Lo digo pronto y claro: la cosa va en serio. Todos los avances demoscópicos en los que se señala la posible victoria de EH Bildu están causando un efecto demoledor en la campaña, el cambio de rictus de los contendientes y la desesperada cruzada de los medios de comunicación, convencidos de que se vota en el madrileño barrio de Chamberí y no en las poblaciones vascas, han sacado el espantajo de siempre y cuando suena la palabra ETA se deben afinar hasta los órganos catedralicios.

Es curioso que en todas las cloacas se han puesto a croar con el mismo ruido sobre la no condena del candidato que parece encabeza las posibilidades de ganar las elecciones. Lo hacen con alucinante convencimiento de que ellos son los poseedores de alguna revelación y que los votantes de Apatamonasterio van a cambiar su voto hacia las opciones españolistas porque ellos hablen con mucha insuficiencia filosófica de razones éticas. Dicen ética estirando el cuello y se convierten en estatuas de cal viva.

Ahora, de repente, les interesan mucho estas elecciones de una manera desenfocada. No han entendido casi nunca lo que sucedía de verdad en la sociedad vasca. Se han fiado de esos corresponsales que reparten doctrina partidista de manera grosera y nunca se han dedicado a escuchar. Se creen que la gabarra era una manifestación en honor de la Virgen de Begoña. Este esfuerzo por convencer del voto anti-EH Bildu en Soto del Real es un acto grotesco. La desesperación de algunos es manifiesta, por eso esta realidad social y política les supera y deben recurrir a todas las viejas trampas e intoxicaciones.