XOLE ARAMENDI
GASTEIZ
Elkarrizketa
Iñigo Zarate
Presidente del Festival de Jazz de Gasteiz

«El esfuerzo está en revisibilizar los festivales entre los jóvenes»

El certamen gasteiztarra es único en Euskal Herria en cuanto a su organización. «En el caso del festival de Getxo y San Sebastián son los propios ayuntamientos los que los organizan. Nosotros somos una asociación», explica. Protésico dental de profesión, Iñigo Zarate dedica parte de su ocio a las labores que conlleva la gestión de un festival como este.

(Endika PORTILLO | FOKU)

 

La edición que arrancará mañana -ayer hubo un aperitivo con sesiones musicales gratuitas en el Parque del Prado- el certamen continúa por la senda abierta en los últimos años. La programación tiene dos ejes centrales: la presencia de figuras consagradas -este año destaca Chucho Valdés- junto a nombres que atraigan a un público joven. De ahí que este año esté presente en el cartel Trueno. «Intentamos llegar a todos los estilos de jazz y también a todo tipo de públicos. Nuestra vocación es difundir el jazz y que venga gente nueva al festival», indica Iñigo Zarate, presidente del Festival de Jazz de Gasteiz.

Con Valdés, al cumplirse el 50º aniversario del grupo Irakere, no han tenido mucha duda. «Es el grupo más icónico del jazz cubano. Era una ocasión muy clara para traerlo», señala. En el caso de Trueno el trabajo ha sido distinto. «Hemos hecho la jugada al revés. La pregunta que nos hicimos fue: ¿a quién podemos traer que llegue al público joven? El público objetivo de Trueno está por debajo de los 30 años, incluso podríamos decir que por debajo de 25 años. El trabajo fue buscar a alquien que hablase su idioma, en este caso rap o hip-hop», señala.

MÚSICOS

Zarate destaca la participación de músicos en el espectáculo. «Hoy en día se hacen conciertos en los que los cantantes no llevan bandas. Solo se ven a bailarines, y todo está pensando para la imagen y las redes sociales. Queríamos que llegara a los jóvenes, pero que tuviese músicos y ofreciera una alta calidad, que cumpla con lo que desde el festival nosotros entendemos que debe ser la música en vivo», dice. En la programación, también destaca la presencia de mujeres. «No es algo buscado, están ahí. Muchas mujeres están en el top de mejores músicos. Myra Melford’s Fire & Water Quintet es un verdadero All Star de músicos. ¡Es una auténtica locura de quinteto! ¿Les hemos contratado por ser mujeres? Claramente no. Mary Halvorson es una de las mejores guitarristas del mundo en jazz... Todas ellas están en el top 5 en todos los rankings de músicos. Lo extraño es no ver mujeres en algunos festivales. La calidad no es el problema, ni mucho menos».

Hay quien dice que, de tanto abrirse a nuevos públicos, en los certámenes vascos se escucha de todo menos jazz. «No es nuestro caso. Tenemos algo más de 50 conciertos y el único que no es tan jazz es el de Trueno. En la primera parte del concierto tenemos una selección de raperos vitorianos con músicos vitorianos y estos sí van a rapear sobre jazz. Lo que buscamos es atraer a jóvenes y exponerlos al jazz también. Tampoco creo que sea tan grave abrirse a otras músicas -lo hemos hecho más veces a lo largo de la historia-, mientras se mantenga una calidad óptima en la programación. Hemos traído a Paco de Lucía, que claramente no hace jazz, pero cuando tienes la oportunidad de acercar a un músico de esa calidad tan sobresaliente yo creo que no hay problema. Otra cosas es que programes cualquier cosa. Pero cada uno sabrá cómo lo hace. Hay que llegar a todos los públicos. Porque un festival grande que cuenta con dinero público haga un guiño a gente no aficionada al jazz para que disfrute del certamen y abra una puerta para que entre no pasa nada. No es un problema grave», opina.

OFERTA DURANTE EL AÑO

¿Qué decir de la oferta jazzística durante todo el año? «Empezamos a organizar los festivales de jazz y gracias a ello se ha creado la afición que existe hoy en día. Si no el escenario no sería el que tenemos. Que durante el año hay que hacer más esfuerzos, estoy totalmente de acuerdo, y gracias a que existen clubs que se dedican a ello. ¿Ese trabajo corresponde al festival? No necesariamente. Un festival bastante tiene con organizar el propio certamen» [sonrisa].

«Nosotros colaboramos con el club de jazz The Tap para organizar conciertos durante el año. El jazz no es una música solo de verano. De todas maneras, en Vitoria hay más ciclos, no creo que la situación sea tan grave», sigue.

El festival gasteiztarra forma parte de una organización internacional en la que están los festivales más importantes del mundo. «Ello nos permite manejar información de primera mano de todo lo que se mueve en el jazz. Músicos nuevos, quién es interesante, a quién le ha funcionado su proyecto... Nos ayuda mucho y nos abre muchas puertas», explica Zarate.

NUEVOS CONSUMOS

Las nuevas generaciones tienen nuevos modos de consumo. «Ya no les llegan los inputs de otras músicas al margen de lo que les gusta. Es el problema del algoritmo. Cuando le enseñas el camino de lo que te gusta siempre te mostrará ese determinado tipo de música. El esfuerzo está en revisibilizar los festivales y su importancia -creo que altísima- entre los jóvenes. Ese es el reto de casi todo el mundo, tanto del jazz como del rock o de la música clásica. Están muy encerrados con su musica y cuesta abrir esas puertas».

¿El relevo generacional perseguido en el público se está dando en la organización? «Cuesta más. Sí lo logras en cuanto a voluntarios en el transcurso del festival, pero conseguir compromiso durante todo el año es más complicado. Pero no nos quejamos. Trabajamos 10 personas en el festival y contamos con la implicación de 50 voluntarios».

Queremos saber cómo está siendo su experiencia personal. «Es super positiva, si no estas cosas no las harías [sonrisa]. Me atrajo la música y la necesidad de asociacionismo, de arrimar el hombro. Si no fuese por todos los voluntarios que colaboran y por toda la gente que desinteresadamente se preocupa por llevar a cabo estos actos, habría muchas cosas que no se podrían hacer. Tendrían al menos un presupuesto muchísimo más alto», reconoce Zarate.