Las elecciones estatales del 20N han dejado una fotografía en blanco y negro en el conjunto del Estado español, con un PP al que le ha bastado mantener su voto para relevar a un PSOE agotado (pierde más de cuatro millones de sufragios sin que ninguna otra fuerza emerja). Pero esa imagen, la de una lógica alternancia en La Moncloa en un contexto de grave crisis, no tiene nada que ver con la producida en Euskal Herria. Aquí los movimientos políticos producidos desde la anterior convocatoria electoral -el último de ellos la decisión de ETA de dejar la lucha armada definitivamente- han provocado un auténtico vuelco en el mapa de estos comicios estatales, en que las dos formaciones españolistas pierden seis de sus dieciséis actas de diputado y los abertzales saltan de siete hasta trece.
Este resultado no tendrá tantos efectos en el Congreso -donde la representación vasca se diluye ineludiblemente entre los 350 elegidos- como en la relación de fuerzas en la escena vasca. El escrutinio confirma que las demandas soberanistas e independentistas ganan mucho espacio en el nuevo escenario, incluso en una convocatoria electoral tan extraña a los vascos como ésta, mientras PSOE y PP pierden peso.
Especialmente significativo resulta que el PP no haya conseguido despegar tampoco en esta ocasión: se queda en cinco escaños sobre 23. Dicho de otro modo, la ola sobre la que cabalgaba Mariano Rajoy no ha llegado para nada a las costas vascas. Un dato demoledor es que la lista de Nafarroa, en coalición con UPN, haya perdido votos respecto a 2008, cuando Rajoy fue superado por Zapatero. Los tres partidos -no sólo PP y PSOE, sino también UPN- quedan abocados en Euskal Herria a una reflexión sobre cómo están afrontando -o mejor dicho, cómo no están afrontando- este nuevo tiempo.
Ese trece a diez supone un resultado histórico en estos comicios, que también tiene reflejo en el número de votos. Hace cuatro años, PSOE y PP estuvieron a punto de hacer realidad un viejo sueño compartido por españolistas y abertzales: llegar al millón de votos en los cuatro herrialdes. Su suma alcanzó los 900.000. Tres años y medio después y en un panorama muy distinto, bajan hasta 660.000. La suma de Amaiur, PNV y Geroa Bai les supera en unos 35.000 apoyos ciudadanos.