«Luhuso no fue un acto clandestino, fue un ejercicio de responsabilidad»
El Tribunal Correccional de París se dispone a juzgarles por transporte y tenencia de explosivos en relación al acto en favor del desarme de 2016 en Luhuso. Denuncian la hipocresía de ese proceso cuando «hubo más entregas de armas con el conocimiento y la colaboración de las autoridades francesas».
Béatrice Molle-Haran acredita una sólida carrera como periodista. Jean-Nöel Etxeberri ‘Txetx’ es, por su parte, toda una referencia del movimiento popular en Ipar Euskal Herria. Hablan para NAIZ de las implicaciones del proceso judicial en su contra, fijado para los días 2 y 3 de abril en París. Sobre el juicio planeará, destacan al unísono, «la inmensa sombra» de otros tres Artesanos de la Paz ya fallecidos: Michel Tubiana, Mixel Berhokoirigoin y Mixel Bergouignan.
Béatrice, en sus manos estuvo decidir el lugar en que se planteó la acción por el desarme, su casa. ¿Cómo se adopta una decisión de ese calado?
Habían pasado cinco años desde el cese definitivo de la violencia de ETA y todos sabíamos que estábamos ante una decisión seria y contrastada. No sé cuántas veces había escrito para esa fecha en favor de ese proceso. ¡Ay, la paz! ¡Qué palabra tan bonita! Todos queremos la paz, pero cuando toca construirla, ahí hay que decidir, y yo opté por asumir mi responsabilidad.
Quizás influyó la genealogía. Supongo que tuvo en mente a su padre.
Eso es verdad. Mi padre era un socialista, un sindicalista, de fuertes convicciones. Mi madre era católica y practicante, pero no de la cuerda del obispo Aillet, ojo… Ella practicaba la ayuda y la solidaridad. Mi tío, Gabi Telletxea, fue deportado, porque tomó parte en una red de la Resistencia. Recuerdo que cuando todavía era una chavala empezaron las huelgas de hambre de los refugiados. Hubo una en la Iglesia de Hendaia. Mi abuela me dijo que poco podría aportar yo siendo tan flaca, pero que estaba bien que me interesara por la justicia. Me crié en un ambiente familiar en el que el compromiso era un valor.
Años más tarde vino el matrimonio con un abertzale multifacético y de temperamento como era Ximun Haran.
Eso no arregló las cosas [se ríe]. ¿Sabes? En la casa de Luhuso tengo su fotografía encima del piano. Me encerré allí durante mi semana de reflexión. Miraba todas las mañanas su fotografía y le decía: «Ximun, ¿tú que harías?» Al fin y al cabo esa casa era también la suya. Por más que miraba a su retrato, siempre aparecía sonriendo. Y me tomé esa sonrisa como un acuerdo de que sí, de que teníamos que hacer ese servicio, en nuestra casa, por la paz en nuestro país.
Un espacio privado que, de repente, se convierte en escenario de una operación policial.
Tengo la suerte de haber compartido este camino con unos militantes ejemplares. No digo que la decisión fuera sencilla pero, en todo caso, pertenezco a una generación que ha conocido todo tipo de sufrimientos, y cuando ves que se puede llegar a un final, te dices que es el momento de pasar a la acción. Dicho esto, por más que se escriba en un atestado, en mi casa no se ocultaba un arsenal. Esas armas apenas pasarían unas horas en ese lugar, porque aquello era una acción medida con intención de hacerse pública. Nada más, pero tampoco nada menos.
[Etxeberri se incorpora en este punto a la conversación.]
De haber salido todo como lo teníamos pensado Tubiana, Berhoko y yo, habríamos sido filmados por el cámara y, tras poner fuera de uso esas armas, así se lo habríamos hecho saber al Gobierno francés. Nuestro plan preveía incluso que a posteriori hubiera una aparición pública. Luhuso no fue una acción clandestina.
«La sección antiterrorista mantiene su agenda de castigo, pero lo inteligente sería primar a quienes asumen riesgos para dar salida a los conflictos»
Siete años y medio más tarde la Fiscalía Antiterrorista persiste en juzgarles. ¿Por qué?
T.ETXEBERRI: Todos sabemos que la acción de Luhuso permitió que llegaran los primeros avances en el proceso de paz. Recordemos que se formó un espacio oficial de trabajo para abordar con el Ministerio de Justicia francés una nueva visión de la política penitenciaria. Se ha avanzado mucho desde entonces, pero ya que vamos a tener que responder por lo que hicimos ante un tribunal, vamos a recordar que ya han pasado más de diez años desde el fin de ETA y decir que, para nosotros, es inimaginable que la perspectiva sea que algunos presos sigan en prisión hasta 2050.
