Osasuna Memoria
Tren blindado de la UHP.
Tren blindado de la UHP.
Fototeca Navarra

Balbás, héroe de guerra y ciclista de Osasuna (y II)

En su juventud, Ángel Balbás fue una celebridad local; años después, un líder sindical ferroviario y destacado comunista. Al estallar la guerra se convirtió en Capitán del Batallón UHP (Unión de Hermanos Proletarios) del Ejército de Euskadi y falleció en combate el 3 de diciembre de 1936.

Ayer desarrollamos la faceta txirrindulari del otrora popular Ángel Balbás (Uharte, 1906-Otxandio, 1936). Hoy dejamos la prensa general y buceamos por los periódicos obreros y de izquierdas para seguir su rastro como sindicalista ferroviario, líder político y militar en la Guerra Civil.

Imagen de "Euzkadi Roja", el 8 de diciembre de 1936. (OSASUNA MEMORIA)

Flores iluminadas, ferroviarios sin luz

La República fue recibida con esperanza e ilusión entre las clases trabajadores. Sin embargo, las contradicciones y los problemas no dejaron de aparecer. La llegada al poder de la derecha en octubre de 1934 estuvo acompañada de una bajada de salarios y un aumento de precios en la cesta de la compra y en las tarifas ferroviarias.

Gipuzkoa fue el destino de Ángel y su hermano Juan. Allí los trabajadores y organizaciones sindicales ferroviarias crearon en abril de 1934 un comité plural, donde todas las organizaciones estaban representadas. Un compañero de Ángel, Zumalacárregui, fue elegido representante.

El sector ferroviario, consciente de su vital importancia en la economía española, era especialmente activo en sus reivindicaciones sindicales y utilizaba su alto grado de concienciación social para obtener una posición ventajosa en las negociaciones laborales. Sin embargo, enseguida afloraron las diferencias partidistas en el seno del Comité; como solución, los comunistas reivindicaban un Frente Único.

Las relaciones entre trabajadores y la compañía dueña de los ferrocarriles eran conflictivas. Durante cinco años, los enganchadores, capataces y mozos de agujas de Irun, habían solicitado a la propietaria, Compañía del Norte, la instalación de luz para poder trabajar de noche; su petición fue ignorada, lo que suponía komentario el riesgo de sufrir atropellos de las máquinas al trabajar en la oscuridad. Por contra, un jardín lleno de flores del Jefe del Depósito permanecía iluminado de noche, mientras los ferroviarios trabajaban a ciegas, según denunciaba ‘Un ferroviario rebelde’ en ‘Euskadi roja’.

En agosto de 1934, en Errenteria, donde residía Ángel, se registraron retrasos en el Expreso nº 1 que fueron denunciados por los sindicalistas. Estos responsabilizan al Jefe de Estación y al Inspector de Sección, a quienes acusaron de ser incapaces de tomar medidas para evitar retrasos tanto en el tranvía como en el tren mixto, según ‘Un vijía rojo’ (sic). Más tarde, en octubre, la huelga fue secundada en la zona, de manera pacífica, salvo en la localidad vecina de Pasaia donde hubo duros enfrentamientos entre revolucionarios y guardia armada con el resultado de seis muertos.

Las elecciones al Parlamento, en febrero de 1936, trajeron la victoria del Frente Popular (coalición electoral de la mayoría de organizaciones políticas y sindicales de izquierdas), cuyo programa incluía la nacionalización de los trenes. Aquella victoria estuvo precedida de una «epidemia de huelgas».

Ángel se consideraba parte activa de aquel cambio y ponía especial énfasis en las reivindicaciones; para ello escribió un artículo en el periódico del partido a mediados de mayo destacando algunos de los logros alcanzados: la readmisión de los seleccionados tras la huelga de octubre de 1934 y el abono de las pagas extraordinarias de los años 34 y 35, como parte cumplida del programa, y denunciando los salarios de «hambre», entre 5 y 6 pesetas por día (unas 135 pesetas al mes), insuficientes para sostener una familia.

