Cautela kurda ante los «juegos de guerra otomanos» de Erdogan
La izquierda prokurda de Turquía y los movimientos kurdos desconfían del «juego otomano» de Ankara, que sugiere un diálogo para poner fin al conflicto a la vez que aumenta la represión y destituye a los alcaldes electos del DEM. Atentos, pero recordando experiencias pasadas, subrayan que la clave es poner fin al aislamiento de Abdullah Oçalan.
Con la destitución de tres alcaldes del principal partido prokurdo de Turquía, el Partido Popular por la Igualdad y la Democracia (DEM, antes HDP), tercera fuerza política en el Parlamento, el régimen turco de Recep Tayyip Erdogan insiste en la senda de las medidas de represión, a pesar de haber declarado que «tiende las manos a los hermanos kurdos».
Estas destituciones han sido habituales en el proceso de persecución del movimiento kurdo y docenas de electos en Kurdistán han sido reemplazados por administradores designados por el Estado y afines al gobernante AKP desde 2016.
Las nuevas medidas represivas parecen aclarar las intenciones de Erdogan tras la propuesta de su aliado ultraderechista MHP el pasado mes de octubre. El líder del MHP Devlet Bahçeli, propuso llevar al Parlamento turco al líder kurdo Abdulah Öcalan, que lleva 25 años en aislamiento en una prisión en la isla de Imrali. La adhesión de Erdogan parecía abrir un nuevo ciclo negociador. Viniendo de la ultraderecha más radical, la sospecha se sumaba a la sorpresa.
Bahçeli remarcaba que Öcalan debía proclamar en la Cámara la disolución de la guerrilla del PKK y el fin de la insurgencia. Pero romper su aislamiento ya es una novedad clave en el conflicto kurdo.
El líder kurdo reiteró su disposición al diálogo: «Si las condiciones son adecuadas, tengo el poder teórico y práctico para llevar este proceso de un terreno de conflicto y violencia a un terreno legal y político». La propuesta de Ankara parecía un canto de sirenas hacia la comunidad kurda de cara a las elecciones presidenciales de 2025, en las que Erdogan podría perder el cargo frente a un CHP en ascenso.
EN ESE MOMENTO, EL ATENTADO PERPETRADO EL 23 DE OCTUBRE CONTRA UNA EMPRESA AEROESPACIAL TURCA
cerca de Ankara, que dejó cinco muertos y 22 heridos, parecía ser todo menos casual. El propio DEP subrayó que se produjo en un «momento significativo». El PKK reivindicó el ataque, pero afirmó que se trataba de una acción planificada desde hace tiempo y no vinculada a las últimas declaraciones.
Una semana después, Erdogan fue aclarando el marco de la iniciativa y adelantando la deriva represiva. Así, el presidente turco afirmó que quiere «coronar» sus 40 años de carrera política «sacando de la agenda este asunto», en referencia al conflicto kurdo.
Pero para un eventual plan de paz excluyó expresamente al PKK y al partido DEM, a la vez que prometió mantener las operaciones militares tanto en Turquía como en Irak y Siria (Rojava). El jefe de Estado turco pidió además que los kurdos den la espalda a quienes «legitiman el terrorismo», en una referencia indirecta al DEM, al que también acusó de defender la «perversa agenda LGBTI de Occidente» y de ser «enemigo de los kurdos musulmanes».
En este escenario, el movimiento kurdo aumenta su cautela y dice estar «atentos a los juegos de guerra», recordando las experiencias de los últimos 30 años, en los que «cada vez que el Estado y los políticos aparecieron con la retórica de la paz y la solución, trajeron mayores problemas y desastres a los kurdos».
Estiman que el AKP y el MHP no favorecerán fácilmente una solución y recuerdan sobre todo la última experiencia de 2013, que dio lugar a la iniciativa negociadora más duradera entre el Estado y el PKK en la historia, y que despertó mayores expectativas de aumento de los derechos democráticos. El cambio de estrategia de Erdogan las echó por tierra cuando comenzó una represión sin precedentes que convirtió ciudades de Kurdistán como Cizre, Silopi, Sırnak o Nusaybin, donde la resistencia kurda había llevado la lucha en escenarios de guerra,
CON ESTA CAUTELA, AHORA LOS KURDOS ANTEPONEN UNA CONDICIÓN PREVIA, LA LIBERTAD DE ABDULLAH ÖCALAN.
El abogado Ercan Kanar afirmó a la agencia ANF que el aislamiento no debería ser objeto de negociación, pero apunta un posible comienzo. Kanar cita el ejemplo de Nelson Mandela en la Sudáfrica del apartheid: «El dictador de Sudáfrica quería reunirse con Mandela cuando se encontraba en condiciones de aislamiento muy severas. Mandela se negó en un primer momento, pero finalmente se reunieron debido a la insistencia de muchos círculos. Entonces se levantó el aislamiento. Se construyó una casa para él cerca de la prisión, donde permaneció.
«Si se da un paso en esta situación, se debería llegar a un acuerdo legal y Öcalan, como Mandela, debería salir primero del aislamiento y proporcionarle una residencia adecuada y luego debería ser liberado», indica. En el mismo sentido, Salih Muslim, miembro de la dirección del Partido Unión Democrática (PYD), de Rojava, advierte que no hay ningún avance. «Todo lo que dice el gobierno, al día siguiente lo desmiente. Pero el juego otomano no termina», y lo compara con procesos anteriores.
«Era un juego entonces y lo es ahora. Quieren distraer a los kurdos de sus objetivos y engañarlos sin darles nada». Y coicide en que la clave es Abdullah Öcalan. «Deben crearse las condiciones para que Öcalan pueda comunicarse libremente con las personas, su pueblo y su organización. Si esto no sucede, no pasará nada y entonces no podremos hablar de un proceso de negociación».