El Alavés, en descenso pero nada hundido tras un empate a puro miedo
Los babazarros se reponen bien tras un 1-0 que delató la temida debilidad defensiva por las bajas, pero no terminan de arriesgar ante un rival decadente. Los finales de los dos tiempos sonrieron a los de Coudet, con el empate de Kike y la perdonada por Suso.

A seis jornadas del final, el Deportivo Alavés ha vuelto a caer al descenso, no tanto por demérito propio sino por la imprevista victoria de Las Palmas ante el Atlético el sábado noche. El empate del Pizjuán fue ayer el del miedo. Una sensación que en la segunda parte atacó más a los andaluces que a los vascos, aunque en la tabla luzcan seis puntos más todavía. Joaquín Caparrós va a sufrir, ya lo sabe; ‘Chacho’ Coudet también, pero esto él lo tenía claro desde que llegó.
Las bajas de Mourinho, Abqar y Manu anticipaban problemas en el Pizjuán y así fue de entrada. Un Sevilla ramplón se adelantó en un centro mal evitado y peor defendido. Esto complicaba mucho la tarde en que reaparecían, o mejor casi se estrenaban, Sedlar y Garcés. Dos defensas sin minutos en lugar de la dupla titular, sancionado el uruguayo y lesionado el marroquí, para un partido exigente.
La teoría decía que el Sevilla partía con ventaja por el empujón emocional del retorno de Caparrós. Pues nada de eso: el Alavés empezó mandando con dos ocasiones de Kike García y Jon Guridi en cinco minutos, la segunda clarísima. Sin embargo, a los babazorros se le tuercen las cosas siempre demasiado fácil, y la primera llegada de los andaluces acabó en un cabezazo del más txikito, Peque, 172 centímetros de nada, tras colarse entre los centrales. Más sangrante: era su primer gol con el Sevilla tras llegar del Racing.
En esos minutos el Sevilla encontraba muy fácil a los hombres de banda, incluso con pases del portero (entre ellos el del gol). Un síntoma claro de que Coudet quería blindar el centro de la zaga. La manta no se le quedaba corta esta vez entre arriba y abajo, sino entre dentro y fuera.
El ambiente en el Pizjuán es muy tenso hace semanas y ni el 1-0 lo calmó. ‘Junior vete ya’, gritaba la hinchada al presidente Del Nido, mientras el Alavés intentaba reponerse en medio del jaleo.
Jordán y Garcés pusieron dos ‘uy’ consecutivos. Dos robos en tres cuartos no acabaron de transformarse en ocasión. El Sevilla de Caparrós desdeña el balón más que el de García Pimienta, casi sobra decirlo. Pero será más directo: en el 42 Isaac Romero la pifió a dos metros de portería en un córner que se había comido la defensa gasteiztarra.
No lo hizo lo mismo Kike García, casi nunca lo hace, en una jugada que no parecía llevar peligro. El obrero del gol volvió a ser el más listo. Y ojo, también el más rápido.
El empate tuvo gran impacto, porque de repente los locales se dieron cuenta de que se iban a meter en un gran lío si perdían el partido. Caparrós lo vio en el mismo descanso, porque quitó a Ejuke, que no se distingue por su capacidad defensiva. Y al cuarto de hora retiró a su único punta por el media-punta Suso, dejando arriba una dupla insospechada: Peque-Lukebakio.
Se olía el miedo local, pero el Alavés también tenía motivos para temer, por ejemplo a que la velocidad del belga desbordara a su dupla central en algún pase al espacio. El Sevilla lo intentaba con descaro, aunque las más claras le llegaron en el minuto 81 en jugadas combinativas, y luego en el 93 (Suso) del mismo modo.
Sin correr más riesgos de los necesarios, los alaveses se encomendaban a San Kike, o a algún balón parado. No acabó de llegar ninguna y las tablas seguramente hicieron justicia. No tiente tiempo de reflexión, le llega ahora la Real.

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