Raimundo FITERO
DE REOJO

Sobre la vida

En la goyesca gala se hicieron referencias casi constantes para relacionar el cine, sus narrativas y la vida. Tres horas y media dan para muchas reflexiones. La primera es pensar que debería crearse una comisión paritaria para hacer un reglamento asequible que estipule alguna norma con el vestuario. Y no me explayo. No soy quién. Se habló en gallego, catalán, euskara, además de los diferentes acentos del español. Sin entrar en detalles, parece que los focos creativos auténticos están descentralizados. La cara del nuevo ministro de Cultura, que es catalán, emparedado entre autoridades de rango superior, vaticina una trayectoria muy corta en su mandato.

Muchos mensajes cruzados, reivindicaciones más que sensatas, proclamas a favor de la Paz, contra la Guerra, en abstracto pese a una pegatina sobre Gaza. Todo muy correcto, pero la película ganadora da para mucho más, no porque haya arrasado en los premios, no por partir de un hecho real, sino porque abre un debate inmenso sobre la condición humana, de la ética, la religión, la vida y la vida después de la muerte. La película nos la coloca a nuestros alcance, los hechos son fundamentales para estudiar las reacciones de los seres humanos ante la vida y la muerte. Puede ser un rollo.

Sin embargo, la periodista y escritora, Beatriz Serrano, se pregunta algo que me parece muy apropiado para entender los resortes sociológicos del voto en las lecciones, de la trascendencia y el futbol como panacea política. «¿La vida es hacer el táper, trabajar, ir al súper y ver una serie de Netflix?». ¿Eh? ¿Ese es el objetivo?