¿Estamos ante una decisión de impulso político o ante una inercia de la judicatura?
B.MOLLE-HARAN: Pensemos en la fecha del proceso. Ha pasado el tiempo y ha habido cambios. En el Gobierno español, sin ir más lejos. Hasta se ha aprobado una amnistía para los independentistas catalanes. Mi sensación es que hay un desfase entre el contexto político y nuestro juicio.
T.ETXEBERRI: Yo creo más bien en una dinámica propia de los aparatos policiales y la sección antiterrorista. Siguen en su lógica de cooperación y entrega de medallas. Tienen una lógica y una agenda en las que no entra la paz y la solución. Su manual es el del castigo. ¿Es una política inteligente? Tengo dudas. Seguramente lo que se impondría es primar a las personas que asumen riesgos y ayudan a encontrar salidas a los conflictos.
¿Cómo valoran la comparecencia del 16 de marzo en Luhuso? ¿Fue un acto de solidaridad o un anticipo de una nueva fase de compromisos?
T.ETXEBERRI: Los electos de Iparralde han abogado por la resolución desde la Declaración de Baiona (2014) y creo que también asumen que se plantee a futuro un debate sereno sobre las causas del conflicto político.
B.MOLLE-HARAN: Estoy orgullosa de esa imagen tan plural, con electos de diferentes ideologías, con representantes de la sociedad civil, pero valoro también las muestras de cariño que me hace llegar la gente de la calle. Se les juzgará por Luhuso, pero hubo después toda una serie de acciones de desarme.
T.ETXEBERRI: La paradoja y la contradicción es que después de Luhuso hubo acciones similares, de transporte y de entrega de armas, con el conocimiento y la cooperación de las autoridades. Eso, como es sabido, ocurrió el 8 de abril de 2017 [la jornada del desarme], pero también después.
Los Artesanos tenían abierto un canal de diálogo. ¿Con la Policía? ¿Con Justicia?
T.ETXEBERRI: A partir de Luhuso el Gobierno francés se ve obligado a tomar sus propias decisiones y a dejar de comportarse como mero telegrafista de las autoridades españolas. La decisión de actuar con agenda propia data de esa acción. Según nos confirma un emisario del ministro de Interior, Bruno Leroux, París comunica a Madrid en la Cumbre Franco-Española de Málaga, celebrada el 20 de febrero, que va a dejar de poner palos en las ruedas. A partir de ahí, entramos en lo concreto.
¿En la mecánica del desarme?
T.ETXEBERRI: Teníamos que garantizar que las armas pasaran a manos de los técnicos en desactivación de explosivos de la Policía francesa. No podían quedar al alcance de cualquiera. No olvidemos que estamos en el contexto de los atentados islamistas. Creo que ese factor pesó en los contactos al más alto nivel del Estado en que se habló de nuestra cuestión. Además, teníamos otro problema que resolver, ya que algunas armas estaban en casas y ello planteaba, para nosotros, el reto añadido de sacar esos materiales sin que mediara una operación policial. No bastaba con dar puntos de localización. Hacia falta sacar esas armas, llevarlas a un punto convenido.
El 8 de abril, el punto sensible fue el puente de Senpere.
T.ETXEBERRI: En el caso de las armas que se entregaron el 8 de abril ese fue el punto neurálgico. Cuando llegaron los policías se encontraron allí con la exdiputada socialista Sylviane Alaux, con el secretario general de la CFDT, Michel Larralde, con curas, miembros de ONG y ciudadanos de a pie… todos fueron identificados por la Policía pero ninguno fue interrogado ni juzgado. Eso, pese a que las autoridades sabían que había habido transporte y depósito de armas, que son los dos delitos que se nos imputan a nosotros por la acción de Luhuso que, insisto, no fue una operación clandestina. De hecho, ni usamos guantes. Mis huellas y ADN deben estar todavía por tu casa, Bea [ríe].
B.MOLLE-HARAN: Me viene a la memoria que uno de los policías que vinieron a detenernos se rió porque vio que la cámara estaba identificada con el nombre del periodista que estaba con nosotros en Luhuso. Le comenté que más que tomarse ese detalle a broma le debía servir para reflexionar sobre lo que se estaba haciendo en mi casa, que no era sino un acto, asumido y responsable, en favor del desarme, y por tanto de la paz.
Demos un salto hasta la entrega del 9 de febrero de 2018.
T.ETXEBERRI: Todas las armas de ETA no pudieron ser reunidas para el 8 de Abril de 2017. Así se lo hicimos saber a nuestro canal de comunicación. Y en esa fecha posterior hay una entrega de material.
¿La interlocución venía de Luhuso o se abrió otro canal?
