En un acto específico sobre el proceso vasco que se celebra en el Museo de la Ciudad de México, la declaración de Aiete ha recibido la adhesión de dieciocho importantes líderes latinoamericanos, entre los que se incluyen trece expresidentes de diversos países y la actual primera dama de Uruguay. Se trata de estadistas de Colombia (Belisario Betancur, César Gaviria), Chile (Ricardo Lagos), Uruguay (Julio María Sanguinetti), Paraguay (Fernando Lugo y Juan Carlos Wasmosy)...
En representación de todos ellos, al acto han asistido el expresidente de Ecuador Rodrigo Borja, y la senadora y primera dama uruguaya, Lucía Topolansky. Junto a ellos, representantes también muy conocidos de organizaciones civiles que han auspiciado el acto, como el Centro Cárdenas-Solorzano, con Cuauhtémoc Cárdenas a la cabeza, y Colombianos y Colombianos por la Paz, a través de Piedad Córdoba y Danilo Rueda.
Miguel Alvarez (de la organización civil mexicana Serapaz) ha ejercido de conductor del acto, que ha iniciado afirmando que «Aiete marca el cierre y la apertura de una etapa» y destacando que con esta cumbre «sumamos como continente a este proceso». Ha recordado que en su día Aiete también fue apoyada desde el norte, por el expresidente de Estados Unidos Jimmy Carter o el senador George Mitchell.
En paralelo al acto en sí, lo destacable estriba en la dimensión de los líderes que hacen suyo Aiete. Predominan los exgobernantes de izquierdas, pero el ramillete ideológico es amplio. Por ejemplo, aparecen tres expresidentes colombianos: dos de ellos liberales -César Gaviria y Ernesto Samper- y otro conservador -Belisario Betancur-. En la lista figuran líderes que llegaron a la presidencia tras combatir dictaduras en sus países, como los paraguayos Juan Carlos Wasmosy y Fernando Lugo o el chileno Ricardo Lagos. Pero también los hay incardinables en el centro o la derecha, como Julio María Sanguinetti, que fue presidente de Uruguay por el Partido Colorado. A ello ha aludido con satisfacción su compatriota Topolansky: «Me alegro de compartir esto con un expresidente de otro partido distinto, porque esta visión de la paz está por encima de nuestras diferencias políticas».
Se aprecia también que varios de ellos han sido líderes en dinámicas de resolución de conflictos. Así, se ha recordado que Borja «lideró el proceso de paz con el movimiento Alfaro Vives y erradicó la tortura». Óscar Arias, expresidente de Costa Rica, recibió el Nobel de la Paz por sus esfuerzos para acabar con las terribles guerras que asolaron Centroamérica en los 80. Y Piedad Córdoba es sobradamente conocida en los últimos años por su labor como mediadora en secuestros de carácter político y por representar ahora al movimiento Colombianos y Colombianas por la Paz.
Hoy, otro paso
En discursos que se han sucedido durante dos horas, todos han coincidido en su preocupación por la situación en Euskal Herria, que para nada les es ajena. Topolanski ha dicho que «tenemos obligaciones con nuestros hermanos» vascos, ha recordado que el apellido del presidente es Mujica y ha citado que ambos han llegado al gobierno tras un pasado guerrillero: «Por eso creemos en los procesos de paz. Y todas las veces que seamos convocados, vamos a estar, respetando siempre a las partes y la soberanía».
Ha sido Cárdenas quien se ha encargado de leer el breve texto de adhesión a Aiete, que se limita a destacar el valor de esta hoja de ruta pero tendrá continuidad y profundidad hoy en una rueda de prensa, también en México. «Esperamos contribuir a la consolidación del proceso», ha apuntado antes de añadir que «no caben excusas que puedan aducirse como insalvables».
Algunas intervenciones han tenido un carácter didáctico, destinado a explicar entresijos del conflicto y la historia vasca a un auditorio en el que había también representantes de distintas fuerzas en el Legislativo mexicano. Ha destacado por ejemplo la del ecuatoriano Rodrigo Borja, que ha trazado un recorrido por la historia de ETA deteniéndose en pasajes como la muerte de Luis Carrero Blanco en 1973 (ha remarcado que «la Operación Ogro, ejecutada con gran prolijidad por un comando de ETA, cambió el destino de España porque desarticuló los planes continuistas de la dictadura franquista»).
Dos años después, la Declaración de Aiete toma por tanto un impulso inesperado al otro lado del Atlántico. «Nos sumamos como continente», ha recalcado el presentador del acto, Miguel Álvarez, miembro de Serapaz, entidad coorganizadora.
La práctica totalidad de los intervinientes en el acto han oscilado entre la incredulidad y el enfado al referirse al bloqueo impuesto por el Gobierno español, frente a una Declaración de Aiete que ven como la gran oportunidad para resolver este viejo conflicto. También ha habido unanimidad en resaltar la unilateralidad impulsada desde la izquierda abertzale como un factor clave y específico.
Una de las frases más significativas ha sido la de Danilo Rueda (Colombianos y Colombianas por la Paz), cuando ha resumido así el escenario en Euskal Herria: «El pueblo vasco tomó la opción por la paz independientemente de que se le sigan vulnerando derechos y de que en el otro lado no haya un interlocutor viable, un gesto, una señal mínima».
Su compañera Córdoba ha evocado la situación de los presos, y entre ellos la de Arnaldo Otegi, instando al acercamiento y a «dejar de negar la alteridad del adversario con venganza y ensañamiento». Ha deseado que Estrasburgo anule el lunes la doctrina 197/2006 y no ha olvidado a las casi 80 personas juzgadas desde esta semana en Madrid.
Rodrigo Borja, en su repaso histórico, ha ubicado el conflicto en el resurgimiento de movimientos nacionalistas tras «la larga y sangrienta noche franquista». Ha incluido menciones críticas al «inefable Aznar», por minusvalorar el alto el fuego de 1998, y al PP en su conjunto «por su beligerante oposición» a la negociación entre el Gobierno Zapatero y ETA en 2005-07.
Quien más datos ha aportado sobre la situación actual, desde la atalaya que le brinda ser miembro del Grupo Internacional de Contacto, ha sido Alberto Spektorowski. Ha detallado dos grandes avances desde Aiete: la decisión de ETA de dejar la lucha armada definitivamente -«de modo terminante, tres días después de Aiete»- y la legalización de Sortu. Pero ha asumido que «hay muchos retos delante. Hay que reconocerlo: el Gobierno español no ha atendido al llamamiento, cuando lo razonable sería otra cosa». Ha intentado hacerle ver que «solucionar un conflicto no es cosa de vencedores y vencidos».
En cuanto a Paul Ríos (Lokarri), ha aportado a la sala datos de encuestas que evidencian que la mayoría social vasca apuesta por la solución, «pero que no tienen reflejo en la política. No nos están haciendo caso». Y ha concluido así: «La solución se la merecen nuestros abuelos, que sufrieron la guerra civil, y también nuestros hijos».