Gasteiz antzokia: ¿realidad o quimera?
Trece organismos del mundo del euskara alzaron su voz la pasada semana en Araba. Mostraron su preocupación por los constantes atrasos que está experimentando el proyecto de Gasteiz Antzokia, oficialmente denominado Izaskun Arrue Kulturgunea. No entienden la desidia municipal y urgen a los organismos públicos a que pongan en marcha cuanto antes esta importante infraestructura cultural.
Hasta el momento no se ha ofrecido ninguna explicación satisfactoria que aclare las razones de la no puesta en marcha de la instalación. Cada cierto tiempo, la corporación municipal propone una fecha diferente. Y siempre las incumple. En un principio se habló de ultimar todos los detalles antes de la puesta en marcha. Luego se dijo que existían problemas burocráticos. Lo cierto es que el edificio está finalizado desde septiembre de 2022, pero seguimos sin noticias sobre su apertura, y sin que la máxima autoridad municipal nos haya ofrecido la más mínima explicación (bien es cierto que tampoco da opiniones sobre casi nada).
Lazarraga kultur elkartea, el organismo al que se adjudicó el diseño de la programación tiene preparada la misma −la tenía− desde junio de 2023. Había hilado los contactos, estrechado lazos con unas y otros, establecido un calendario con los grupos y agentes culturales. Todo estaba dispuesto para la puesta en marcha del espacio, pero el ansiado día nunca llega. Y, lo que es peor, todavía, a día de hoy, seguimos sin saber cuándo se abrirá definitivamente. Llegados a este punto creo que se impone una reflexión.
¿Qué está ocurriendo? Hablando con unos y con otras, todo el mundo parece coincidir en que es problema de desidia, de dejadez. Supongamos que así sea. La indolencia −sin embargo− no es en modo alguno algo vacuo o insignificante. Es una actitud que transmite sensaciones. Refleja una posición política. Quien marca la agenda prioriza unos objetivos y orilla otros. Ello ha ocurrido y está ocurriendo tanto en la actual legislatura liderada por Maider Etxebarria, como con la anterior que encabezó Gorka Urtaran. Lo curioso es que tanto unos como otras hacen −de palabra− profesión de fe. Dicen estar totalmente a favor de poner en marcha este espacio. El programa de gobierno pactado el pasado año, entre PSE-EE y EAJ-PNV citaba, entre sus 100 medidas estrellas, la siguiente: convertir el espacio Izaskun Arrue Kulturgunea en referente de la cultura vasca.
Pues bien, el actual programa de gobierno −de momento y en esto que nos ocupa− ni es referente, ni eficiente, ni consecuente. Izaskun Arrue Kulturgunea sigue cerrado a cal y canto y nadie sabe exactamente cuál es la razón. Oihaneder Euskararen Etxea cerró sus puertas en julio de 2022, supuestamente para pasar el testigo al nuevo espacio cultural. Gasteiz y Araba han perdido un lugar que sí era realmente referencial, tanto para la cultura vasca como para las artes escénicas en general. Existen, por supuesto, otros espacios. Se siguen dando conciertos y ofreciendo múltiples actividades en euskara, pero no olvidemos que Oihaneder era un espacio icónico, un lugar mágico, único. Y ese espacio se ha ido y su hueco ha quedado vacío. Gasteiz Antzokia aspira a ser mucho más que un mero lugar de conciertos. Está llamado a ser lugar de encuentro del mundo del euskara, tanto para agentes sociales como culturales, una factoría de creación, un taller de ilusiones y proyectos... Y sí, también un lugar para comer, beber, relacionarnos socialmente, para danzar y disfrutar del ocio en euskara. En definitiva, un espacio clave en el imaginario euskaldun en nuestra ciudad.
Lo que está ocurriendo es, sencillamente, inaceptable. El mundo del euskara en Araba lleva dos décadas tras este proyecto. Ha puesto todo en ello: trabajo, tesón, lo mejor de su materia gris. Todo. Los dirigentes municipales se han limitado a ofrecer declaraciones, manifestaciones que nunca llegan a materializarse. Mientras tanto, los y las trabajadoras de Lazarraga kultur elkartea siguen acudiendo a diario a su puesto de trabajo. Y lo hacen en circunstancias precarias, pero siendo muy conscientes de la tarea que les fue encomendada. Por no tener, no tienen ni tan siquiera permiso para ir a trabajar al nuevo espacio que ya está terminado. Incomprensible. Totalmente absurdo e indignante.
El próximo lunes llega la Korrika a Gasteiz. Seguro que los máximos dirigentes municipales aparecerán en lugares prominentes luciendo su peto recién planchado, apareciendo dignos en la foto correspondiente. Estupendo. Txalo bero bat. Pero el movimiento euskaltzale en Gasteiz y Araba necesita algo más que palabras. Dicen que hechos son amores que no buenas razones.
Lazarraga kultur elkartea precisa condiciones dignas, firmes garantías de poder llevar a cabo su trabajo de forma eficiente y un lugar digno en el que desarrollar sus objetivos. De lo contrario, quizás su paciencia se agote. ¿Quién implementará entonces el espacio Izaskun Arrue Kulturgunea? ¿Quién? ¿Maider Etxebarria?
La pasada semana se pronunció al respecto la escritora alavesa Karmele Jaio. Suyas son las siguientes palabras (traducidas al castellano): «estamos a la espera (...). El euskara y la cultura precisan este lugar. Estoy convencida de que pronto se hará realidad eso que desde hace tanto tiempo estamos deseando. La voluntad mueve montañas. Es capaz de vencer todas las dificultades. Será un lugar −un nido, una casa− para homenajear y recordar a tanta gente que trabaja en favor del euskara y la cultura. El euskara se lo merece. La cultura también. Y los gasteiztarras, también». Coincido plenamente con Karmele. Ella se acerca a la cuestión en clave optimista. Para que sus deseos −nuestros deseos− se cumplan hacen falta pasos firmes en ese sentido. Y tal como dice Jaio, para eso se precisa voluntad. Determinación política. No indolencia.
Cuando llega la Korrika o Euskaraldia es fácil portar el peto o lucir orgullosamente una chapa en la solapa. Es estético. Muy visual. Ilusionante. Hablando de ilusiones... temo que Gasteiz Antzokia acabe siendo un producto de nuestra imaginación. Quizás una quimera. Confiemos que se muy pronto una realidad y no una quimera.