Para ello, llamaba a la movilización y animaba a afiliarse al Partido Comunista de Euskadi, única alternativa posible, desde su punto de vista, para defender las condiciones laborales y la dignidad de los ferroviarios y demás trabajadores.

Fusil Warszawa y tren blindado, armas contra el fascismo

El golpe de Estado de 1936 fue impulsado por sus promotores para, entre otros motivos, impedir el desarrollo de aquellos programas del Frente Popular. En Gipuzkoa los golpistas fracasaron; sin embargo, desde Nafarroa los sublevados enviaron a las llamadas columnas Ortiz de Zárate y Beorlegui con el objetivo de invadir y someter el territorio.

Los nacionalistas vascos, mayoría en muchas de las localidades de Gipuzkoa, también en Errenteria, permanecieron indecisos al principio, lo que hizo que socialistas y comunistas tomaran la iniciativa. De esta forma recordaba aquellos días el vecino y lingüista Koldo Mitxelena: «Había ya gente de las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas (MAOC), en las que la influencia del PC era grande. Recorrían las calles de Errenteria vigilando y, aunque no las mostraban, portaban armas. El 19 domingo vimos las primeras exhibiciones de escopetas (…) Se dio ese fenómeno tan típico en los momentos de convulsión social, en que ciertas masas, de las que no sabías ni de su existencia, salen a la superficie». 370 milicianos de las MAOC fueron reclutados en aquella localidad.

El día 20 es detenido y asesinado a manos de milicianos el secretario del Círculo Carlista local. En Iruñea, en la Rotxa, en Huarte y en Nafarroa, aquellos lugares que vieron crecer y triunfar a Ángel en su juventud, se sucedían ahora los asesinatos indiscriminados. 70 milicianos de Errenteria marcharon a Donostia para unirse a una columna que pretendía recuperar Vitoria.

Aquellos primeros días se crean Comités y Juntas de Defensa; después, Batallones y milicias populares. Los ferroviarios como Ángel formaron la 2ª Compañía dentro del Batallón UHP (Unión de Hermanos Proletarios) del Ejército de Euzkadi. Ángel Balbás fue nombrado Teniente. Tenía aproximadamente 140 hombres a su mando. El acrónimo UHP era un recuerdo a los trabajadores asturianos de la revolución de octubre de 1934, cuyo lema era la unión de todas las organizaciones revolucionarias.

Este Batallón, formado por voluntarios a principios de agosto en los Cuarteles Lore Toki de Donosti, pertenecía a las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). Pese a los pocos conocimientos militares de sus integrantes, destacaron por su entrega y capacidad de resistencia. Para entonces, Ángel, afiliado a la UGT y al Partido Comunista, destacado líder político y sindical ferroviario, era Teniente de UHP.

En sus crónicas de guerra, del 19/08/36, ‘Diario de Navarra’, el mismo diario que contribuye a crear el mito de Ángel ciclista, titula: ‘La toma de Endarlatsa por un testigo presencial’, y describe una batalla en el Bidasoa, en el límite entre Nafarroa y Gipuzkoa. A un lado, infantería, falange y requeté; al otro, los marxistas (sic). Hacia las 4 de la tarde se desarrolla un fuego muy intenso. Retroceden los rojos y aparecen cientos de fascistas de todas las esquinas. De pronto, a lo lejos, de las vías del tren, emerge una locomotora con vagón blindado que obliga a los fascistas al repliegue. El tren detiene su marcha diez minutos y sobre él rompe el violento fuego de ametralladora hasta que logra su retirada. Esto sucede justo en el límite del puente de hierro de Endarlatza, destruido por los milicianos para impedir el paso de vehículos de Navarra. Aquel tren abastecía y recogía milicianos que defendían Endarlatza en primer término y regresaba a su base en Irun.

Ese mismo día, otro diario, el del POUM en Catalunya, ‘La Batalla’, informaba escuetamente de que el tren blindado había hecho una expedición y había avanzado lentamente por temor a tener la vía cortada. «Los rebeldes embistieron contra el tren; el blindaje rechazaba las balas. Después de la incursión, regresó a Irun».

