Olvidar mucho, pensar muy poco
El otro día comenté con un amigo lo esperanzador que resulta sentir en la calle la solidaridad popular con el pueblo palestino. También le confesé que había momentos en los que me parecía que esa solidaridad se había acomodado a unos actos que, aunque necesarios, se enmarcaban dentro de lo políticamente correcto, sin crear verdadera confrontación con los gobiernos e instituciones que, con sus políticas, directa o indirectamente, consienten que Israel continúe con el genocidio del pueblo palestino y la peligrosa desestabilización de Oriente Medio. Entonces fue cuando hablamos de los JJOO y de la conformidad con que la opinión pública ha aceptado la participación de Israel. La memoria histórica dice que la cita olímpica de 1936 en Berlín, inaugurada por Hitler, sirvió para legitimar el nazismo. En París la «alegría del deporte», como afirmó Macron, ha servido para olvidar el genocidio y validar al gobierno criminal de Netanyahu. Al menos, en aquel 1936, en EEUU y Europa, aunque se perdió, se dio un importante debate para boicotear los Juegos. El Frente Popular, entonces en el gobierno español, decidió no participar y convocó en Barcelona, en las mismas fechas, unas Olimpiadas Populares que nunca llegaron a celebrarse. Se diría que en 88 años hemos olvidado mucho y pensado muy poco.