Dinámica positiva
Los rojiblancos perdonaron la goleada en una gran primera mitad y al final acabaron agobiados merced a un gol en propia puerta.
ATHLETIC 2
ALMERÍA 1
«Podemos afirmar que conseguir revertir los momentos negativos va directamente ligado a la solidificación de vivencias internas, a la capacidad de un convencimiento colectivo que nace y evoluciona del roce cotidiano, la forma en que se somatizan los pequeños fracasos vividos y la manera en que cada cual se lame las heridas para sofocar el dolor de la derrota. (....) Por eso unos equipos se derrumban y otros son capaces de retomar su rumbo. Por eso algunos equipos mantienen su camino a pesar de todas las inclemencias que puedan derivarse de la competición. Por eso, mantener la línea a seguir requiere estar convencido de lo que uno sabe, de lo que uno quiere y de lo que uno busca, evitando los bandazos derivados de los malos vientos que azotan desde el exterior, en la forma que sea que se manifiesten». Es parte de un reciente artículo titulado ``Dinámicas competitivas'' obra de Alex Couto Lago, entrenador nacional de fútbol, Máster Profesional en Fútbol y autor de «Las grandes escuelas de fútbol moderno».
Su reflexión explica, seguramente, en buena medida el porqué de la quinta victoria consecutiva de un Athletic que hace un mes atravesaba lo que Couto llama «dinámica negativa» y hoy tiene ante sí un ilusionante final de temporada. De momento, nuevo triunfo y a cinco puntos de la ansiada séptima plaza que ocupa un Málaga que salió derrotado ayer en su visita a Vallecas. Si los rojiblandos terminan por creérselo y alargan esta «dinámica positiva», todo es posible, hasta Europa.
El Athletic de anoche no solo ganó con solvencia -y luego nervios- sino que se gustó, deleitó, pasó en la primera mitad literalmente por encima de un Almería que justificó su posición en la tabla. Faltaban los goleadores Aduriz y San José, y en su lugar Ernesto Valverde apostó por Guillermo arriba, con Williams e Ibai en banda, y de nuevo la dupla Rico-Beñat en la medular, como ante el Madrid. Ambos volvieron a complementarse a la perfección, con lo que al técnico se le abre un atractivo abanico para aliñar en esa zona del campo, y del joven Iñaki, qué decir, que fue de lo mejor del partido, desde el primer minuto. Hasta una veintena de ataques firmaron los leones en esos iniciales cuarenta y cinco minutos, el 60% por banda derecha, la de Williams y De Marcos. Y por ahí llegaron casi todas las ocasiones, muchas, muchísimas, y los goles. Abrió pronto la lata Etxeita, a saque de córner de Beñat, que hizo de `Sanjo' y repitió, como en la primera vuelta, ante los almerienses.
Un gol tempranero, al minuto 8, que dejó tocado a un conjunto andaluz ramplón, facilón, a merced en todo momento de los bilbainos. Ibai, que participó menos en el juego, pero firmó varias ocasiones claras, mandó un balón al larguero, otro alto, hasta que casi a la media hora, y con la necesidad de rematar a un rival tocado, Mikel Rico, sentado al volante de su soñado Chevrolet Corvette del 73, mientras escuchaba ``Badlands'', en la garganta rota de Bruce Springsteen, iba a firmar el tanto de la noche: centra Williams desde la banda -quién si no anoche-, despeja de puños Julián, y el de Arrigorriaga, en la frontal, la baja con el pecho y con suavidad la toca por alto salvando a cualquier rival. Diez goles para Mikel, los diez en San Mamés. Lo suyo, un idilio.
Un tanto que, al contrario que el primero, despertó al Almería, que dijo aquello de perdidos al río, se fue adelante con algún peligro, pero con el riesgo de que el Athletic casi le hace el tercero. Hasta cuatro ocasiones claras marraron, desde el propio Rico a Muniain, Ibai o un Guillermo al que la suerte no acompañaba en el último metro. Y ya se sabe, no suele ser bueno perdonar tanto, sobre todo cuando al minuto de la vuelta de vestuarios, el rival, que apenas había dado visos de peligro, te hace un golito, o, previo error de Etxeita, te haces un gol en propia puerta, Balenziaga, y entonces toca jugar ya con el rabillo de un ojo en el marcador y el otro en el cronómetro.
El Almería se metió en el partido, el Athletic le dejó meterse, el enésimo remate de Ibai -pase atrás de Williams- no encontró la red, y la segunda mitad discurrió con los almerienses intentando aprovechar algún fallo de los locales, algún balón franco, en tanto el Athletic fue perdiendo fuelle arriba, el mismo que trataba de insuflarle la grada con sus ánimos o el propio Rico en los momentos de agobio.
Valverde maniobró, dio entrada a Iraola por un Ibai que se apagó, luego a Iturraspe por un ya desfondado Williams que se fue con una ovación de gala, y el partido se fue escurriendo entre los dedos de unos y otros, entre un disparo lejano de Beñat, la agradecida brega de Muniain, los gritos de ¡Athletic, Athletic! del graderío, nervios... mientras se seguía escuchando ``Badlands'', esa canción que habla de malas tierras, pero también de sueños... de sueños por cumplir... De momento, con alcanzar ese séptimo puesto que hoy está más cerca. Dinámica positiva.