«Ya estábamos con bastante miedo, no hacía falta asustarnos más», ha contado a los periodistas al llegar, procedente de Madrid, a la estación ferroviaria de Iruñea, donde ha sido objeto de un recibimiento por parte de un grupo de personas que han expresado su solidaridad con Palestina.
Al relatar «la extrema violencia» utilizada en el abordaje del Estelle y en la detención de los activistas internacionales que iban a bordo con ayuda humanitaria, Begoña Zabala ha subrayado que primero les estuvieron rodeando durante tres cuartos de hora, «tomando fotos y filmando».
«Me pareció exagerado el esfuerzo violento de aparición y luego cuando entraron», unos cincuenta hombres armados, en el «velerito» de 53 metros de eslora, en el que viajaban unas treinta personas, muchas de ellas rondando los sesenta años e incluso una, un exparlamentario, de 80 años, la cuales no llevaban «ningún armamento». «Pero ni una piedra», ha dicho.
«No ha sido una acción pacífica», ha insistido la abogada navarra, quien ha relatado que, tras el abordaje, al principio utilizaron «sobre todo medios muy disuasorios», y luego «pistolas de esas que dan calambres» para disolverlos, cuando a su juicio no era necesario nada de eso porque para entonces ellos estaban «abrazados y agarrados» unos a otros.
De todos modos, Begoña Zabala ha considerado que con el viaje de esta tercera flotilla, «el trabajo de solidaridad ha salido muy, muy reforzado» y han regresado «con la promesa de que seguiremos».
Zabala fue expulsada por parte de Israel junto con Ricardo Sixto y Laura Arau cuando se dirigía a Gaza formando parte de la III Flotilla de la Libertad.