Txente REKONDO
ESCENARIO POSELECTORAL

La incertidumbre y la inestabilidad se asientan en Pakistán

Las elecciones inicialmente previstas para noviembre de 2023 se celebraron finalmente el pasado 8 de febrero. Sin embargo, las dudas, la controversia y el escepticismo se ciernen sobre Pakistán, y parece que, de nuevo, la voluntad popular no será respetada. El gigante asiático afronta una delicada encrucijada.

(Abdul MAJEED | AFP)

El posible triunfo del PTI (Pakistán Tehreek-e-Insaf / Movimiento por la Justicia de Pakistán) ha roto todas las previsiones anteriores a la celebración electoral. Y todo ello en una coyuntura más que adversa.

Su líder, Imran Khan, estaba encarcelado y recibió una avalancha de condenas en días previos a las elecciones, buena parte de sus dirigentes y cuadros en prisión o en la clandestinidad. La formación fue privada de su icónico símbolo electoral (bate de criquet), no pudo concurrir como partido político (lo que le impide acceder al reparto de los 70 escaños para minorías y mujeres) y apenas pudo celebrar mítines, y su página web fue clausurada. Se le negó la igualdad de condiciones, con todas las instituciones y formaciones políticas en contra.

Y, pese a todo, es primera fuerza en el Parlamento estatal y ha vencido en dos de las cuatro cámaras provinciales. Analistas locales señalan como clave en esa victoria «el apoyo de los jóvenes, un voto de simpatía hacia el líder encarcelado y el sentimiento de rechazo a las maniobras del stablishment».

Las maniobras y la mano del todopoderoso stablishment (un término para no nombrar por su nombre al ejército) siguen moviendo los hilos. El recuento final, realizado con nocturnidad y alevosía, ha abierto la puerta a nuevas manipulaciones poselectorales, que arrojan dudas sobre la transparencia e imparcialidad del proceso.

EL EJÉRCITO SIGUE CONTROLANDO EL PANORAMA.

Heredero de la práctica colonial británica, que luego aprovechó la Guerra Fría y el apoyo de EEUU, se convirtió en un Estado dentro del Estado. Durante mucho tiempo ha utilizado el miedo a un posible enfrentamiento con India y el control de la política exterior y doméstica para mantener sus privilegios políticos y materiales.

Hoy es la institución con los mejores recursos económicos del país, con grandes partidas presupuestarias, un conglomerado empresarial y enormes propiedades de tierra. Sin olvidar que sigue recibiendo asistencia económica y militar de EEUU. Por ello, quiere mantener las enormes partidas presupuestarias y todas sus ventajas y negocios.

El periodista M. S. Ullah ha descrito así la situación: «Los señores feudales, en colaboración con una burocracia local cómplice, las fuerzas del orden y matones, ejercen una influencia abrumadora sobre la gobernanza local, dejando a los ciudadanos comunes y corrientes vulnerables a sus caprichos y favoritismo, e incluso dictando sus preferencias electorales, sofocando así la independencia y las libertades políticas».

PAKISTÁN SE ENFRENTA A UNA COMPLEJA SERIE DE RETOS.

El panorama económico es desolador, con una inflación y desempleo en auge, y una crisis de capital muy grave, todo ello agravado por las crisis internacionales y las graves inundaciones de 2022. Analistas señalan la necesidad de recurrir a nuevos préstamos, lo que generará una avalancha de medidas de corte neoliberal, que, a su vez, traerá el enfado de la población.

La inestabilidad política interna, marcada por la polarización política y ante el panorama de la formación de un Gobierno de alianzas débil se verá agravada por el aumento de la violencia. En los últimos meses los talibanes paquistaníes (TTP) se han reorganizado y, aprovechando el armamento abandonado por la OTAN en Afganistán, han lanzado una serie de ataques «de alto perfil». Y también está la insurgencia baluche, que ataca tanto a Pakistán como los intereses chinos en la región.

Las relaciones fronterizas tampoco pasan por su mejor momento. La expulsión de miles de inmigrantes afganos y la actividad armada del TTP han provocado fricciones importantes con el vecino Afganistán. Los ataques transfronterizos con Irán en la línea divisoria occidental han abierto un nuevo foco de preocupación. Mientras que las relaciones en torno a la frontera oriental siguen marcadas por las preocupaciones estratégicas de su histórico adversario, India, que celebra elecciones el próximo mayo.

La apuesta por la formación de una alianza de varios partidos daría al país un Ejecutivo débil, algo que aprovecharía el stablishment para seguir controlando las riendas, ya que, en caso de torcerse todavía más la situación, podría forzar su disolución y la convocatoria de nuevas elecciones. Sin la credibilidad de las elecciones y la legitimidad del Gobierno que se forme, difícilmente podrá Pakistán hacer frente a la inestabilidad política, económica y social. Y todo lo que sea regresar a los patrones de gobernanza de las dinastías familiares corruptas generará un mayor malestar social.