EDITORIALA

Un resultado formidable de EH Bildu que PNV y PSE deberían atender, no esquivar

Los resultados de las elecciones al Parlamento de Gasteiz de ayer son excepcionales. Una evolución como la del voto de EH Bildu solo se suele dar cuando hay crisis profundas o acontecimientos chocantes. Sin escándalos mediante, ni dimisiones, ni cismas en las fuerzas gobernantes, no es fácil que el principal partido de la oposición gane 100.000 votos, sume 6 nuevos escaños en una Cámara de 75, empatando con la primera fuerza a 27 representantes e incrementando un 4,7% sus votos, hasta llegar al 32,5%.

La candidatura de Pello Otxandiano ha logrado más de 340.000 votos y ha vencido en Araba y Gipuzkoa, recortando margen en Bizkaia al PNV de forma significativa. Eso indica que el crecimiento del soberanismo de izquierdas es orgánico, se basa en su oferta política, en su estrategia y en su liderazgo.

TODOS GANAN, PERO CONVIENE NO ENGAÑARSE

El PNV ha ganado en votos, lo cual es importante porque no lo veían claro, pero sus resultados no son buenos. Los jeltzales han perdido cuatro escaños y más de cuatro puntos porcentuales, quedando en el 35,2%. «En escaños hemos ganado empatando (sic) con la segunda fuerza», dijo Andoni Ortuzar en su primera valoración. Son ese tipo de actitudes las que les hacen perder credibilidad. Lo dijo rodeado de burukides simulando euforia, excepto el lehendakari Iñigo Urkullu, que apenas podía disimular su disgusto. La reorganización del partido sigue pendiente.

Imanol Pradales reivindicó por igual su victoria, pero en su discurso contuvo un punto la soberbia, destacó la pluralidad y la necesidad de hablar con el resto de fuerzas. Tiene una responsabilidad muy grande, y está bien que sea consciente de ello.

Los resultados de su socio, el PSE, son buenos, subiendo dos escaños, hasta 12, con un 14,2% de los sufragios. Eso supone que junto al PNV retienen la mayoría absoluta. Esta es, quizás, la mejor noticia de la noche para las ejecutivas del PNV y PSE. Eso sí, está por ver cómo negocia Eneko Andueza el nuevo reparto del poder. En todo caso, con este mandato democrático, gobernar en base a una agenda capada del PNV y con derecho a veto del PSE no parece viable. Está por ver qué influjo ejerce Ferraz.

Por contraste, a la izquierda del PSOE, Sumar logra un único representante y Elkarrekin Podemos se queda fuera del Parlamento. Era evidente que la división iba a pasarles factura. A ellos y ellas, y a las opciones de cambio, que dependían de los escaños que hubieran logrado unidas. Los y las votantes para quienes lo prioritario es la identidad española se les han podido ir al PSOE, mientras que quienes quieren un cambio progresista han podido elegir a EH Bildu. Otxandiano se comprometió anoche a ser la voz de esas 50.000 personas que han quedado sin representante.

La derecha española es marginal y no pinta nada en este Parlamento -solo puede ser un radar represivo-, pero ha maquillado sus resultados. El PP gana un escaño, hasta los 7, con casi 100.000 votos, un 9,2%. Desgraciadamente Vox mantiene su escaño, y habrá que perseverar en el vacío, confrontando social y políticamente su agenda.

INTERPRETAR EL MANDATO DE FORMA EDIFICANTE

En este Parlamento hay dos mayorías claras además de la del pacto PNV-PSE: una soberanista aplastante -la mayor de la historia de la Cámara, con 54 escaños- y una de izquierdas -con 38 representantes-. Incluso si el Ejecutivo repite la fórmula de la legislatura pasada, no se debería gobernar de espaldas a esas mayorías.

Eso implica un diálogo que trasciende la legislatura, con debates de país que atiendan al compromiso intergeneracional, que mitiga los intereses partidarios en pos de un nuevo ciclo político ineludible.