Itziar ZIGA
Escritora y feminista
JOPUNTUA

Fuimos marea, seremos tsunami

Mi primera tarde en Buenos Aires me llevaron a la ronda que siguen haciendo las Madres desde 1973 cada jueves en la Plaza de Mayo. Aterricé arrebatada. Al día siguiente, la marcha del 8M, la primera contra Milei: hambreador, represor, negador. El lema, “Acá estamos: fuimos marea, seremos tsunami”. Y vaya si lo fueron: nunca he visto una marabunta alegre y revolucionaria igual. Eso sí, cuánta colonización, cuantísimo racismo han hecho falta para que Argentina tuviera una imagen blanca de sí misma. Me lo dijo Georgina Orellano: Argentina es marrón. Luego la vi enfrentarse al mayor despliegue policial que he presenciado nunca, y ganarles: no lograron cerrar del todo la plaza.

Acabé la noche bailando cumbia en la sede de “Ni Una Menos”. Y no, la revuelta contra la violencia machista no la prendió el Me Too: las argentinas estaban marchando en las calles dos años antes de que las actrices de Hollywood se rebelaran, que a veces parecemos bobas de blancas que somos.

Georgina Orellano es la secretaria general del sindicato de trabajadorxs sexuales de Argentina, Ammar. Vine para celebrar con ellas sus 29 años de insurgencia puta organizada. Tuve la oportunidad y el honor de asistir a una asamblea con las representantes de cada provincia, de escucharlas contar cómo son maltratadas a nivel policial, institucional, inmobiliario, sanitario, por ser trabajadoras sexuales y pobres, algunas además trans. Y de verlas coordinarse, apoyarse, discutir, resolver, cuidarse, avanzar en sus objetivos políticos: muchísimo que aprender de vosotras, señoras putas alzadas.

Subidón bailar en directo a Chocolate Remix, con su reggaetón&rap queer que me encabrita en casa. Más aún cuando supe que apoya desde siempre a Ammar: las bolleras al lado de las putas. Acaba de sacar “Otario”, un tema que clama esto. «Dejen de pensar como empresarios si son proletarios, que se creen que son libres por llamarse libertarios». Delante de mí entregaron el carné de afiliada nº 7.000 de Ammar: la lucha puta sigue, y avanza.