EDITORIALA
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Are We Ready?

Liberarse no es fácil, supone romper con inercias, azuzar la imaginación, experimentar. El proceso catalán ofrece un extenso catálogo de iniciativas, unas más exitosas y otras menos efectivas, unas espectaculares y otras más humildes, pero todas ellas interesantes para quienes quieren poner en marcha un proceso social de cambio. «Visto lo visto, todo el mundo es listo», dice el refrán, y lo cierto es que casi nadie pensaba, ni siquiera los más empedernidos optimistas, que partiendo de aquella consulta en Arenys de Munt en 2009 se fuese a llegar hasta aquí, menos en estos plazos. En ese camino hemos visto desde el desarrollo de un merchandising cada vez más variado y elaborado hasta un plantel de observadores internacionales de primer nivel para la importante consulta que tendrá lugar hoy.

Entre otras muchas cosas, en las gigantescas movilizaciones sociales se han podido ver una y otra vez esas letras gigantes que en la Diada de 2012 clamaban por la «independència», que en la Vía Catalana, en la última Diada o en el Camp Nou han conformado las frases «volem votar» y «volem ser lliures», y que el viernes por la noche, en el acto final de la campaña «Ara és l'hora», destacaban de entre la multitud el lema en inglés «We are ready», «estamos preparados».

Reparto de funciones en base a una agenda

Todo ello ha sido acompañado y reforzado desde las redes sociales, desde el más clásico agitprop y desde los discursos públicos desarrollados por representantes políticos, miembros de la sociedad civil y medios de comunicación. Un discurso plural y alineado.

Evidentemente, en el proceso catalán no existe un demiurgo ni un diseño inteligente personificado en un líder o colectivo que haya desarrollado un plan que se esté cumpliendo religiosamente. Pero, en general, se han repartido funciones y se ha establecido un marco suficientemente abierto y a la vez coherente como para que la mayoría de las aportaciones individuales y colectivas resulten extremadamente productivas. Y se han liberado energías, alineadas en torno a una estrategia, no a una nave nodriza o un comité central. La sociedad civil ha tomado tal relevancia y dimensión que supera en adhesión a las lealtades partidarias, acompañando y vigilando a los partidos pero sin fiscalizarlos. Su ámbito de influencia natural sigue siendo la sociedad y la comunidad internacional, y a ello dedica la mayor parte de sus esfuerzos.

Estas semanas los catalanes han mostrado unas instituciones al servicio de la ciudadanía y una sociedad institucionalizada en torno a sus derechos. Una sinergia imperfecta pero por el momento eficaz. No todo en Catalunya es idílico, ni mucho menos. Para empezar, a partir de mañana tienen una labor titánica que deberán desarrollar bajo una terrible presión y con un frágil equilibrio. Pero el impulso social parece hoy por hoy imparable.

La ciudadanía como protagonista

Una de las claves del proceso catalán está siendo ese protagonismo social y, dentro de este, el papel de los voluntarios en los miles de actos que se han desarrollado durante este periodo. Hoy lo volverán a demostrar. No solo los y las 40.000 voluntarias que facilitarán y tutelarán el ejercicio de la votación, sino todos aquellos que dan contexto y contenido a lo que sucede en Catalunya. Desde la legión de personas que con sus imágenes y sus testimonios conformarán el relato y lo propagarán a todo el mundo, hasta los miles de profesionales que darán impulso a la voluntad de la ciudadanía catalana.

Precisamente la profesionalidad es otro elemento a destacar. Ese voluntariado se articula en torno a las capacidades de sus protagonistas, y la calidad profesional de quienes se dedican a estas labores es de primer nivel. Hoy en las mesas se juntarán obreros, parados, artistas, políticos... en pie de igualdad. Pero, a su vez, cada cual aporta en el día a día del proceso desde el terreno que le es más cercano, en el que más y mejor puede desarrollar su labor militante. Los escritores escriben, los políglotas traducen y producen textos para todo el mundo, los fabricantes de cerveza fabrican cerveza... La profesionalidad no se mide solo en la remuneración y en la exigencia, que también, sino en la especialización y la calidad del trabajo.

Todo ello se desarrolla en un tono amable, positivo, que choca con el nerviosismo y el simplismo del adversario. El argumentario democrático e independentista resulta tan sencillo y a la vez tiene desarrollos tan ricos en Catalunya -desde el punto de vista económico, en la cultura, en las relaciones internacionales, en el modelo de sociedad...-, que abre cada día nuevas puertas a aglutinar fuerzas, a convencer a desencantados o a desentendidos, a generar nuevos voluntarios en otros terrenos. Su dinámica, esa inercia positiva, resulta envolvente.

Hablarle al mundo

Ese tono amable, así como su contraste con la histeria de los mandatarios españoles -el silencio nervioso de quienes buscan un cambio en el Estado merecería un capítulo aparte-, emite un mensaje claro: los catalanes deben poder decidir su futuro libre y democráticamente. En esos parámetros intentan influir sus representantes en la comunidad internacional, adelantándose a los siguientes pasos que deberán dar en ese terreno.

El Ejecutivo español tiene la ventaja de ser miembro de pleno derecho de esa comunidad, pero la inestabilidad que está generando, la necedad de sus posturas, resulta insostenible. El episodio de cibersabotaje contra los miembros de la ANC de ayer, delante de cientos de corresponsales y observadores internacionales, muestra su tremenda debilidad.

Muchos en Euskal Herria ven con lógica envidia el proceso catalán. Pero existen elementos para la esperanza. La iniciativa de Gure Esku Dago bebe de todas las virtudes planteadas hasta ahora y ayer volvió a demostrar que su independencia concita ilusiones y voluntades entre los demócratas vascos. Son un modelo y por ese camino estaremos preparados antes. «Are We Ready? Here We Go!»