Amaia U. LASAGABASTER
CICLISMO - CLÁSICA DE DONOSTIA

Hirschi culmina el trabajo del UAE pese a la insistencia de Alaphilippe

El corredor suizo fue el más rápido en el sprint a dos que decidió la Clásica. La carrera se rompió en Erlaitz, donde UAE metió cinco representantes en la veintena de corredores que se jugó la victoria, y se definió en la durísima ascensión final a Pilotegi.

Visma asumió la responsabilidad de la carrera durante la primera parte pero después se desvaneció.
Visma asumió la responsabilidad de la carrera durante la primera parte pero después se desvaneció. (Gorka RUBIO | FOKU)

Marc Hirschi inscribe su nombre en el palmarés de la Clásica. El corredor suizo se impuso en la 43ª edición, culminando el trabajo del UAE, que metió cinco representantes en la veintena de corredores que se jugó la victoria después de que la carrera se rompiese en Erlaitz, aunque no pudo hacerlo hasta el útimo metro por la insistencia de un Julian Alaphilippe que estuvo en todas las batallas importantes y rozó su segunda victoria en la prueba que ganó hace seis años.

No es la primera vez que los dos corredores, a los que los rumores colocan en el Tudor de Fabian Cancellara la próxima temporada, se la juegan. En 2020, el ciclista de Soudal se adjudicó su primer Campeonato del Mundo con el suizo haciéndose con el bronce en Imola. Dos semanas antes, Marc Hirschi había conseguido la que sigue siendo su mejor victoria, la 12ª etapa del Tour -el de su debut, con apenas 21 años, en el que también se llevó el maillot al corredor más combativo-, que había rozado en la segunda, cuando se vio superado al sprint por Julian Alaphilippe. Ese mismo año, Hirschi fue uno de los corredores que aprovechó el error del bicampeón mundial en la Lieja, donde levantó los brazos creyéndose vencedor y se vio superado en la misma línea de meta por Primoz Roglic y el propio Hirschi.

Antes de su nuevo mano a mano en La Zurriola, la Clásica parecía ir por otros derroteros, al menos en la primera parte de una carrera patroneada por Visma, que después se desvaneció. Esos dos primeros tercios del día estuvieron protagonizados por la fuga habitual. Una decena de corredores -sin representación vasca, ni de ciclistas ni de equipos- ocupó la cabeza prácticamente desde el banderazo de salida hasta las primeras rampas de Jaizkibel. Allí, el acelerón de Simon Carr permitió al corredor de Education First, dirigido por Juanma Garate, prolongar su aventura, mientras el resto de compañeros de escapada iban siendo neutralizados por un pelotón que comandaba todavía Visma con los Soudal bien colocados.

El ciclista británico superó el puerto en cabeza pero para cuando llegó al pie de Erlaitz su ventaja apenas alcanzaba el minuto. La dureza de la ascensión y el desgaste previo le pasaron factura, la renta cayó con velocidad y ni siquiera pudo coronar por delante.

Un movimiento acabó con su ilusión y, de paso, con las opciones de varios de los nombres que se repetían en las quinielas. Lipowitz saltó del pelotón, Alaphilippe se pegó a su rueda, el grupo se rompió y los Visma desaparecieron de escena. Pavel Sivakov salió en busca de la pareja con fuerza y, aunque Alaphilippe se mantuvo a su rueda durante algunos metros, el corredor ruso -nacido en Italia, oficialmente francés desde hace dos años- acabó marchándose en solitario mientras por detrás se iban descolgando del grupo principal Vingegaard, Yates, Bardet y otro considerable número de ciclistas.

El golpe de mano fue coral porque en la veintena escasa de corredores que se agrupaban por detrás de Sivakov -sin presencia del Visma, ahora sí de Caja Rural y Kern Pharma con Cepeda y Castrillo-, entre los que aguantaba Alaphilippe, había otros cuatro corredores del UAE (Hirschi, Del Toro, Christen y McNulty). Lotto metió tres (Kron, Van Eeetvelt y Van Gils) e Israel otros dos (Woods y Bennett). Al llegar a Pasaia, con los Lotto asumiendo la responsabilidad de la caza, los perseguidores se situaban a veinte segundos del ruso, con otro grupo más amplio en el que se encontraban Landa y Kuss a más de minuto y medio ya, lo que les dejaba fuera de combate.

ALAPHILIPPE INSISTE

Sivakov se aferró a su puñadito de segundos por las calles de Donostia, pero en las primeras rampas de Pilotegi se acababa su intentona y empezaba la segunda de Alaphilippe. No sería la única. Sí varió la identidad de sus acompañantes. McNulty, Van Eevelt -gran actuación del flamenco, en su segundo año como profesional, que acabó tercero- y, finalmente, Hirschi.

El suizo aguantó el último arreón del corredor de Soudal, con miles de aficionados a sus flancos y justo cuando la carretera se empinaba y estrechaba más, y ambos coronaron Pilotegi por delante para lanzarse cuesta abajo y jugarse la victoria en un sprint a dos. Viendo a Van Eevelt cerca, no quisieron tontear y, sin dejar de mirar atrás para medir la amenaza del flamento, los relevos fueron regulares hasta los últimos metros, en los que Hirschi fue más listo y rápido para conseguir la victoria. La primera en una prueba World Tour que consigue desde su prolífico 2020, con la que prolonga el temporadón de su equipo -más de sesenta victorias lleva el UAE, incluyendo el doblete Giro-Tour de su líder Pogaçar-, para el que también han sido pródigas las carreteras vascas, con el triunfo de Juan Ayuso en la Itzulia y Jan Christen -ayer acabó en el topten- en la Clásica de Ordizia.

Jefferson Cepeda, de Caja Rural, fue 13º a 37 segundos, pero hay que irse hasta la 30ª plaza para encontrar al primer corredor vasco en cruzar la línea de meta. Fue Óscar Rodríguez, que llegaba a 3:53 del ganador, en el mismo grupo que Mikel Landa, Kuss, Ciccone o Kelderman. Vingegaard, como Bardet o Yates, ni siquiera llegó a La Zurriola.

LA ALEGRÍA DEL UAE

«Es una gran victoria, significa mucho para mí», aseguraba Marc Hirschi tras colocarse la txapela. «Ha sido muy duro -reconoció-. Cuando Alaphilippe ha atacado me ha costado mucho seguirle, pero he podido hacerlo, hemos tirado adelante y nos la hemos jugado al sprint».

Exultante se veía a su entrenador, que subrayaba la «satisfacción absoluta» del UAE, «no solo por Marc sino porque el equipo ha corrido francamente bien, al ataque como nos gusta». Durante el primer tramo de la carrera pareció que el equipo a batir era Visma, pero fue otro el que se llevó el protagonismo. «Tenían un líder indiscutible -argumentaba Josean Fernández Matxin- y era claro que corrían para Jonas [Vingegaard]. Nosotros teníamos un gran equipo; quizá no un Pogaçar o un Vingegaard, pero sí un buen bloque. Teníamos que ir a atacar, como solemos hacer, así lo hemos hecho y la satisfacción es absoluta», insistió el director del UAE, que además de la victoria se llevó los premios de la montaña, regularidad -ambos para Sivakov-, joven -Christen- y, lógicamente, la clasificación por equipos.

Solo se le resistió la combatividad, que se adjudicó un Alaphilippe insatisfecho a medias «porque me he sentido bien. Estoy decepcionado por haberme quedado tan cerca de la victoria, pero también estoy contento porque lo he intentado, he dado lo mejor y estoy en el podio detrás de un gran corredor», explicó.