Raimundo FITERO
DE REOJO

Papistas a granel

La muerte del Papa Francisco nos ha pillado a la mayoría despertando en un lunes de Pascua que se guarda como feriado según el código postal de donde residas. Queda claro: el código postal se está convirtiendo en el ADN social más certero e importante. El Papa había estado el domingo de resurrección en actos oficiales y oficiosos y de repente, tras estar con el vicepresidente de USA JD Vance recién converso al catolicismo, entró en problemas graves de salud que parecían controlados y falleció de una manera sorpresiva.

Hasta aquí lo noticioso. Ahora empieza la literatura vaticana, los testimonios cargados de papanatismo y la presencia de una legión de papistas, algunos con vitola de ejercer de ello desde siempre y los conversos de última hora para poder encontrar un lugar en las mesas de tertulia. Los papistas a granel son los que opinan de la manera más rotunda, como si de verdad supieran algo sobre lo que va a pasar a partir de este momento. Claro, los que se las dan de saber sobre los procesos de los cónclaves del colegio cardenalicio cuentan lo del humo negro y el humo blanco como si fuera una canción de salsa canaria pero a ritmo de saeta. Este fallecimiento ha colapsado la vida periodística y política, se ha convertido en el tema del día, señal televisiva constante desde Roma, pero nunca vamos a saber nada de esa actividad secreta de ciento treinta y siete varones célibes, que saben rezar en latín y jurar en etrusco, que van a deliberar sobre el futuro de un Estado minúsculo con mucha influencia global. El gobierno progresista de un estado laico ha declarado tres días de luto.