Alberto PRADILLA
«Debate sobre el estado de la nación»

Rajoy y Sánchez se embarran en una discusión que augura el fin de un ciclo

Bronco debate para un fin de ciclo. Mariano Rajoy y Pedro Sánchez escenificaron el fin de un ciclo político en el Estado con un debate basado en el «y tú más» con el que se echaron en cara los recortes, la «herencia recibida» y la corrupción que asola a PP y PSOE. Todos miraban hacia formaciones ajenas en la Cámara baja.

El tenso debate entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, que se estrenaba como secretario general y portavoz del PSOE en la Cámara, sirvió para evidenciar que el sistema político español entra en un momento de declive. Y que esta decadencia entra en un proceso nuevo, el de la cuenta atrás hacia las elecciones. Las encuestas reflejan que Podemos (y en las últimas semanas Ciudadanos) ya miran a la cara a Ferraz y Génova, asi que el partido de Pablo Iglesias estuvo muy presente en la discusión entre los todavía dos principales líderes del Estado.

Tocaba hacer balance de tres años y proyectarse hacia las urnas. Por eso, el inquilino de Moncloa arrancó autocomplaciente, rayando el realismo mágico, y vaticinó el principio del fin de la crisis (y llevamos varios años con este titular) gracias a las medidas de ajuste impuestas por el PP. Sánchez, por su parte, trató de atacar una por una las medidas impuestas por Génova durante la última legislatura pero terminó embarrado en el debate sobre el «y tú más» que mantuvo ocupados a PP y PSOE echándose en cara los casos de corrupción (Bárcenas vs EREs), la «herencia recibida» y los recortes en distintos territorios.

En la sesión matutina, sin réplica, el presidente español alardeaba de que «la nación ha salido de la pesadilla» y, obviando todos los indicadores sobre desigualdad y desplome de derechos sociales, se atrevía a asegurar que «nos negamos a salir de la crisis a expensas de los pensionistas, los parados y la caja de seguridad social». Ya enfilado en el camino de la realidad paralela, llegó a afirmar que la principal decisión adoptada durante toda la legislatura era haber «rechazado el rescate». Claro. En su momento lo denominó «línea de crédito en condiciones ventajosas» y, pese a que la inyección monetaria implicó memorándum y condicionantes a cargo del Estado, prefirió aferrarse a la «neolengua». Sobre corrupción y Catalunya, que son dos de los temas clave de su mandato, apenas cinco minutos. Ya en clave electoral, la enumeración de medidas que, como el plan de apoyo a las familias, ya habían sido anunciadas hasta en siete ocasiones en el mismo Congreso.

Si el diagnóstico es que la situación económica es positiva y el argumento es que esta supuesta bonanza ha llegado gracias a los ajustes del PP, la consecuencia lógica era el «discurso del miedo» ante posibles cambios que, a su juicio, llevarían al Estado a un lugar apocalíptico previo a la irrupción de Rajoy. Así que, sin nombrarlo, cargó contra Podemos, tildándolo de «demagogo» y alertando de que un aval a la formación implicaría que «lo logrado se deshaga como un azucarillo».

Más duro que Rubalcaba

En esa crítica coincidió el presidente español con Pedro Sánchez, que quiso ubicar al PSOE entre los «inmovilistas», en referencia al PP, y quienes «quieren liquidar la Constitución», que también vale para el soberanismo. El nuevo secretario general se mostró duro, dando otro toque, aunque retórico, al estilo pactista de Alfredo Pérez Rubalcaba. Prometió derogar la reforma laboral, censuró la «ley mordaza» y recordó en diversas ocasiones la relación entre Rajoy con Luis Bárcenas, el extesorero del PP. «Se comunica con los españoles a través de un plasma y con un delincuente a través de un SMS», le dijo. Para entonces, la bancada del PP ya se esforzaba en dificultar la escucha, convertido en el fondo sur de las grandes ocasiones. «No venga usted aquí a no decir nada. Ha sido patético», le replicó un Rajoy subiendo el tono.

Tras el habitual rifirrafe entre PP y PSOE llegaba el turno para Josep Antoni Duran i Lleida, muy medido y que no logró arrancar ninguna novedad sobre Catalunya, Alberto Garzón, que se estrenó con mucha solvencia y un discurso duro y técnico contra la austeridad y Rosa Díez, completamente descolocada y demostrando que la crisis política del Estado también le ha desbordado a ella.

Sin novedad sobre Catalunya y a la espera de Euskal Herria

El Debate del Estado de la Nación española de 2014 vino marcado por las demandas soberanistas en Catalunya. Ayer la cuestión volvió a estar sobre la mesa para demostrar que el inmovilismo de Madrid no ha cambiado. Rajoy descalificó el referéndum del 9 de noviembre y se reivindicó como el campeón de la «unidad de España». Sánchez defendió al reforma federal del PSOE. Y, mientras tanto, Josep Antoni Duran i Lleida (CiU) y Joan Coscubiela (IU-ICV) reivindicaban el derecho a decidir de los catalanes y abogaban por una solución política al conflicto. Nadie al otro lado del teléfono.

Como es habitual en esta legislatura, Euskal Herria pasó desapercibida el primer día. Hubo una breve mención a las «víctimas del terrorismo» para celebrar el pacto de Estado entre PP y PSOE, pero nada más, algo que decepcionó a las formaciones abertzales. Estas tomarán la palabra hoy a partir de las 9 de la mañana con la intervención de Aitor Esteban (PNV). Luego llegarán Sabino Cuadra (Amaiur) y Uxue Barkos (GB).

A.P.