Maite UBIRIA BEAUMONT
1995

Hallados los cuerpos de Joxi Zabala y Joxean Lasa en Alacant

Vecinos en tareas de rehabilitación del mural que recuerda en la plaza Patxa de Baiona a Lasa y Zabala, al igual que a Larre y Anza.
Vecinos en tareas de rehabilitación del mural que recuerda en la plaza Patxa de Baiona a Lasa y Zabala, al igual que a Larre y Anza. (Patxi BELTZAIZ)

El diario ‘‘Egin’’ llevó a su edición del 21 de marzo de 1995 una noticia devastadora para las familias de Joxi Zabala y Joxean Lasa. Los dos cuerpos que nadie reclamó durante diez años en el depósito municipal de Alacant eran los de los dos jóvenes refugiados a los que se perdió la pista, en otoño de 1983, en Baiona.

Un escalofrío se extendió desde la localidad natal de ambos, Tolosa, hasta el último rincón de Euskal Herria. La noticia causó el lógico impacto en la comunidad de refugiados en Ipar Euskal Herria.

La última vez que Joxi y Joxean fueron vistos con vida fue el 15 de octubre de 1983 cuando, tras cenar en casa de unos amigos, quisieron alargar la noche acudiendo a fiestas de Arrangoitze.

Pidieron prestado a sus anfitriones el coche que nunca llegarían a utilizar. Se habían comprometido a devolver el vehículo al día siguiente. Al no hacerlo, sus amigos empezaron la búsqueda. Localizaron el vehículo allí donde lo habían dejado aparcado. Lo cierto es que ese Renault 4L nunca se movió de ese lugar que la sentencia relativa al secuestro, tortura y muerte de Joxean Lasa y Joxi Zabala define como «un solar».

En ese espacio urbano de la capital labortana hoy luce una remodelada plaza Patxa. Y, en uno de sus muros, los rostros de Joxi y Joxean comparten mural con el heletarra Popo Larre. También con el retrato del último militante vasco desaparecido, Jon Anza.

La sentencia relativa al caso de Lasa y Zabala describe que «ya el 16 de octubre de 1983 sobre las 0.30 horas los vieron solos en la calle Tonneliers, dirigiéndose a un coche, que se encontrada aparcado en un solar cercano, les abordaron, lograron inmovilizarlos e introducirlos en los coches que llevaban» sus secuestradores, «cuya identidad -remarca el tribunal- no consta».

Pese a todos los esfuerzos de sus familias y de la propia comunidad de refugiados por seguir el trazo de la desaparición, no pudieron dar con el paradero de Joxi y Joxean.

Sus cuerpos no fueron hallados hasta una década después, en el depósito de cadáveres de Alacant. No estuvieron desaparecidos estrictamente hablando todo ese tiempo, sino más bien sin identificar.

De hecho, llevaban en esa morgue desde que se ordenó el traslado a ese depósito municipal de los restos que un labriego encontró el 20 de enero de 1985 en la conocida como Fouya de Coves, un remoto paraje de la localidad de Busot (Alacant).

Un mes antes de que ‘‘Egin’’ publicara, ese fatídico 21 de marzo de 1995, la noticia que provocó una auténtica descarga, en lo social y en lo político, en Euskal Herria, la acusación particular ejercida en nombre de las familias, la Fiscalía de la Audiencia Nacional española y la Policía Judicial de la Audiencia Provincial de Alicante habían dado ya los pasos necesarios para verificar la identidad de unos cuerpos que nadie reconoció en doce años.

La sentencia remarca que las revelaciones aparecidas en la prensa de la época y «los comentarios de personas implicadas en otros procesos respecto a la utilización de cal viva para hacer desaparecer cadáveres» llevaron al policía Jesús García García a atar cabos y lanzar la alarma sobre esos cadáveres.

El cuerpo de Joxean presentaba un solo impacto de bala en la cabeza, y a Joxi le dispararon dos veces en el cráneo. Los disparos les causaron la muerte de manera inmediata.

LLAMADA A UNA RADIO

Localizados los cadáveres de los dos tolosarras, cuadrar algunas piezas fue cuestión de tiempo.

Había sido precisamente a través de una llamada a Radio Alicante como la persona que se identificó como miembro de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) reivindicó el doble crimen para ese grupo armado directamente conectado con el Ministerio de Interior español. Se trataba de asumir la que, a la postre, se consideraría la primera acción de la organización parapolicial que, siguiendo el surco de otras siglas, practicó el terrorismo de Estado durante el mandato del presidente español Felipe González. Esa persona llamó a las 16.15 del 20 de enero de 1984 a la citada emisora y leyó, con voz nerviosa, un comunicado de cuatro puntos. En uno de ellos detalló que la ejecución de los dos refugiados se había llevado a cabo «a las 3 de la tarde de hoy». Los investigadores policiales no dieron crédito a esa declaración.

El shock generado por la aparición de los cuerpos, tras una década de zozobra para los suyos, dio paso a un torbellino de reacciones políticas y a revelaciones periodísticas que, desde el principio, apuntaron a la responsabilidad operativa del llamado «GAL verde». La asunción de responsabilidades políticas y el reconocimiento a las familias sigue siendo, 41 años después, la gran asignatura pendiente del «caso Lasa-Zabala».

EL CUERPO DE GERESTA

Justo tres años después de que se conociera a través de ‘‘Egin’’ que se habían identificado los cadáveres de Lasa y Zabala en Alacant, concretamente el 21 de marzo de 1999, fue identificado el cuerpo aparecido dos días antes en Errenteria. Se trataba del cadáver del militante de ETA José Luis Geresta. Murió de un disparo en la cabeza. Según relataron testigos citados por GARA, su cuerpo presentaba arañazos. Le habían extraído además dos piezas dentales.

Aunque casi de inmediato la Ertzaintza apuntaló la tesis del suicidio, Herri Batasuna vinculó la muerte del vecino de Zizurkil con «los aparatos del Estado». En días precedentes GARA se había hecho eco de informaciones que daban a entender que «Geresta había sido detectado por fuerzas policiales».

«Muerte en extrañas circunstancias» fue el titular elegido para su editorial, en el que exigía hacer la luz sobre otra muerte en la penumbra. Ello no impidió que la denuncia presentada por la familia Geresta se archivara un año más tarde.



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(). Irakurleak NAIZen bere osutasunean aurkituko duen lekukotasunak jasotzen duenez «bezperan, arratsaldez, 'Egin'eko erredakziora 'Lasa eta Zabala kasua'-ri buruzko berri garrantzitsuak zeuden informazioa iritsi zen. Telefonoz hitz egitea arriskutsua zenez, kasua zeramaten abokatuengana joatea besterik ez zen geratzen. Eta hala egin genuen, korrika eta presaka, jakinik estatu mailako beste egunkari batek albistea hurrengo egunean kaleratuko zuela. Albistea, hauxe zen: Alacanteko gorpu-biltegi batean indarkeria zantzuak zituzten bi gorpu azaldu ziren, ia zalantzarik gabe Lasa eta Zabalarenak. Erredakziora itzuli, albistea idatzi eta hurrengo egunean kalean zen. Esan beharrik ez dago tolosarren artean berealdiko zirrara sortu zuela, eta asko izan zirela irratian entzun ondoren korrika 'Egin' erostera joan zirenak».