Ainara LERTXUNDI
BILBO
Elkarrizketa
GLORIA CUARTAS
Unidad de Implementación del Acuerdo entre las FARC-EP y el Gobierno

«Nos da miedo ver el monstruo que se creó durante 70 años en Colombia»

Proveniente del movimiento social, exalcaldesa de Apartadó, premio mundial de alcaldes por la paz y designada por la Unesco como una de las 60 mujeres más importantes del mundo que trabajan por la paz, Gloria Cuartas dirige la Unidad de Implementación del Acuerdo Final firmado en 2016 entre las FARC-EP y el Gobierno de Juan Manuel Santos.

(Monika DEL VALLE | FOKU)

Gustavo Petro cumplió el pasado miércoles, día 7, dos años al frente del Gobierno colombiano. En su discurso de medio mandato, reconoció que «no hemos logrado todo cuanto hubiéramos querido, pero sí hemos hecho, y hemos hecho más de lo que muchos piensan o dicen». Resaltó que «no han sido años fáciles, nos queda el remate en donde lo daremos todo para conseguir la meta».

Su política de «paz total» ha sido uno de los ejes de su Presidencia. Precisamente, el pasado día 3 culminó el cese al fuego en vigor durante un año con el ELN. Aunque las conversaciones entre el Ejecutivo y la guerrilla permanecen congeladas, el Comando Central ha puesto como condición para reanudarlo que entre en vigor el decreto presidencial para retirar al ELN de la Lista de Grupos Armados Organizados, emitido en junio. Ha señalado, que esperará hasta el 23 de agosto para que se haga público. Durante este periodo, se compromete a no realizar «operaciones ofensivas».

Otro de los retos que afronta la «paz total» es el cumplimiento de los acuerdos con las FARC-EP. Colombia ha pedido al Consejo de Seguridad de la ONU extender el periodo de implementación, para lo que se estableció un plazo de 15 años.

Sobre todos estos desafíos y también sobre los pasos dados conversó con GARA durante su visita a Euskal Herria Gloria Cuartas, directora de la Unidad de Implementación del Acuerdo Final firmado entre esta guerrilla y el Gobierno de Juan Manuel Santos en 2016.

¿En qué momento está de la implementación de los Acuerdos de La Habana, firmados el 24 noviembre de 2016?

El presidente Gustavo Petro nos ha planteado el gran reto de la paz total que, además de implementar el acuerdo de La Habana, implica encarar los nuevos procesos. Cuando hace dos años llegó a la Presidencia, con un debate sobre el punto 1 del acuerdo, la reforma rural integral. Tenemos 157.191 hectáreas compradas y 808.815 formalizadas. Es muy poco en relación al gran reto que tenemos. Sin embargo, debemos preguntarnos qué ha significado para el país tener diez millones de víctimas.

El desafío que se ha marcado el Gobierno es llegar al 80% de la actualización catastral. Esto es importante no solo para entregarles nuevos recursos a los municipios, sino para ordenar territorialmente el país.

Tenemos 166 proyectos integrales de desarrollo agropecuario y rural con una inversión de 403.000 millones de pesos. Hemos desarrollado una nueva metodología para la distribución de regalías que antes de llegar nosotros se concentraban en cuatro regiones del país.

Hemos desarrollado proyectos de inversión en minas y energía, transporte, vivienda, ciudad y territorio, y educación en 21 departamentos.

En cuanto al punto número 2 del acuerdo de paz -participación política-, el Congreso de la República no ha admitido la reforma política. Han asesinado a 420 firmantes de paz y a 1.300 líderes sociales. Según la ONU, un acuerdo de paz no resiste más de cinco años, porque al cabo de este tiempo aumentan las deserciones. A casi ocho años, hay 12.093 firmantes de paz activos de 13.000.

¿Cuál es uno de los problemas robustos que veo en el cumplimiento? Que cada Gobierno le pone un sustantivo o un adjetivo a la paz. [Iván] Duque hablaba de paz con legalidad; Petro, de paz total. Hasta su llegada, la visión de los Gobiernos de la reincorporación era de carácter individual.

¿Qué supusieron los cuatro años del Gobierno de Iván Duque en cuanto a la reincorporación y la implementación?

Duque no invirtió en la paz, fueron cuatro años en los que no compartió ni la filosofía política ni humanista del acuerdo, ni tampoco la posibilidad de ver la complejidad territorial.

