El Parlamento del enclave pro-rruso de Transnistria pidió ayer que Moscú le defienda ante «el aumento de las presiones de Moldavia», al tiempo que se dirigió a la ONU para «no permitir una escalada» de tensiones en la zona y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) para que «influya» en Chisinau con el fin de que «vuelva a un diálogo racional en el marco del proceso de negociación internacional y crear condiciones para una solución civilizada del conflicto».

Transnistria, territorio situado al este del río Dniéster, formó parte de la República soviética de Moldavia (Besarabia y la región norte de Bucovina, de habla rumana).

Anexionada junto con Gagauzia, un pueblo de origen turcomano desplazado en el siglo XIX de Bulgaria al sur de Moldavia, Transdnistria, con medio millón de habitantes (la mitad rusos y el resto sobre todo ucranianos rusoparlantes), se rebeló contra Moldavia tras la disolución de la Unión Soviética y frente a Gagauzia, que vio reconocida su autonomía, declaró su independencia de facto tras vencer en una guerra en la que contó con la ayuda de Moscú, que mantiene desde entonces un contingente militar.

Lo hizo en 2006 a convocatoria del Parlamento o Consejo Supremo, que desde entonces no se había reunido hasta ayer. Ganó el «sí» en referéndum con el 97% de los votos.

DISPUTA TERRITORIAL

El conflicto bebe de la disputa por el territorio entre la URSS, el nazismo y el aliado fascista rumano de este último. Victorioso, el estalinismo impuso una política de desrumanzación y de envío de colonos rusos y ucranianos, al modo en que hizo Lenin en la región del Donbass «ucraniano».

Setenta años después, la guerra en Ucrania ha devuelto las miradas a Transnistria. Los ucranianos denuncian planes rusos para atacar la gran ciudad portuaria de Odessa desde allí. Y la UE lo ve como una cabeza de puente rusa.

Rusos y transnistrios, recelosos de que la UE decidiera en diciembre de 2023 abrir negociaciones de adhesión con Moldavia, a la vez que con Ucrania, acusan periódicamente a Kiev de preparar una «provocación armada» contra Tiraspol, capital del enclave en la orilla izquierda del río.

Ni unos ni otros han presentado pruebas en uno u otro sentido, pero el asunto tiene su vertiente más prosáica.

Así, Transnistria acusa a Moldavia de imponer derechos de aduana sobre sus productos y justificaba la reunión de ayer del Consejo Supremo, por primera vez en 18 años, en el debate de medidas económicas para responder al desafío de Chisinau.

Pero es sabido que hasta las cuestiones más terrenales pueden encender una mecha de consecuencias impredecibles. Más, que no solo, en el espacio postsoviético.

Y la declaración de ayer es todo un aviso.

SOS de Ucrania a los Balcanes en pleno avance de Rusia

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, avanzó que pedirá a los líderes de los países de los Balcanes Occidentales, reunidos ayer y hoy en Tirana, que apoyen los esfuerzos de su país para lograr «una paz justa y duradera».

Albania, miembro de la OTAN desde 1999, es un firme valedor de Ucrania contra Rusia, pero maneja con discreción su ayuda militar a Kiev.

Estará presente en la segunda cumbre sobre Ucrania y los Balcanes Occidentales el presidente de Serbia, Aleksandar Vucic. Serbia es uno de los pocos países europeos desmarcados de las sanciones contra Rusia, pero Vucic se ha reunido varias veces con Zelenski en los márgenes de cumbres occidentales.

La cumbre coincide con el pequeño pero sostenido avance ruso. Ayer anunció la toma de la aldea de Stepove, al noroeste de Avdiivka. GARA