EDITORIALA

Portugal, ante el reto del cordón sanitario

Portugal tiene desde ayer nuevo Gobierno conservador, consecuencia de la victoria de la derecha en las elecciones del pasado 10 de marzo. Luis Montenegro es el nuevo primer ministro, pero ante él se presenta un panorama complicado. Se dispone a gobernar en solitario con 80 parlamentarios de un total de 230, muy lejos de la mayoría absoluta. La razón principal es la negativa del centro-derecha a pactar con Chega, el partido de extrema derecha que pasó de 16 escaños a 50. Entre Portugal y España no hay una frontera, hay un abismo.

Pero la legislatura nace condicionada por esos 50 diputados ultras y está por ver hasta dónde aguanta el cordón sanitario. La elección de la Mesa del Parlamento fue una muestra de estos límites y del doble juego al que pueden verse tentados los conservadores. Pactaron una presidencia rotatoria con el Partido Socialista, pero votaron a favor de una vicepresidencia para Chega. El principal peso de un cordón sanitario suele recaer sobre el centro-derecha, pero el papel de la izquierda acostumbra a olvidarse. Los primeros no pueden blandir constantemente el miedo a los ultras para obtener el apoyo de los progresistas, pero estos no pueden exigir mantener el veto a la extrema derecha sin dar algo de oxígeno a los conservadores moderados. Como todo acuerdo de país, una operación así exige aparcar partidismos, generar marcos de confianza, cooperar y actuar con generosidad. Se necesita, en resumen, creer que se está aportando algo importante.

Los próximos meses dirán si Portugal logra conjugar gobernabilidad y cordón sanitario, al tiempo que la izquierda reconstruye un proyecto claramente derrotado en las urnas hace tres semanas. El reto no es sencillo, desde luego, pero la historia reciente del país luso muestra que, contra todo pronóstico, fueron los interesantes años de la Geringonça -la inaudita alianza entre las tres fuerzas de izquierda- los que mayor solidez dieron al país, mientras que la mayoría absoluta del Partido Socialista, paradójicamente, sumió al Gobierno en el caos y la inestabilidad que han desembocado, finalmente, en la victoria de la derecha.