EDITORIALA

Una causa contra la libertad de prensa

La justicia británica dio parcialmente la razón a los abogados del fundador de Wikileaks, Julian Assange, y decidió pedir a Washington garantías sobre tres cuestiones antes de decidir sobre su extradición a EEUU. Entre ellas está que Assange no se vea perjudicado por su nacionalidad, que no se le aplique la pena de muerte y que pueda alegar en su defensa la Primera Enmienda de la Constitución estadounidense, la que consagra la libertad de prensa. La petición aplaza nuevamente su libertad, pero también lanza una sombra de duda sobre el sistema judicial estadounidense.

La libertad de prensa es precisamente la clave del asunto por la que Assange se encuentra retenido desde hace 14 años en Gran Bretaña y la que ha llevado al Gobierno de EEUU a acusarle de 18 cargos por violar la Ley de Espionaje estadounidense, por los que puede llegar a ser condenado a 175 años de prisión. Julian Assange reveló documentos que, además de mostrar los tejemanejes y las miserias de las relaciones entre países en la trastienda del poder, revelaban graves violaciones de los derechos humanos que EEUU perpetró durante la llamada «guerra contra el terrorismo» en Irak, Afganistán o Guantánamo. Unas revelaciones que desvelaban la verdadera naturaleza corrupta del poder y los crímenes que se ocultan cuando se apela a la razón de Estado. Y esa es, precisamente, la misión del periodismo: revelar la verdad y velar porque los poderosos rindan cuentas de sus actos ante la opinión pública. La verdad no debilita a los países, sino que es la clave para afianzar la democracia, al evitar que políticos y funcionarios puedan cometer crímenes de espaldas a la ciudadanía.

La libertad de prensa tiene un carácter cada vez más formal, secuestrada por oligopolios editoriales y tutelada por la financiación publicitaria. Al parecer no es suficiente y con la persecución a Assange EEUU busca infligir un castigo ejemplar para evitar que filtraciones similares en el futuro. En Euskal Herria tenemos una larga experiencia de represión a la prensa independiente, comprometida con la verdad, la democracia y los derechos humanos. Por eso, la sociedad vasca sabe que Assange no debería estar en prisión ni un día más.