Beñat ZALDUA
BARCELONA

El independentismo catalán se refuerza en una Diada histórica

La manifestación convocada por la Assemblea Nacional Catalana (ANC) es la mayor marcha de la historia del país, se convierte en un clamor por la independencia y supone un punto de inflexión. El president del Principat, Artur Mas, valora hoy la manifestación.

La manifestación fue más bien una enorme concentración, debido a la dificultad para avanzar. (Josep LAGO/AFP PHOTO)
La manifestación fue más bien una enorme concentración, debido a la dificultad para avanzar. (Josep LAGO/AFP PHOTO)

La Assemblea Nacional Catalana (ANC) se esforzó en cuantificar una movilización inabarcable, cifrándola en el entorno de las dos millones de personas. Por su parte, la Policía calculó millón y medio, mientras que la Delegación del Gobierno español habló de 600.000 manifestantes. Imposible saberlo, pero innecesario al mismo tiempo. Las imágenes tomadas desde los helicópteros hablan por si solas de una marea humana que cubrió tres kilómetros de largo, según varios medios catalanes. «La manifestación más multitudinaria de la historia moderna de Catalunya», según los organizadores.

Las previsiones eran optimistas, pero ni en sus mejores sueños los organizadores se imaginaron encontrarse con una marcha que ocupó todo el recorrido de la manifestación antes de que la cabecera -con el lema «Catalunya, nou Estat d'Europa»- pudiese dar ni siquiera un paso.

Después de conseguir recorrer apenas 200 metros en una hora, la cabecera desistió en su intento, convirtiendo la manifestación en una multitudinaria concentración.

Una delegación de la ANC y de l'Associació de Municipis per la Independència (AMI) se dirigió por un camino alternativo al Parlament, donde, tal y como estaba previsto, fue recibida por la presidenta de la institución, Núria de Gispert.

La manifestación dejó claro, además, su carácter inequívocamente independentista. De hecho, las alusiones al pacto fiscal brillaron por su ausencia, evidenciando el fracaso del Govern a la hora querer dirigir la movilización hacia la reclamación de un nuevo modelo de financiación para el Principat.

Las esteladas sustituyeron por un día a las «senyeras» y los lemas coreados por los manifestantes -con el «in, inde, independència» a la cabeza-, no dejaron dudas sobre el objetivo de la marcha.

Esto no quita para que CiU barra para casa e intente instrumentalizar la masiva manifestación en la defensa del pacto fiscal durante la reunión que mantendrán la semana que viene Artur Mas y Mariano Rajoy en la Moncloa. Pero el Govern juega con fuego. Orgullosa de mantener durante décadas la centralidad política del Principat, a CiU se le está moviendo el país hacia el independentismo sin que de muestras, al menos por ahora, de estar a la altura de las circunstancias.

Pese a que Artur Mas no asistió a la manifestación, la plana mayor de CiU y del Govern hizo acto de presencia, con los Pujol, padre e hijo, al frente.

El mayor, el expresident, señaló que «es la respuesta de la gente y esta es la que vale», mientras que el pequeño advirtió de que la Diada de ayer supone el «punto final a la dinámica de la transición».

Por la mañana, Mas ya había declarado que si no llegan a un acuerdo económico, «el camino de Catalunya hacia la libertad está abierto». Palabras grandilocuentes que tendrán que encontrar su reflejo en la realidad más pronto que tarde.

No fue el único dirigente político que buscó el titular a golpe de declaración. El secretario general de ERC, Oriol Junqueras, señaló que «El Govern debe convocar un referéndum de autodeterminación y, si no se ve con fuerza, elecciones anticipadas».

Hasta Ernest Maragall, hermano del expresident y una de las cabezas visibles del defenestrado sector catalanista del PSC, remarcó que «a partir de mañana, el mínimo con lo que hay que ir a Madrid ya no es solo el pacto fiscal». El diputado del PSC, crítico con la cúpula de su partido, advirtió también de que la distancia entre el PSC y la sociedad se hizo ayer «más grande».

Pero el protagonismo del día estaba reservado para la sociedad civil, que levantó al viento las cartulinas verdes -debidamente repartidas durante los días previos por varios periódicos- cuando el orador preguntó: «¿Queremos que nuestros representantes políticos se comprometan a iniciar el proceso de secesión?». Después de la manifestación de ayer, cabe preguntarse cuándo la sociedad se cansará de pedir dicho compromiso a los partidos políticos para asumirlo como propio y actuar en consecuencia.

Primeras reacciones

Lluis Llach se convirtió en portavoz improvisado de la sensación a pie de calle al declarar: «Estamos en el primer día de una nueva época». El cantante y escritor traducía de esta manera en palabras la sonrisa de los miles y miles de personas que abarrotaron las calles de Barcelona, conscientes de que un libro en blanco se abría ante ellos. Todavía está por ver quién toma la pluma para escribir las primeras líneas. Menos el periódico «Abc», que apenas habló de la manifestación en su edición digital, pocos se abstuvieron de sumarse al torrente de declaraciones que durante el día de ayer inundaron las redacciones de los diarios.

Desde el propio Artur Mas, que por boca de la presidenta del Parlament, Núria de Gispert, anunció que recibiría a una delegación de la ANC durante esta misma semana, hasta el diputado de Izquierda Unida Gaspar Llamazares, que, en una lección de desubicación política, aseguró que «sin un movimiento federalista en España, el independentismo y el españolismo se retroalimentan».

Rajoy tampoco faltó a la fiesta, apelando a la «prudencia» y al «trabajar juntos» contra la crisis. Pero la palma se la llevó la secretaria general del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho, que amenazó con romper relaciones con CiU. Del dicho al hecho hay mucho trecho, pero de ser así, el cerco sobre el Govern se estrecharía de manera preocupante para Mas.

Jornada de reivindicación

Pese a que el plato fuerte se sirvió con la manifestación de la tarde, los actos de la Diada llenaron durante todo el día las calles de Barcelona. Desde las madrugadoras ofrendas florales al héroe de la resistencia catalana en el asedio borbón de 1714, Rafael Casanova, hasta los homenajes a los caídos en dicho asedio en el Fossar de les Moreres.

Ese fue de hecho, como cada año, el enclave escogido por la juventud de la Esquerra Independentista para realizar su acto político durante la mañana. La diferencia, que este año se presentaron unidos, bajo el nombre común de Arran, que realizó su primera aparición masiva en la capital después de su nacimiento hace varios meses.

De allí salió, ya casi al mediodía, la manifestación convocada por Rescat en favor de la libertad de los presos y las presas políticas catalanas, con referencias explícitas al caso de Iosu Uribetxebarria. Centenares de personas participaron en esta marcha que cada 11 de setiembre recorre el centro de Barcelona, convirtiéndola en la más concurrida de los últimos años.

De manera simultánea, y con vestido de gala, el Parc de la Ciutadella acogió el acto institucional de la Diada, conducido este año por la periodista Mónica Terribas.

En dicho acto, la periodista Mónica Terribas, al recordar los 100 años del nacimiento del escritor Joan Sales parafraseó al autor y pronunció una de las declaraciones con más recorrido a lo largo del día : «Desde hace 500 años, los catalanes hemos sido unos imbéciles. ¿Se trata, por lo tanto, de dejar de ser catalanes? No, se trata de dejar de ser imbéciles», que fue acogida con más gritos de «indepedencia».

También saludó a Baleares y la Comunidad Valenciana, donde «la lengua común recibe sistemáticamente ataques de instancias políticas y judiciales».