El Gobierno de Mariano Rajoy ha intentado durante los primeros meses de su mandato parar el golpe de los mercados a base de recortes y austeridad. Unas medidas que la realidad del rescate ha mostrado como inútiles pero que han desnudado los pilares básicos de lo que hasta ahora conociamos como un Estado de bienestar.
Hoy hará balance de este curso político marcado por la austeridad y la presión de la crisis desatada en Europa.
El primer año de Gobierno del PP ha dejado un rosario de recortes presupuestarios y medidas que ningún ciudadano votó en las elecciones del 20 de noviembre, ya que no estaban incluidas en el programa electoral del partido vencedor. Sanidad y educación, como viene siendo costumbre con la derecha en el poder, han sido dos de los pilares más afectados. Pero no los únicos. La cooperación, la investigación, las radios y televisiones públicas, todo tipo de subvenciones, las ayudas a la dependencia y un largo etc. forman parte de una lista que parece no tener fin.
Mención aparte se merece la política laboral del Gobierno, que complació a la patronal con una reforma laboral regresiva que, como el mismo Rajoy predijo, le costó al Ejecutivo la primera huelga general de su mandato.
Y mientras las entidades financieras son rescatadas con millones de euros de dinero y deuda públicas, la presión sobre las personas no para de crecer.
La deuda española en los mercados sigue en aumento y la incertidumbre económica lanza la prima de riesgo a récords históricos.
A la gravedad de una tasa de desempleo cercana al 25% y la falta de políticas activas de empleo y crecimiento económico se une un aumento progresivo de la presión fiscal hacia los ciudadanos, en forma de aumento de impuestos que dejan de lado cualquier noción básica de progresividad
El más grave de ellos, el reciente aumento del IVA, que parece haber olvidado la campaña «No más IVA» que lanzó contra su antecesor en el cargo. La reciente subida de la factura del luz y del gas no es más que otra medida de ahogo para las familias con menos recursos.