@GARA_iiriondo
GASTEIZ

El eslabón perdido

Entre los cientos de miles de participantes en la «Vía Catalana» hubo representación del soberanismo vasco, pero no del PNV, que redujo su asistencia a los actos institucionales. No ha habido una explicación seria del porqué faltó ese eslabón en la inmensa cadena humana. A lo sumo, algunas excusas. Un hueco que tiene su lectura en clave interna vasca.

Iñaki Iriondo.
Iñaki Iriondo.

Mientras la presidenta de l´Assemblea Nacional Catalana, Carme Forcadell, pugnaba con la emoción para pronunciar su discurso en la Plaza de Catalunya, ante ella se podían ver ondear varias ikurriñas. Ikurriñas solidarias con la reivindicación de independencia; ikurriñas envidiosas de la enorme movilización que la ANC había logrado convocar, superando en dificultad logística a la gigantesca manifestación que desde Barcelona dio la vuelta al mundo en la Diada de 2012. Consultas populares, manifestación y cadena humana, una secuencia que ha ido formando una imparable ola humana que ha conseguido arrastrar en su dirección a la propia Generalitat.

La sociedad civil empujando a las instituciones. Lo que le faltó en 2005 al Nuevo Estatus propugnado por Juan José Ibarretxe y aprobado por el Parlamento de Gasteiz para pasmo de Josu Jon Imaz. Lo que volvió a faltar el 25 de octubre de 2008 a la consulta que el lehendakari decía impulsar desde Ajuria Enea y que todo el mundo veía cómo frenaban desde Sabin Etxea.

Haciendo ondear esas ikurriñas en la Plaza de Catalunya, o congregados en otros puntos de la «Vía Catalana», había dirigentes de las cuatro formaciones que componen EH Bildu (Sortu, EA, Aralar y Alternatiba) que respondían así a las invitaciones recibidas de partidos hermanados y de la propia ANC. También diputados de Amaiur, representantes de Udalbiltza, participantes de Independentistak... En definitiva, una amplia y variada representación del soberanismo vasco, incluidos los sindicatos ELA y LAB. Este último realizó además un acto expreso de adhesión a la Diada en Iruñea.

Sin embargo, a la parte de la cadena pintada de rojo, verde y blanco le faltaba un eslabón y no era precisamente pequeño. Faltaba el PNV.

La representación del partido, encabezada por el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, había estado en Barcelona horas antes, en los actos institucionales, acompañando a CDC en la ofrenda floral al monumento de Rafael Casanova y después en la recepción del Parlament.

No ha habido una explicación seria de por qué el PNV no quiso participar en la enorme cadena humana. Entrevistado el lunes en Ganbara, de Radio Euskadi, Ortuzar intentó primero escapar aduciendo que la reducción de vuelos entre Bilbo y Barcelona le impedía estar presente; pero para explicar que no hubiera ninguna representación del partido adujo que en ese día el protagonismo tiene que ser de los catalanes. Esa excusa ya la utilizó también hace un año el entonces presidente del EBB, Iñigo Urkullu. Bien está que los vascos seamos importantes, y más aún los que tienen carné del PNV, pero pretender que la participación de tres o cuatro burukides en una cadena de cientos de miles de personas puede restar protagonismo a los catalanes no tiene un pase ni como bilbainada.

¿Cuáles son entonces las razones verdaderas del eslabón perdido en la cadena catalana? Evitar comparaciones.

La independencia no está en la agenda del PNV. Ni siquiera la reforma estatutaria es ahora una necesidad. Peor aún: da la impresión de que tampoco la paz y la normalización democrática son una urgencia después de que ETA dejara la actividad armada.

La prioridad del PNV es el PNV. Se ha podido ver con claridad en los últimos días. Primero con el acuerdo de salvación de la legislatura cerrado con el PSE y ayer mismo firmando el acta de defunción de la Ponencia de Paz y Convivencia porque los que tuvieron dirigentes encarcelados por la creación de los GAL, vieron cómo en sus comisarías morían personas torturadas y ascendieron a Enrique Rodríguez Galindo, creen que EH Bildu no supera el auto de fe de pureza democrática.

Así que los vascos y vascas, incluidos los jeltzales, que estén mirando con envidia a Catalunya ya saben qué hacer. Crear una marea humana que lleve a las instituciones por el cauce del independentismo.