Un despilfarro sin destino
El modelo de alta velocidad que tanta polémica suscita por múltiples motivos deja un nuevo episodio que alimenta la convicción de que es un auténtico agujero sin fondo ni rentabilidad. GARA repasa hoy la situación de las obras del tramo Tours-Burdeos, rodeadas de incertidumbres que justifican plenamente el parón en la aportación que recibían desde instancias de Ipar Euskal Herria. El mismo Tribunal de Cuentas francés constató la inviabilidad económica del proyecto. Si al norte de Euskal Herria pasa eso, otro tanto ocurre en el sur, con ejemplos como el AVE de Castilla La Mancha suspendido por falta de usuarios o la renuncia del Gobierno portugués a acometerlo.
Con un panorama institucional absolutamente disgregado y asimétrico, en este país las posturas al respecto varían. Hay desde quienes acogen la alta velocidad con los brazos abiertos, como los ejecutivos de Gasteiz e Iruñea, hasta quienes han mostrado mayores recelos y mucha más prudencia, como es el caso de diversos entes locales de Ipar Euskal Herria. Los gobiernos de PNV y UPN, partidarios de la política del cemento y el ladrillo, se han implicado a máxima velocidad a pesar de que Madrid haya cortado el grifo notoriamente desde hace ya un lustro. Así, Lakua ha adelantado los pagos del tramo guipuzcoano e Iñigo Urkullu incluso propuso en campaña asumir toda la «Y vasca». En cuanto a Nafarroa, con el pacto suscrito por Miguel Sanz y José Blanco en 2010 pasó a adelantar también el coste de todo el llamado «corredor navarro», cargando incluso con los intereses del crédito que había que pedir.
Todo un ejemplo de «generosidad» que resume sus prioridades. En estos años de crisis económica brutal que ha provocado verdaderas urgencias sociales con decenas de miles de ciudadanos condenados al paro y en riesgo de pobreza, la prioridad ha sido el TAV. Incluso cuando Madrid y París han reducido el ritmo, cuestión que ha sido atendida por los entes de Ipar Euskal Herria, los dos gobiernos del sur han pisado aún más el acelerador para hacer irreversible el proyecto de alta velocidad, aun sin garantía de conexión ni al norte ni al sur. Un derroche de dinero público sin sentido ni destino.