Sucede, sin embargo, que –pese a lo que diga el tango– veinte años son muchos en la política vasca y veinticuatro más todavía. Hablamos de los tiempos de la escisión del PNV, de cuando José Antonio Ardanza sacó más votos pero menos escaños que José María Benegas, de la inauguración de los gobiernos de coalición con el PSE mientras el GAL seguía matando. Hasta existía EE.
Puestos a repasar los discursos de aquel pleno, conviene no quedarse solo en el que hizo Juan Carlos Ioldi, sino seguir también la lectura de lo dicho por José Antonio Ardanza. Y, si se tiene tiempo y vocación, ahí están las palabras del difunto Julen Guimón (AP), Kepa Aulestia (EE), Carlos Garaikoetxea (EA), Iñaki Ruiz de Pinedo (HB), Txiki Benegas (PSE) y -fíjense en boca de quién dejó el PNV la defensa de su proyecto- Emilio Guevara.
La imagen global es una fotografía en blanco y negro. En algunas cuestiones parece que no hemos avanzado nada y otras suenan a debates del pleistoceno. Lamentablemente, el recuerdo de Ioldi a Arzamendi, Retolaza y Aldalur, compañeros enfermos de cáncer que se encontraban en prisión, sigue siendo de actualidad con otros nombres. Como el saludo a los trabajadores de Magefesa que se manifestaban en el exterior del Parlamento en defensa de sus puestos de trabajo. Si este miércoles no hay una concentración similar no será porque falten motivos.
Claro que hay un enorme salto entre lo que se decía entonces y la situación actual. Pero si se va a hablar de la capacidad mostrada por cada cual para hacer realidad lo dicho en aquel pleno, repasemos que Ardanza se comprometió «a hacer de la Euskadi de los noventa una sociedad integrada y en paz». Y prometió, entre otras muchas cosas, la Ley Municipal de Euskadi, la presencia de la CAV en los debates de la Comunidad Económica Europea y la creación del Instituto de Crédito Oficial Vasco.
Y, por supuesto, la posición política de la izquierda abertzale es hoy muy distinta a la que tenía entonces. No hay secreto en ello. Los propios protagonistas lo reconocen. En la Ponencia de Línea Política de Sortu puede leerse que «han sido grandes las remodelaciones tanto estratégicas como organizativas que el MLNV ha llevado a cabo a lo largo de sus 50 años de historia para adaptarse a los cambios sociopolíticos y de coyuntura acaecidos en Euskal Herria». Y concreta que en 2010, con la aprobación de la resolución «Zutik Euskal Herria», «establece un punto de inflexión trascendental en su trayectoria» al tomar «una decisión histórica».
Si el PNV quiere entrar en el debate de que la estrategia político militar no ha llevado a la izquierda abertzale a la consecución de sus objetivos de independencia y socialismo, también tendrá que reconocer que el Estatuto de Autonomía está muy lejos de ser la varita mágica prometida en 1979 que iba solucionar todos los problemas con una palabra: «Bai».