Se trataba de nuevas formas de defensa creadas a partir del ingenio y la creatividad de los trabajadores. Y es que a primeros de agosto, en tan solo tres días, los ferroviarios en Irun habían construido un tren blindado de Ferrocarriles Bidasoa, cuya locomotora, ‘Zarauz’, y un vagón, estaban unidos por unas chapas soldadas a modo de protección. El vagón estaba rotulado con las letras UHP pintadas de arriba a abajo, tal y como aparece en la fotografía tomada tras ser requisado por los requetés en el avance.

Irun caerá del lado de los sublevados venidos de Nafarroa el 4 de septiembre, pero aquel 26 de agosto el tren se enfrentó con un tanque hasta que tuvo que rendirse y retirarse poco a poco, llevándose algunos milicianos mientras otros escapaban a nado al lado francés por el río Bidasoa. Ese mismo día, Irun fue bombardeado por tres aviones.

Días después, la compañía de Ángel combatió cuerpo a cuerpo en el monte San Marcial junto a anarquistas y milicianos asturianos. Cuando agotaron las municiones, echaron mano de la dinamita y de las piedras para defenderse. El 2 de septiembre, ante la superioridad numérica, la mejor preparación y mejor armamento de las columnas navarras, emprendieron la retirada. Sin descanso, en fechas siguientes, UHP combatió en Aretxabaleta, en las montañas de Elgeta (Intxortas), donde, en colaboración con otras fuerzas, logró frenar el avance de los ocupantes. Tras la caída de Gipuzkoa, pasaron a defender el territorio de Bizkaia.

A finales de octubre el lehendakari Aguirre recibe la orden del Gobierno de la República de romper el frente por Araba con el objetivo de recuperar Gasteiz y liberar así la presión que sufría Madrid, en cuyo asedio los franquistas concentraban sus fuerzas. A principios de noviembre, UHP con los dos hermanos Balbás se encontraba en el Cuartel General en Elorrio.

El 30 de noviembre, 29 batallones se dirigen para cumplir con la orden. Uno de ellos, el UHP, agrupado con el Meabe. Lo forman, entre otros, el teniente Ángel Balbás y su hermano Juan, miliciano n.º 1838, con su fusil Warszawa; además de ellos, varios navarros componen la compañía. La conocida Ofensiva sobre Villarreal (Legutio) contó con varios tanques y camiones blindados abriendo paso que lograron avanzar diez kilómetros, consiguiendo cercar la localidad objetivo. Gasteiz quedaba a trece kilómetros...

El día de su muerte, ‘Euzkadi’ describe: «Camillas manchadas de sangre, más allá las ambulancias esperan. Un cañonazo. Y otro. Y otro. Después fuego de ametralladora»

 

El 1 de diciembre el lehendakari Agirre visitó la línea y presenció la operación. Pasó el día en el puesto de mando, donde pudo saludar al Teniente Balbás, quien 48 horas más tarde, el 3 de diciembre, falleció según algunas fuentes en el Puerto de Arlabán, cerca de Otxandio. Aquel día, el cronista del diario ‘Euzkadi’ describe: «La llanada, como si sintiera la guerra, está hosca. Entre el espino y la hierba mala, charcas y charcas de agua fría. En los árboles que orillan la carretera se ven, abrazadas al tronco, las camillas manchadas de sangre, más allá las ambulancias esperan. Un cañonazo. Y otro. Y otro. Después fuego de ametralladora».

El día 5, ‘La Voz de Cantabria’, ensalzaba, por un lado, el trabajo de este Batallón que se encontraba en Ubidea, «El dolor hermana y aquí no hay socialistas, ni nacionalistas, ni sindicalistas, ni nada. Aquí hay milicianos bravos y entusiastas», y, por otro, la sintonía que encontraron con el párroco de dicha localidad vizcaína, a quien aseguraron los milicianos le iban a arreglar la campana de la Iglesia.

