Un manto de impunidad
La impunidad con la que actúan las fuerzas de seguridad a la hora de reprimir manifestaciones no es ninguna novedad, pero en el último año el encubrimiento ha rayado el escándalo. En Euskal Herria, la investigación sobre la muerte de Cabacas sigue sin dar resultado alguno, mientras que en Catalunya, el Departamento de Interior sigue empeñado en negar que fuese una bala de goma la que robase un ojo a Ester Quintana.
Los 36 indultos que los sucesivos gobiernos del PSOE y del PP han otorgado a agentes de las FSE condenados por torturar a ciudadanos vascos –así como el más reciente doble indulto a cuatro mossos d'Esquadra, también por torturar–, evidencian la impunidad con la que trabajan los cuerpos policiales en el Estado español, con pequeñas excepciones que confirman la regla, como el caso de Mikel Iribarren, que tras un vía crucis judicial consiguió que el Tribunal de Estrasburgo condenase a Madrid por las heridas que le ocasionó un bote de humo lanzado por la Policía en Iruñea.
En el caso de las balas de goma, la impunidad no es menor, como lo muestran dos de los casos más recientes: la muerte de Iñigo Cabacas en Bilbo y las lesiones a Ester Quintana, en Barcelona.
Caso Cabacas, ocho meses de espera
Cuando el 9 de abril una bala de goma se llevó por delante la vida de Iñigo Cabacas, el entonces consejero de Interior, Rodolfo Ares, anunció una exhaustiva investigación para esclarecer los hechos. Más de ocho meses después nadie sabe, al menos públicamente, quién disparó al joven hincha del Athletic. La Ertzaintza fue capaz de detener a dos jóvenes bajo la acusación de haber provocado una pelea previa a las cargas, pero fue aparentemente incapaz de establecer qué agente disparó el pelotazo que se llevó por delante la vida de Cabacas.
En la precampaña electoral, Ares dejó el cargo en funciones precipitadamente, sin haber facilitado en medida alguna la investigación. Más bien al contrario. La familia de Cabacas denunció haber recibido una oferta económica por parte del Gobierno, mientras que el Ararteko criticó que Interior no le ha facilitado la información necesaria para investigar. Como respuesta, Ares negó la oferta económica, espetó a Iñigo Lamarca que la investigación no era de su competencia y cargó contra la abogada de la familia, Jone Goirizelaia, acusándola de calumnias y falsedades. Y mientras tanto, la investigación encallada y la sensación, expresada por el propio padre de Cabacas, de que «buscan más tiempo para manipular las pruebas».
También está por aclarar oficialmente el caso de Xuban Nafarrate, joven gasteiztarra herido en la huelga general del 29 de marzo cuando, según testigos presenciales, un ertzaina le disparó una bala de goma a la cabeza a cuatro metros de distancia, provocándole un derrame cerebral y un coágulo.
Caso Quintana, ojo perdido, manos lavadas
Durante la huelga general del 14 de noviembre, la Brigada Móvil de los Mossos d'Esquadra cargó contra la manifestación convocada por sindicatos alternativos y movimientos sociales. Ester Quintana resultó herida en la cara con un proyectil desconocido. La lesión, que derivó en la pérdida del ojo y la fractura del pómulo, es la típica producida por las balas de goma, según todos los partes médicos. Pese a ello, la Conselleria de Interior, con el polémico Felip Puig a la cabeza, sigue negando rotundamente que se lanzase ninguna bala de goma en el transcurso de la huelga.
Pero el desarrollo de los acontecimientos es mucho más rocambolesco. Al día siguiente de la huelga, Puig aseguró que no se lanzó ni un solo proyectil. Ante la evidencia de los vídeos, el 3 diciembre reconoció que sí se lanzaron proyectiles de Foam con las lanzadoras GL-06, pero no en el lugar de los hechos. Nuevos vídeos demostraron que el conseller había mentido en sede parlamentaria, lo que le obligó a comparecer de nuevo en el Parlament y reconocer que sí, que se lanzaron proyectiles de Foam en el lugar donde Quintana fue herida. Puig anunció entonces la dimisión del comisario de la Brigada Móvil, Sergi Pla, pero se defendió alegando que los proyectiles no fueron lanzados ni en la hora ni en la dirección en la que fue herida la manifestante. Cosas del siglo XXI, un nuevo vídeo volvió a demostrar, una vez más, que sí hubo lanzamientos de proyectiles en el lugar, la hora y la dirección en las que Quintana fue herida.
Durante todo este tiempo, Puig ha mantenido que no se disparó ni una sola bala de goma, alegando, como cuestionable prueba, que todas las balas de goma que salieron de la comisaría regresaron al final del operativo. La propia Ester Quintana, igual que varios testimonios, sin embargo, asegura que fue una pelota de goma la que impactó contra su cara, algo que viene avalado por los informes médicos y que las mentiras del conseller de Interior hacen muy plausible. El caso está ya en los juzgados, donde se ha admitido la querella presentada por Quintana, y no se descarta que en las próximas semanas aparezcan nuevas evidencias.