EDITORIALA

Biden, una decisión inevitable y arriesgada

Finalmente, Joe Biden ha decidido hacerse a un lado y dejar que el Partido Demócrata elija otro candidato para competir contra Donald Trump en la carrera para ser presidente de EEUU. Lo cierto es que, si se hace caso a las encuestas, nadie puede asegurar que haya candidato mejor que Biden para esa labor. Pero sus desvaríos y la presión desatada tras el debate hacían inviable su candidatura. Se ha resistido, pero ha acabado cediendo. En su carta, siguiendo la retórica que han exportado a todo el mundo, Biden reivindica su labor, su lealtad al partido y la grandeza de su país.

La vicepresidenta, Kamala Harris, es a estas alturas la candidata más lógica y Biden no dudó en apoyarla al hacer pública su renuncia. A pesar de tener un balance no demasiado positivo de su legislatura –el puesto de vicepresidenta es una condena política– y un perfil ideológico muy criticable –autoritaria, alineada con el establishment, arribista…–, Harris parece la opción más plausible. No hay duda de que ha intrigado
para, llegado este momento, recibir el apoyo de Biden. A su favor está que es conocida por la mayoría de votantes –algo crucial a apenas tres meses de las elecciones–, que puede reivindicar la parte más constructiva del legado de Biden y que representa a la base racializada y femenina del voto demócrata, la baza más fuerte que tiene en este momento cualquier alternativa a Trump. No obstante, en la maniobra por descabalgar a Biden hay quienes desean liquidar la papeleta entera. Paradójicamente, el ala izquierda del Partido Demócrata, socialistas democráticos como Bernie Sanders o Alexandria Ocasio-Cortez, han sido críticos con esta maniobra y defendían las opciones de Biden para vencer a Trump.

Trump es un peligro para la Humanidad. Habrá quien diga que también lo era Biden, con su apoyo a Netanyahu y su visión imperialista, y no le faltará razón. Sin embargo, quien no vea la diferencia entre lo malo y lo peor sostiene una visión fatalista ajena a lo político o simplemente tiene tantos privilegios que no le importa cómo puede afectar una nueva Administración Trump a las comunidades y personas que perderán los pocos derechos y libertades que tienen.