«¡Ángel Balbás ha muerto!», así tituló el diario ‘Euzkadi roja’ en su apartado: ’Nuestros héroes’. El 8 de diciembre a modo de obituario, informa de su fallecimiento, el día 4, y las circunstancias, en el frente de Otxandio, en aquellos primeros días de ofensiva. Destaca en el escrito su militancia comunista, así como su influencia entre los ferroviarios de Gipuzkoa fruto de su labor incansable en las reivindicaciones obreras, que le había permitido gozar de las simpatías y de autoridad entre ellos. Lamenta la cantidad de bajas producidas por la guerra, un «holocausto», añade, provocado por el fascismo, como la muerte de Ángel, héroes y ejemplo para los nuevos militantes. Firma el artículo un viejo conocido: A. Zumalakarregi, uno de los formaban el Comité ferroviario en abril de 1934.

A finales de año, y un millar de muertos después (150 de UHP) la operación de Legutio fracasa; los franquistas contaban con numerosas ametralladoras impidiendo la toma del pueblo, atrincherados, la gran resistencia de los requetés impide el objetivo. Desde entonces, la guerra en Euskadi continuó seis meses más, arrojando una cifra cercana a los 21 mil muertos. En clara desigualdad, el Ejército franquista disponía de la colaboración de la aviación alemana e italiana, bombardeando a población civil.

Cárcel, exilio y desmemoria

Juan Balbás continuó combatiendo en la defensa de Bizkaia y Bilbao; después en Santander y más tarde en Gijón. Ferroviario, antes que su hermano Ángel, mantuvo a través de su mujer el vínculo con Olite. Hemos reunido algunos datos procedentes del Centro Documental de la Memoria Histórica donde se señala su residencia en Zumarraga, afiliado a la UGT, pertenecía a las J.S.U y era suscriptor y donante de la revista Euzkadi Roja. Aparece el 16 de agosto de 1937 en una solicitud de indemnización del Departamento del Gobierno provisional de Euzkadi, y en otro documento que dice: «Cargo de Secretario y factor de los ferrocarriles del Norte, Gijón, septiembre de 1937».

El 24 de abril los franquistas por radio emitieron el siguiente mensaje: «Franco se dispone a propinar un fuerte golpe contra el que es inútil cualquier resistencia. ¡Vascos! Rendíos ahora y se os perdonará la vida». Dos días después la Legión Cóndor bombardeó Gernika. Aquel horror tuvo gran repercusión internacional. Entonces, el Gobierno vasco se planteó la evacuación de la población civil que comenzó en abril y hasta mediados de junio que cae Bilbao. En total fueron 46.000 vascos evacuados; 32.000 de ellos, niños.

María Pilar Balbás, hija de Juan, tenía seis años y sus recuerdos son un viaje en barco, allí cumplió años, y no recuerda el origen ni el destino ni la compañía de sus abuelos. Sin embargo, ella, además de sus abuelos, Luciano y Basilisa, junto a su madre, Paquita de Alda, y sus dos hermanos, Isabel y Florencio, fueron evacuados desde Santurtzi y desembarcaron en el puerto de Pauillac (Burdeos) el 27 de junio de 1937, teniendo como destino la localidad de Alencon, a donde llegaron tal y como consta en los documentos del Departamento de Asistencia Social del Gobierno Vasco (Archivo de Euskadi).

«Sonaban sirenas, íbamos a un refugio»

A Pilar le suena haber pasado por la localidad de Puigcerdá (frontera con Francia) y nos cuenta que hasta el final de la guerra vivieron en Valencia, en la Calle Ciscar, 59, en casa de la tía Carmen y otra tía monja les ayudaba, «...entonces, ¡no les dejaban vestir de monjas!», continúa su relato, «...recuerdo que sonaban sirenas, íbamos a un refugio». Al terminar la guerra se trasladaron a Olite. Un día, al ir a recoger agua a la fuente -no había en casa-, «la gente preguntaba, ¿Quién es ése que viene? ¡Es mi padre!», regresaba a casa dejando la cárcel atrás, primero en Burgos y más tarde en Donostia.

Consta una pena de muerte conmutada y la libertad condicional con fecha 16 abril de 1943 (Boletín Oficial del Estado y en el Archivo General Militar de Guadalajara). De Olite regresaron a Zumarraga, «donde teníamos muy buenas amistades», nacería un nuevo hermano. Juan continuó ligado al trabajo ferroviario hasta jubilarse.

