Mertxe AZKARRAGA, Rafa ISASI, Maddi ISASI y Unai ISASI
KOLABORAZIOA

Desde nuestra experiencia... ¡balcones y ventanas de color!

Hace cinco años largos, recibimos en nuestra casa el impacto de una bala, que entró por la ventana y pegó en la pared interior: ante un hecho tan violento, nos fue difícil asumir lo que había ocurrido. Encima de esa ventana teníamos colocada la bandera con el símbolo de «Presoak Euskal Herrira» e inmendiatamente sospechamos que quien había disparado era un vecino, ex policía nacional. Desde ese momento se desencadenaron una serie de investigaciones de la Ertzaintza y fuimos observando el trato de favor que recibía el entonces presunto agresor: pasaron horas hasta que se personaron en su casa; apenas le hicieron unas preguntas, aunque vieran en su domicilio pistas más que sospechosas; lo detuvieron después de cuatro largos días; les enseñó, acorralado, el depósito de armas que tenía y quedó inmediatamente en libertad, habiendo declarado que «se le escapó un tiro»...

Si bien hay que decir que estas podrían ser o tendrían que ser las formas de tratar en una comisaría, sentimos una gran discriminación que se corroboró cuando, días después, a pocos kilómetros, fue detenido por la Ertzaintza Galder Barbado (y también Aitor Zelaia en Agurain), ya que estas detenciones, por el contrario, se llevaron a cabo con extrema violencia, tratándolos como no-personas en todo momento, además de que las acusaciones contra ellos se mantuvieron sin fundamento, su juicio fue vergonzoso... y están pagando años de cárcel. ¿Somos las personas abertzales acaso víctimas de segunda?

Hace un mes hemos tenido que recordar estos hechos que nos causaron tanta angustia para encarar el juicio. Y no solo eso, sino que hemos tenido que acudir a la Audiencia Provincial habiendo realizado un trabajo de reflexión, con alto coste emocional, para ver con claridad, apartando la rabia que nos causó todo esto, y saber qué queríamos en el Juzgado: era saber la verdad y que el acusado confesara que deliberadamente disparó hacia nuestra casa. Y lo conseguimos. ¿Acaso le molestó ver en nuestra ventana la bandera pidiendo la repatriación de presos y presas vascas a Euskal Herria?

No ha sido nuestra intención encerrar a esta persona en una prisión de por vida. No son tiempos de cárcel. Nuestra intención ha sido que se vea claramente que el odio que difunden los mensajes de los voceros fascistas, acompañados de armas, llegan a crear este peligroso clima de violencia.

Nuestra casa siempre ha tenido las puertas abiertas, recibimos a gentes diversas, respetamos la pluralidad, compartimos basados en la confianza y el respeto. Al fascismo le molesta que el encuentro entre diferentes sea una realidad, que se tiendan puentes, ya que solo le interesa imponer su mundo gris y negro. Y por todo esto, animamos a la ciudadanía a que haga lucir en ventanas y balcones banderas que nos representan, que la derecha simpre quiere borrar. ¡Qué imagen darían nuestras calles mostrando reivindicaciones de todos los ámbitos, colgadas en nuestras casas, coloreando pueblos y ciudades! Y de paso, enseñando a quien nos visita que está en Euskal Herria, y que queremos que esta sea de colores variados y de convivencia por encima de nuestras diferentes maneras de pensar (euskal presoak etxera).