T.ETXEBERRI: Fue puesta en marcha tras la publicación de la entrevista en ‘Le Monde’ en la que yo mismo anuncio que el 8 de abril de 2017 ETA será una organización desarmada. Nuestras iniciativas de mantener reuniones con el Gobierno no habían dado fruto. La entrevista sirve para desatascar las cosas. Ese anuncio lleva, de hecho, a la parte gubernamental a poner en marcha ese canal oficial. Es por ese canal por el que se detallan las formas de hacer el desarme del 8 de abril del modo más adecuado, en condiciones de seguridad, y sin que se produzcan detenciones. Hay, al tiempo, distintas reuniones de electos vascos con responsables estatales para allanar ese camino.
Ya el jueves siguiente al 8 de abril hablamos de más cuestiones. En ese contacto planteamos cómo se puede hacer que ese paso del desarme sirva para propiciar otros avances. Y se plantea el caso urgente de Oier Gomez, gravemente enfermo de cáncer.
Oier Gómez será liberado, muy enfermo, el 27 de abril.
T.ETXEBERRI: Y la Fiscalía Antiterrorista no recurre la medida, como acostumbraba. Es un paso. Y a partir de ahí hablamos de esas armas no controladas, porque ETA se compromete a buscar ese material y en su caso a entregarlo. Y ponemos un único canal en marcha para fijar el método.
No solo el 9 febrero, también el 25 de abril de 2018 depositan armas en un parking de Baiona que recoge, de inmediato, la Policía francesa.
T.ETXEBERRI: Teníamos un teléfono limpio que nos había proporcionado nuestro contacto. En febrero fueron un par de cohetes, pero en abril, la carga era más pesada. Había explosivos, detonadores, armas y municiones.. Las ponemos en un punto de un parking, asegurándonos de que los especialistas de la Policía se hagan cargo de esos materiales. Por hablar claro: nos han visto, saben quienes somos, y nunca nos han preguntado por esos hechos bien parecidos a los de Luhuso. De todo ello hablaremos con más detalle ante el tribunal.
«Actuamos respondiendo a un estado de necesidad, y por respeto a la memoria e ideales de los que ya no están, vamos a pedir la absolución y vamos a plantar cara al intento de reescribir la historia incluyendo a los Artesanos de la Paz en un fichero antiterrorista»
¿Pondrán nombres a esa cooperación de funcionarios públicos que dan a entender?
T.ETXEBERRI: Nosotros nunca hemos hablado de eso porque había un compromiso de confidencialidad que hemos respetado todos. Siempre hemos dejado claro a nuestros interlocutores que el silencio se rompería, inevitablemente, en caso de ser juzgados. Estamos obligados a explicarnos. Por otra parte, es impensable juzgar estos hechos sin la explicación del porqué y el cómo, porque no es lo mismo transportar y depositar armas con vistas a hacer un atentado o para construir la paz.
Los correos que intercambiamos con ETA, y que ya hicimos públicos, pero también las múltiples interlocuciones con responsables estatales, dejan a las claras que actuamos de forma autónoma de esa organización, si bien hicimos partícipes de todos nuestros actos a los expertos internacionales.
También han revelado una suerte de desobediencia de las autoridades francesas hacia sus colegas hispanos.
T.ETXEBERRI: Una semana antes del 8 de abril la Policía española señala dos depósitos y pide a la Policía francesa que proceda a realizar una doble operación, una para aprehenderse de armas que estaban, digamos que en lugar abierto, y en el otro caso para sacarlas de una casa, lo que habría dado lugar a detenciones. Los policías franceses consultan al Gobierno, que dice que no se lleven a cabo esas operaciones. Lo hacen con el argumento de que esas actuaciones podrían haberse entendido como una provocación que, a su vez, podría haber puesto en peligro el desarme total en ciernes.
¿Qué mensaje quieren pasar, sin falta, en el juicio de la próxima semana en París?
B.MOLLE-HARAN: Estoy orgullosa de portar una voluntad colectiva que permanece intacta siete años y medio después, como vimos el 16 de marzo ante mi casa en Luhuso. Claro está, en el juicio rendiré homenaje a quienes no están, y recalcaré que en Luhuso prendió una mecha que permitió completar el desarme. Vamos a dar fe de un compromiso colectivo, que nos da fuerza, que es nuestro orgullo.
T.ETXEBERRI: Rendiremos homenaje a Tubiana, Berhokoirigoin y Bergouignan, ya que inevitablemente su inmensa sombra planeará sobre nuestro proceso. Haremos sentir su presencia y buscaremos, por respeto a sus trayectorias y a sus ideales, la absolución. Tenemos un deber de memoria y de respeto. Vamos a plantar cara, también por ellos, por todos, a este intento de incluir en un fichero antiterrorista a los Artesanos de la Paz.