Leo una crónica sobre la siempre esperada reunión y cena benéfica anual del American Alpine Club, venerable institución en USA (a beneficio de qué era no se me alcanza, pero seguro que es algo bondadoso). Siempre me ha llamado la atención, viendo fotos del evento, la formalidad de la ocasión, con ellos vestidos de etiqueta, con pajaritas y corbatas, y ellas con trajes largos de fiesta, no en balde se celebraba en el Sheraton de Denver, Colorado. El indispensable Ivon Chouinard amenizó la velada con historias de la época dorada de la escalada en Yosemite (un lugar al que parece se vuelve siempre, a manera de retorno a una juventud ya perdida, no solo de la escalada, sino también del país). Ivon contó anécdotas de personajes como Warren Harding, que a los 40 años todavía vivía con su madre (entonces, que hoy día y aquí es algo que resulta normal) y, como después del celebrado primer ascenso a la Nose en El Capitán, en la que los escaladores emplearon 45 días, alguien la entrevistó y consiguió que declarara, divertida, que «era la vez que más tiempo había pasado fuera de casa».

Allí se acuñó el término dirtbag para referirse a esos «tirados» o hippies que vivían de mala manera en el valle, pues su único interés consistía en escalar y escalar (¡Ah! ¿pero existe algo más? que dijo una vez Bridwell, gurú y demiurgo del valle). Ivon Chouinard sitúa en el tiempo su presentación, con nostalgia: «Eran los años sesenta, esto es, cuando la escalada era peligrosa y el sexo seguro».