Venimos de un conflicto en el que hay entidades del Estado responsables de violencias políticas. Yo te lo puedo decir con toda claridad: El Gobierno de Petro no manda asesinar ni campesinos ni líderes sociales ni firmantes de paz. Este dato es un cambio; sin embargo, el asesinato sigue. Para quienes venimos del movimiento social, el acuerdo de La Habana fue importantísimo. ¿Pero es posible avanzar en nuevos acuerdos de paz si no hemos sido capaz de cumplir con este?

Cuando Petro habla de la imposibilidad de cumplir el acuerdo con las FARC-EP no es que no quiera cumplirlo, sino que los intereses en juego llevan a la élite de la ultraderecha colombiana a buscar el fracaso de Petro. Pero si ocurre, fracasamos todos. El golpe blando que se está viviendo en el país no solo es contra la figura de Petro, es contra todo lo que pueda avanzar a la construcción de la paz, porque han instalado la guerra en el centro. Son muchas las formas de guerra que se han utilizado en Colombia y, por eso, creo que debemos de valorar el acuerdo de paz.

Como persona que trabaja en el Gobierno hago un llamamiento político a rodear, a animar y a acompañar los esfuerzos de paz. Colombia no quiere dirimir los conflictos con bombas, sino con diálogo.

¿Cómo ve la consecución de la paz total con los diferentes procesos en marcha?

Estamos en un momento complejo y de tensión. Pero, desde aquí, donde habéis vivido los dolores de los conflictos, animo muchísimo al ELN, a las disidencias, al movimiento sindical, a las víctimas, a las organizaciones sociales… a rodear la paz total. No es posible cumplir el acuerdo si hay un deterioro en los diálogos con el ELN o si se levantan de la mesa. Este proceso atraviesa un momento muy frágil, no quisiera utilizar otra palabra. Estamos haciendo esfuerzos, pero la situación en el país no está muy serena.

Otra de las cosas que tenemos que aprender es que no se puede destruir la confianza con quienes han pactado la paz.

El Estado tiene que aprender lecciones éticas cuando hace un acuerdo. Lo que ocurrió con las disidencias fue un retroceso total y un incumplimiento por parte del Estado.

¿Cómo sitúa a la sociedad frente a la paz total?

Yo vengo del movimiento por la paz. Hemos sido testigos presenciales de los dolores del conflicto y como testigos de ese dolor, no queremos más dolores. ¿Pero cómo lo logras cuando una parte de la sociedad ha vivido de la guerra, de los beneficios de la acumulación capitalista y no entiende las reco- mendaciones de la comisión de la verdad, ni quiere escuchar los informes desclasificados del Gobierno de EEUU, etc.?

La concepción del enemigo interno y la estigmatización del llamado ‘enemigo interno’ sigue instalada en la sociedad. Nos da miedo ver el monstruo que se creó durante más de 70 años en Colombia.

El primer incumplimiento fue la derrota en el plebiscito. El presidente [Juan Manuel] Santos no tenía que haber lleva a consulta el derecho a la paz. Perdimos y perder significa que te toca recoger un acuerdo, no dejar perder la esperanza de quienes lo firmaron ni que el Gobierno de turno le dé el manejo político que quiera. La paz es un deber y un derecho de obligatorio cumplimiento.

Petro está en el Gobierno por el estallido social, por las viudas, por los huérfanos, por los jóvenes, por el exilio, por los más empobrecidos, por los negros. Los votos de Petro son todo este país marginal y en el centro está el gran país que ha vivido de beneficios y oportunidades, no necesariamente actores de la guerra, pero que han vivido en la comodidad.

La clave está en cómo transformamos la geografía de la guerra en una geografía de la esperanza.

Estamos en el deber ético de respaldar la paz total, los diálogos con el ELN, de animar a las disidencias, de hablar inclusive con las estructuras del Clan del Golfo, que es donde están las estructuras de la ultraderecha que está buscando con su ejército tumbar a Petro.

Nosotros ya no podemos decir que la responsabilidad es de otros, es nuestra responsabilidad porque no estamos en la oposición, sino en el Gobierno y desde esa posición tenemos que agotar todos los esfuerzos internos y pedirle a la comunidad internacional que respalde a un Gobierno que está apostando a la paz.