obligado a realizar Touré. Pero, de manera muy acertada, la noche adquiere un rol más significativo en el segundo episodio, las penumbras de las que emerge la presencia de Jokin, temible narcotraficante encarnado por Kandido Uranga.