Racismo y dictadura, otros fantasmas del equipo femenino italiano de vóley
Es el favorito para ganar el oro en el deporte que arranca hoy en París, pero carga en su interior con historias personales tremendas, como la de la estrella absoluta, Paola Egonu, víctima de racismo en su país, o la del seleccionador Julio Velasco, el argentino que escapó de la dictadura.
En el deporte puedes ganar todas las competiciones, pero si fallas en los Juegos Olímpicos el triunfo será siempre incompleto. El voleibol italiano llega a París, sobre todo con el equipo femenino, como favorito. Las azzurre han ganado dos de las tres últimas Nations League, en 2022 fueron bronce en el Mundial y triunfaron en la Eurocopa en 2021. Están en la elite de este deporte hace décadas y tienen la mejor jugadora del mundo, Paola Egonu, pero en los Juegos no han pasado nunca de cuartos.
Los fantasmas en este sentido se acumulan, y convierten a la Italia de vóley en un equipo muy especial, empezando por sus protagonistas.
PAOLA EGONU, VOLEIBOL Y POLÍTICA
Ahora mismo no hay jugadora más desequilibrante en este deporte que Paola Egonu, tanto a nivel técnico como comunicativo o de imagen. En la cancha es indiscutiblemente la mejor atacante del planeta, ganadora 3 veces de la Champions League, máxima anotadora de cualquier competición donde haya tomado parte, portento físico y personalidad aunados.
La lista de triunfos, con todo, es inferior a lo que Egonu representa en el país donde nació, en 1998: una Italia que oficialmente siempre se declara antirracista pero elige a gobiernos de derechas o de extrema derecha, donde un peso importante en las coaliciones lo mantienen grupos tan poco acogedores como la Liga Norte.
Sí, porque Paula es negra, hija de dos migrantes nigerianos: la suya es una historia de éxito entre miles y miles de pobreza e infortunio. Además, Egonu nació en la coqueta ciudad de Cittadella, cerca de Padua, en la región de Véneto donde el partido de Matteo Salvini tiene una fuerza evidente desde hace décadas. Es negra y es homosexual además, porque Paola hizo pública su relación con otra jugadora en 2018.
Véneto no es el Alabama de ‘En el calor de la noche’, pero varios episodios racistas en los últimos años han tenido como lugar esta región, donde Egonu nació y donde jugó en el equipo de Conegliano, dominador en Europa entre 2019 y 2022.
Nunca ha sido normal o tranquilo para ella vivir en Italia. Ya estallaron polémicas cuando se fue a Turquía, al VakiBank, donde ganaría otra Champions League. «Mira, se escapa para ganar más dinero», eran los comentarios que se leían, como si ser la mejor del mundo significase jugar gratis. Cuando volvió a Italia, fichada por el equipo de Milán el pasado verano, fue criticada en sentido inverso: «Entonces, ¡Italia no era tan mala como para escaparse!».
Entre las polémicas más sonadas, una con el candidato de la Liga Norte en las últimas elecciones europeas, el general Roberto Vannacci: «Los rasgos de Egonu no representan a Italia, cuando veo a una persona negra no la identifico con una italiana». Las denuncias de Paola fueron archivadas.
En su segunda participación olímpica, a Egonu no le queda otra que ganar el oro para tapar muchas bocas. Italia -que tiene en su plantilla otra chica negra, Myriam Sylla, nacida en Palermo de una familia de Costa de Marfil- es considerada la favorita número uno en el torneo que empieza este domingo.
JULIO VELASCO, EL FILÓSOFO
Gestionar las presiones es algo bien sabido para el entrenador de este equipo: Julio Velasco. Su historia también es muy llamativa: este técnico argentino fue adoptado por Italia desde que en 1983, con 31 años, se escapó de la dictadura militar para encontrar refugio en Jesi, en la región de Marche, en la costa adriática.
A Velasco los militares de Buenos Aires lo habían puesto en el punto de mira desde que lo descubrieron como brillante estudiante de Filosofía y además militante de izquierdas. Cuando su hermano menor, Luis, desapareció durante dos meses, en que fue torturado y sometido a simulacros de fusilamiento, Julio pensó: «Igual me buscaban a mí».
La reacción fue huir a Italia, justo lo contrario a lo habitual. De hecho, miles y miles de familias desde las Marche habían cogido un barco hacia Argentina para escaparse de la pobreza, a finales del siglo XIX. Familias con apellidos como Ginobili, Nocioni o Messi, por ejemplo. Velasco hizo lo contrario gracias al voleibol, deporte donde en Argentina había empezado a crear su mito como jovencísimo entrenador.
En Jesi lo acogieron con enorme cariño. El voleibol en Italia empezaba a despuntar, porque hasta la década de los 80 lograba algunos resultados esporádicos pero se consideraba aún un deporte de segunda o tercera división. Velasco empezó a arrasar con los clubes (Modena, sobre todo) y luego con la selección, que llevó a una serie inmejorable de triunfos acompañando desde el banquillo a la llamada ‘Generazione di fenomeni’, una especie de ‘Dream Team’ con nombres como Andrea Zorzi, Lorenzo Bernardi, Andrea Lucchetta, Andrea Giani, Luca Cantagalli o el actual seleccionador del equipo masculino, Ferdinando De Giorgi. En seis años llegaron dos Copas del Mundo, tres Eurocopas y cinco ediciones de la World League.
Las únicas decepciones, durísimas, ocurrieron en los Juegos Olímpicos, donde Italia siempre llegaba como favorita y siempre se hundía. Tanto en Barcelona 1992 como en Atlanta 1996 el verdugo de los azzurri fue Países Bajos: en Catalunya fue en cuartos de final y en Estados Unidos en una final que todavía hoy está considerada como uno de los mejores partidos de todos los tiempos. De hecho los neerlandeses conocían muy bien a los de Velasco porque casi todos jugaban en equipos de la liga italiana, top mundial por aquel entonces.
El caso, pues, es que ni el equipo masculino ni el femenino han ganado un oro en los Juegos: lo máximo, tres platas.
Con todo, el impacto de Velasco ha sido casi más comunicativo que técnico. Son inolvidables sus conferencias en que intentaba explicar el valor de las derrotas, la importancia de saber perder para mejor, y sobre todo no echar nunca la culpa a un compañero en un deporte de equipo como es el voleibol. Este último detalle, sobre todo, es muy contracultural para la mentalidad italiana, en que los fracasos se justifican acusando al arbitraje, a la mala suerte, al tiempo adverso... No, Velasco es el hombre de las frases concluyentes: «Quien gana celebra, quien pierde explica» es quizás la más famosa.
Llamado a tomar las riendas del equipo de voleibol femenino en este 2024 con el objetivo declarado de ganar el oro en los Juegos, vuelve a este banquillo después de la experiencia no muy afortunada entre 1997 y 1998. Expulsar fantasmas del pasado, junto con la fenomenal Paola Egonu, será la clave.