El acuerdo electoral solamente satisface de momento a CiU y ERC
Tras el acuerdo entre Mas y Junqueras para celebrar elecciones el 27 de noviembre, el resto de partidos aprovechó la jornada de ayer para resituarse ante el nuevo escenario, con críticas generalizadas aunque diversas tanto al acuerdo como a las disputas partidistas de las últimas semanas. CiU y ERC tendrán que esforzarse para convencer de las bondades del acuerdo, sobre todo a las otras dos fuerzas soberanistas: CUP e ICV-EUiA.
Muy pocos esperaban un acuerdo entre el president, Artur Mas, y el líder de ERC, Oriol Junqueras, el pasado miércoles, y prácticamente nadie preveía una fecha para el adelanto electoral, que finalmente se fijó para el 27 de setiembre. El anuncio pilló a todos con el pie cambiado, por lo que la de ayer fue una jornada de reposicionamientos urgentes en la que la mayoría de formaciones criticaron tanto el acuerdo en sí como el espectáculo partidista ofrecido por republicanos y convergentes en las últimas semanas.
En Catalunya, buena parte de la atención se centró en las comparecencias de las dos formaciones responsables junto a CiU y ERC de la consulta del 9N y del proceso soberanista: CUP e ICV-EUiA, completamente excluidas de las negociaciones de las últimas semanas. No es de extrañar, pues, que ambas criticasen el pacto.
El más contundente fue el diputado independentista Quim Arrufat, que calificó el acuerdo de «intercambio de cartas desigual» en el que Esquerra «cede al chantaje de Mas» y que solo sirve para «cerrar en falso un episodio vergonzoso en el que se ha visto que la principal preocupación era la distribución de los votos». Pese a ello, la CUP anunció que trabajará para convertir los comicios en «plebiscitarios y constituyentes».
El líder de ICV-EUiA, Joan Herrera, lamentó que ERC haya decidido «jugar un papel de subalternidad» y llamó a configurar «un polo de izquierdas que plante cara a la derecha».
Mas y Junqueras van a tener trabajo, por lo tanto, para convencer a sus hasta hace poco socios coyunturales de las bondades de su acuerdo. De momento, ayer el primero señaló que el 27S servirá para que la «gente se exprese», aunque dejó caer que podría no ser «la consulta definitiva». Por su parte, Junqueras tiró de optimismo y señaló que «2016 debería ser el año en que estuviésemos ejerciendo la independencia».
Todavía menos sorpresa supusieron las críticas del PSC, que anticipó que «nadie en Europa» aceptará unas plebiscitarias, así como la de Ciutadans, que acusó a los soberanistas de «secuestrar el debate público». Y evidentemente tampoco sorprendieron las amenazas de la líder del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho, que ayer mismo advirtió de que impedirá la construcción de estructuras de Estado pactada por CiU y ERC.
Nervios en el Estado, expectación más allá
Uno de los termómetros para valorar la trascendencia de un acuerdo soberanista es observar la reacción en La Moncloa. En este sentido, el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, no defraudó ayer. En el avance de una entrevista que Efe publicará hoy, Rajoy consideró que el adelanto electoral «no tiene ningún sentido». «Es lisa y llanamente la constatación de un fracaso y corresponderá a los ciudadanos de Cataluña dar su opinión sobre este asunto que a mí me parece de una extraordinaria gravedad», apuntó Rajoy. Un paso por delante se situó el portavoz parlamentario del PSOE, Antonio Hernando, que auguró «tensiones» y llegó a calificar de «tragedia» el adelanto electoral.
El catastrofismo de Madrid contrastó con la lectura que numerosos medios internacionales realizaron ayer del acuerdo. Fueron sobre todo medios especializados en economía como ``Financial Times'', ``Bloomberg'' y ``Wall Street Journal'' los que recogieron el anuncio de elecciones como un nuevo paso del proceso independentista. B.Z.