Del tío Jesús recuerda que también era ferroviario como sus hermanos y que vivía en Barcelona, casado y con dos hijos. Al terminar la guerra no regresó del exilio, se quedó en Francia. En el CDMH-Salamanca aparecen cuatro fichas a nombre de Higinio y apellidos ‘Jesús Balbás’ a las que no hemos podido acceder.

Hemos comprobado que su nombre aparece entre los que pasaron por el Campo de Gurs, con más de 18.000 refugiados republicanos era conocido como «el campo vasco». Allí pudo coincidir con otros de Olite, en total 500 navarros pasaron por Gurs. Jesús Higinio falleció en la Bretaña francesa (Saint Malo) el 19 de octubre de 2006. Años después, en 2017, el Gobierno de Navarra realizó un pequeño homenaje a los refugiados, en Olite se celebró una conferencia.

«Mi padre nos contaba que el tío Ángel era un buen ciclista y que lo mataron en la guerra, pero no sé más. Mi hermano rompió las fotos». El testimonio de María Pilar, la sobrina nonagenaria de Ángel Balbás, es la voz del dolor, del trauma generado por la guerra civil pero especialmente con la represión de la dictadura. Se impuso en aquellas familias un velo de silencio con el que intentar tapar la cicatriz, el miedo a ser señalados, a las miradas de los vencedores y a las represalias con los descendientes.

Por eso a Pilar Balbás no le gusta hablar de ello. Que se sepa. «A un hermano de mi madre lo asesinaron en Sesma, se llamaba Ruperto Alda [eran republicanos de izquierdas]», prosigue con el relato, «Muchas familias de Olite, como la de Félix Zulaica, sufrieron muchísimo, o como la de mi marido, aquí en Gipuzkoa». Escuchar las crónicas deportivas del tío ciclista son en parte un alivio. Los buenos recuerdos consiguen esbozar una sonrisa en Maria Pilar Balbás.

«En un barrio obrero, llamado Larrotxapea, cerca de la estación de Pamplona, no existe familia que no llore el asesinato de uno o de varios de los suyos». Es el testimonio del sacerdote Iñaki Aspiazu recogido en su libro «Siete meses y siete días en el campo de Franco». La Rotxa, dónde los Balbás vivieron más de una década, fue un barrio muy castigado por la represión; según los datos extraídos por el Fondo Documental de la Memoria Histórica de Navarra, alrededor de 50 personas fueron asesinadas, de las cuales 10 eran ferroviarios, compañeros de los Balbás Pedrejón. Otros 10 más asesinados eran ferroviarios vecinos de Iruñea. Otras manifestaciones represivas, la cárcel, el exilio y las inhabilitaciones afectaron a 300 ferroviarios, de los 1.300 que había en Nafarroa; 50 de ellos vecinos de aquel barrio. Con esta historia y efeméride hemos querido homenajear también a la Rotxa ferroviaria.

En el caso de Ángel está claro, tal como escribió Albert Einstein a su hijo: «La vida es como andar en bicicleta. Para mantener el equilibrio, debes seguir moviéndote»

 

En los tiempos actuales de Alta Velocidad resultaría chocante y hasta incongruente que locomotoras y vagones luzcan los nombres de aquellos «héroes»; los trenes de cercanías, tal vez, resulten más apropiados para ello. En el caso de Ángel está claro, tal como escribió Albert Einstein a su hijo: «La vida es como andar en bicicleta. Para mantener el equilibrio, debes seguir moviéndote».

En ese sentido, «la máquina perfecta» siempre fue aliada de la pelota y el juego del fútbol; así lo demostró Osasuna aquellos años con su equipo de txirrindularis. Siguiendo esa cadencia y pedaleo, una martxa de bicis, una bajada al Sadar protagonizada por hinchas rojos, como recuerdo y homenaje a aquel equipo ciclista, sería muy top, a la vez que una acción altura histórica en memoria de Ángel Balbás de Osasuna y de los ferroviarios.