Marcel PENA
Redactor
1981

El día que Juan Carlos de Borbón escuchó el «Eusko Gudariak»

Momento en el que los electos de HB, puño en alto, entonaron el «Eusko Gudariak» en presencia de Juan Carlos de Borbón.
Momento en el que los electos de HB, puño en alto, entonaron el «Eusko Gudariak» en presencia de Juan Carlos de Borbón. (Javier GALLEGO | EGIN)

La visita de los reyes españoles a Gernika del 4 de febrero de 1981 fue histórica, pero no por el hecho de ser el primer viaje oficial que realizaban a Euskal Herria, sino por lo que tuvieron que escuchar en la misma Casa de Juntas. Aquel día, cuando Juan Carlos de Borbón se disponía a iniciar su discurso, los veinte electos de Herri Batasuna presentes comenzaron a cantar desde sus asientos el «Eusko Gudariak», con el objetivo de «patentizar el rechazo frontal» a una visita que calificaron de «provocación» y valorada como un «fracaso político más del centralismo».

Aquel día, tras visitar la zona del puerto de Bilbo y la factoría de Altos Hornos, los reyes españoles acudieron a la Casa de Juntas de Gernika sobre las 12.30, momento en el que hicieron su entrada con todos los electos levantados, excepto los de HB y Euskadiko Ezkerra. Fueron agasajados con los discursos del diputado general de Bizkaia, José María Makua, del presidente del Parlamento de Gasteiz, Juan José Pujana, y del lehendakari, Carlos Garaikoetxea. Para terminar, tomó la palabra desde el estrado Juan Carlos de Borbón. Justo en el momento en que iniciaba su discurso, los electos de HB rompieron el imperioso silencio mantenido hasta entonces y se levantaron, puño en alto, para entonar todos juntos el «Eusko Gudariak». Lejos de mantener una actitud conciliadora, el monarca realizó varios gestos dirigidos a los electos abertzales, tocándose el oído y pidiendo que cantaran más alto, mientras el resto de representantes políticos acallaban sus voces con aplausos dirigidos a Juan Carlos.

La actuación de los electos de HB fue «duramente reprimida» por la Ertzaintza, que los desalojó de la Casa de Juntas. El entonces senador de HB, Miguel Castells, denunció agresiones incluso por parte de otros políticos. «Me han lanzado al suelo unos chicos jóvenes, a los que no conocía, cuando sin agredir a nadie entonaba el 'Eusko Gudariak'. Y lo más grave es que cuando he topado con el suelo he recibido una manta de palos. Tengo la pierna marcada y la chaqueta rasgada, y mi impresión es que las patadas que he recibido provenían desde los escaños. No me atrevo a decir nombres, pero eran parlamentarios», explicaba Castells, que por entonces tenía 49 años, al salir de la Casa de Juntas.

«MONARKIA KANPORA» EN LAS TRES CAPITALES

Las protestas de los representantes de HB comenzaron ya antes de iniciarse el acto en la Casa de Juntas, cuando se impidió la entrada de los parlamentarios forales navarros de la coalición. Sobre este episodio habló aquel día el parlamentario José Antonio Urbiola, quien denunció que el rey español usara términos como «País Vasco» o «Euskadi» cuando «no se permite la entrada de los navarros a la Casa de Juntas, y es la propia monarquía quien está siendo cómplice, como representante del Estado, de la separación de nuestro pueblo».

Esa no fue la única muestra de rechazo con la que se toparon los monarcas en Euskal Herria. El día anterior, en Gasteiz y Bilbo centenares de personas participaron en las manifestaciones antimonárquicas ante Ajuria Enea y en la Plaza Elíptica de la capital vizcaina, siguiendo el trayecto de los reyes. “Egin” titulaba aquel 4 de febrero de 1981 con «La visita real, entre el protocolo y la contestación», señalando que los enfrentamientos entre Policía y manifestantes -entre los que se encontraban miembros de los Comités Antinucleares en plena lucha contra la construcción de la central de Lemoiz-, se prolongaron durante más de tres horas en Bilbo. De hecho, cada intento policial de disolver los grupos protestantes era contestado con concentraciones en otros puntos de la capital, «coreando con insistencia 'Monarkia kanpora' y 'Presoak kalera'».

JUICIO Y POSTERIOR ABSOLUCIÓN

El juicio a los electos de HB, que se enfrentaban a penas de entre ocho y once años de cárcel, comenzó en el Tribunal Supremo de Madrid el 22 de noviembre de 1983. Al mismo tiempo, en Euskal Herria se llevaron a cabo numerosas protestas, con encarteladas como la de Gasteiz o intentos de «encerronas» en varios ayuntamientos, entre ellos los de Iruñea y Oion. En otros muchos municipios de Hego Euskal Herria concejales y simpatizantes de HB sí lograron encerrarse en sus respectivas casas consistoriales.

Los días 22 y 23 de noviembre tuvieron que pasar por el tribunal los diecisiete cargos electos de HB y los dos de LAIA procesados, que defendieron ante los magistrados los cinco puntos de la Alternativa KAS. Antxon Ibarguren y Xabier Amuriza se negaron a declarar ante la imposibilidad de hacerlo en euskara. Todos ellos fueron condenados el 29 de noviembre de 1983 a tres meses de prisión por un delito de desórdenes públicos, mientras que fueron absueltos del delito de injurias del que también se les acusaba.

No fue hasta 1993, concretamente el 29 de septiembre, cuando el Tribunal Supremo absolvió a los electos abertzales del delito de desórdenes públicos. «Al cabo de doce años se ha reconocido lo que siempre sostuvimos; a saber, que en la Casa de Juntas de Gernika ejercitamos el derecho de expresión, fundamental de la persona, cumpliendo a la vez el deber con nuestro pueblo, que teníamos como políticos electos», expresó sobre la sentencia absolutoria Miguel Castells, en su doble condición de abogado y procesado.



[1979] Entrevista con el alcalde de Valensole: «No son terroristas»

El 31 de enero 1979, la Policía francesa confinó en la población occitana de Valençòla (Valensole, oficialmente en francés) a quince refugiados vascos que residían en Iparralde, a los que más tarde se unieron Joseba Arregi y José María Pagoaga. Según defendían los gobiernos español y francés, esta decisión respondía a la posibilidad de que causaran «desórdenes» durante las semanas previas a las elecciones españolas del 1 de marzo.

Pocos días más tarde, una delegación de “Egin” llegaba a Valençòla para hablar con su alcalde, Max Demol. Serían los primeros periodistas vascos y del Estado español en hacerlo. Durante la entrevista, el primer edil destacó la condición de «refugiados políticos» de los quince vascos, y confirmó que «el confinamiento se levantará después de las elecciones generales».

«Yo no creo que los quince compatriotas suyos que están confinados sean terroristas. Son unos refugiados políticos a quienes respeto, y en consecuencia les he ofrecido y ofrezco, como alcalde de esta población, mi bienvenida y mi acogida más fraternal», declaraba Demol, alcal de socialista, a “Egin”.