Gaizka IZAGIRRE
HERNANI
BABYGIRL

Condenada a dividir al público

Es sumamente liberador ver a un personaje femenino como el de Nicole Kidman apoderándose de las casi dos horas de “Babygirl”. A través de ese personaje Halina Reijn recupera los elementos característicos del thriller erótico de los 90 para ofrecer, desde una perspectiva feminista, nuevos enfoques y generar debates diferentes. Es una película condenada a dividir al público.

Kidman da vida a Romy, una poderosa ejecutiva que cae ante los encantos de Samuel, un becario recién incorporado a la empresa, interpretado por Harris Dickinson. Todo esto ocurre a espaldas de su marido Jacob, el personaje de Antonio Banderas. Esta tórrida relación extramatrimonial le permitirá a Romy encontrar el camino hacia su libertad sexual, pero no sin enfrentarse al riesgo y los prejuicios.

Con esa premisa, la directora, toma la despreciable herencia del cine de los 90, como “Instinto Básico”, “Showgirls” o “Juegos Salvajes”, y la reinventa, dándole un giro completamente nuevo y necesario. Solamente por esa “vuelta de tortilla” a ese tipo de cine misógino, “Babygirl” merece la pena.

Lo que más dudas me genera es la etiqueta de “thriller erotico”; el suspense no logra enganchar en ningún momento, esa supuesta sensación de peligro apenas existe y el erotismo alcanza su objetivo a ratos. La interpretación de Kidman junto a la música de Cristobal Tapia de Veer (compositor de la BSO de la serie “The White Lotus”) son lo mejor de la película.

No pasa nada por reconocer que hay momentos en la película que rozan lo absurdo, lo ridículo, y hasta lo incómodo, al punto de provocar una sensación de vergüenza ajena. Sin embargo, tanto Reijn como Kidman logran sortear con éxito estos riesgos; es un filme provocador y bastante transgresor, algo que agradecemos.