«Las partes implicadas deben discutir todos los aspectos cara a cara»
Robert McBride fue miembro activo del grupo armado sudafricano Umkhonto we Sizwe (MK). Le condenaron a muerte primero y le amnistiaron más tarde, implicándose en el proceso de paz dentro del Congreso Nacional Africano. Luego ha ostentado el cargo de comisario de la Policía Metropolitana de Ekurhuleni y tiene mucho que decir sobre desarme y reintegración.
Usted estuvo condenado a muerte por «terrorismo», hoy está aquí como experto en procesos de paz. Lo mismo se puede decir de Nelson Mandela. ¿Qué reflexión general le sugiere esto?
En Sudáfrica, quien desempeñó el papel más importante en el proceso de paz fue un preso, fue Nelson Mandela, quien también tuvo un destacado papel en los procesos de Timor del Este y del norte de Irlanda, de lo que fui partícipe junto a Mandela. También fui parte del desarme y de la negociación de amnistías para quienes combatieron con nosotros en un intento por asegurar la entrega de armas. En cualquier proceso de paz es importante la construcción de sólidos bloques, porque ello ayuda a generar confianza en ambas partes.
Todos los roles que me ha tocado jugar a lo largo de mi militancia responden a una actitud de coherencia con cada momento histórico. Cuando el Gobierno del apartheid se negaba a abordar la situación política en Sudáfrica, decidí siendo un adolescente unirme a la lucha armada. Cuando el Gobierno mostró buena disposición a discutir otras alternativas políticas para el país, vimos que por nuestra parte había llegado el momento de dejar las armas; esa era nuestra responsabilidad en esa fase. En pocas palabras, la coherencia a la que me refiero se expresa en el reconocimiento de una humanidad compartida, primero respecto a nuestra comunidad que vivía oprimida y después respecto a los derechos de todos en el país.
¿Cómo valora que líderes de la izquierda abertzale estén todavía en prisión, pese a haber impulsado la nueva situación, junto a otros 600 presos más?
En 1990, Nelson Mandela le dijo al Gobierno británico que debería mantener un diálogo directo con el IRA. Todos los medios de comunicación en general, así como grupos de interés, le criticaron por ello, pero luego ocurrió. En Sudáfrica, el hecho de que el Gobierno se decidiera a entablar conversaciones directas con el entonces proscrito Congreso Nacional Africano derivó en una declaración de paz.
Hay otros muchos ejemplos en el mundo. La firma del acuerdo sobre la guerra de Vietnam de 1973 fue fruto del diálogo que inició Washington con el Gobierno de Vietnam del Norte. Ese el inicio del camino hacia un acuerdo.
Los presos políticos deben participar en las discusiones. En Sudáfrica existía una guerra porque el Gobierno reprimía a sus ciudadanos y no permitía el ejercicio de la actividad política en libertad ni la expresión de nuestros derechos. Las causas que dieron origen a la guerra desaparecieron cuando llegamos a un acuerdo sobre el problema político. Desde mi experiencia, las personas involucradas en ambas partes deben discutir todos los aspectos del conflicto de manera directa, cara a cara.
Las conversaciones deben empezar y los presos pueden jugar un papel positivo. Aunque sean vistos por algunos como terroristas, para su propia gente son combatientes por la libertad, héroes, y por tanto pueden influir en sus respectivas comunidades y mantener vivo el proceso de paz. Esa fue una de las tareas que me tocó realizar en calidad de expreso. Si no hubiera sido un combatiente, ni hubiera estado en prisión, muchos jóvenes activistas no me hubieran escuchado ni me hubieran otorgado credibilidad. El 95% del Gobierno está formado por expresos.