Raimundo FITERO
DE REOJO

Casilla de salida

Sigue. Y asegura que con más fuerza que antes. Su cara muestra un desgaste, un rictus de tristeza. Quizás sea una máscara que cubre sus ganas de venganza. Lo primero que Pedro Sánchez hizo ayer fue ir a la Zarzuela a darle el disgusto al cuñado de Urdangarin. La jauría ultra sigue también. Y ahora tiene unos días para seguir diciendo barbaridades, pero de mayor calibre. Pensaban que ya se habían cobrado la pieza. Es lo suyo. Y sigue la campaña catalana donde los resultados van a ser, al parecer, otro descanso en positivo y a PPVox una nueva constatación de su irrelevancia auténtica.

Lo que pasa es que esta vuelta a la casilla de salida no soluciona nada, deja un tiempo muerto, muerto. Y a partir de pasado mañana deberá hacer que esas ganas renovadas de regeneración tengan alguna repercusión real en su acción de gobierno, si va a pactar con su socios de legislatura una manera de acabar con el golpe de Estado de las togas y los corruptos de Feijóo o va seguir así, como un san Pedro mártir, que ayer, curiosamente, era su día.

Las expectativas creadas van a dar paso a un estado de frustración. Estos cinco días puede no haber servido para nada pues la reflexión se puede disolver con cualquier circunstancia coyuntural. Y la duda razonable es ¿quién ha reflexionado y en qué sentido? Me temo que volvemos a la casilla de salida, pero de una manera más crispada. Las reacciones de los agentes políticos son tan cutres que nunca sabremos dónde está la auténttica intención de sus declaraciones. ¿Cuándo volverá a sonreír el mártir? De momento suspiran aliviados quienes han asegurado el sueldo.