Aunque así fuera encarada, una protesta «excepcional» y «de respuesta» que termina convirtiéndose en la mayor de la historia del país adquiere otro impacto y significado. Las cosas no quedan igual para nadie tras contar en la calle a 130.000 personas. Si la sociedad está ahí, cada agente tendrá también que situarse, o resituarse según el caso.
Para empezar, no quedan igual para Rajoy. Se lo decía el editorial de ``El Mundo'', clarificador por venir de quien viene: «El PNV ha cometido un gravísimo error al servir de comparsa a Sortu, pero quien tiene el mayor problema es el Gobierno de Rajoy, que va a tener que soportar una presión que no ha hecho más que empezar». Y ``El País'', que situaba ayer la redada del miércoles entre los «errores de bulto» de Moncloa y añadía esto a través de su analista principal, Luis R. Aizpeolea: «La multitudinaria manifestación ha llevado a las calles vascas el cambio en la política penitenciaria. Si Rajoy no lo atiende, es previsible que la excepcionalidad deje de ser tal y se abra una etapa conflictiva en Euskadi».
La arrolladora marcha reconvierte también a PNV y Lakua. Es una buena señal que entre el enfrentamiento o el entendimiento al que abocaba el veto de la Audiencia Nacional a Tantaz Tanta, optara por esto último. (Un inciso: ¿Intentaba el Estado, tras fracasar en la búsqueda de escisión en la izquierda abertzale, crear ahora una sima entre PNV y Sortu con una especie de nuevo 14 de setiembre de 2002? Quizás sí quizás no, pero lo revelante es que también ha fracasado). Y ya tras la manifestación, en Sabin Etxea tienen que haber visto con satisfacción que el partido, tantas veces hegemónico en la frialdad de las urnas, jamás sintonizó tanto con el calor de la calle. Urkullu es depositario de ese capital para impulsar la solución y la paz, casi como en su día Ibarretxe lo fue de aquellos 600.000 votos por la soberanía que terminó despilfarrando.
¿Y la izquierda abertzale? En las declaraciones hechas en La Casilla, Joseba Egibar (PNV) situó también entre las interpeladas por la gran masa a «la organización ETA», haciendo énfasis verbal en ello. Habría que matizar que apela a la desmemoria Egibar, dado que cuando el proceso se inició parecía tener bastante más claro que el PP albergaba «una responsabilidad intransferible» de hacer «irreversible» el proceso afrontando la cuestión de los presos. Pero hecho este apunte, sobre la izquierda abertzale en conjunto poca duda cabe sembrar. Ahí está su reflexión del pasado domingo: «No vamos a utilizar ninguna excusa para dejar de seguir dando pasos». Si acaso, la marea de este sábado apuntala su línea y es la enésima prueba, una de las más claras, de que su estrategia unilateral es un apuesta ganadora.